PERSONAJE HISTÓRICO: Nelson Mandela
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Fotografía tomada de https://elordenmundial.com
El 11 de febrero de 1990 fue excarcelado Nelson Mandela después de cumplir una condena de 27 años. De ese día de júbilo ya han transcurrido poco más de tres décadas, pero no queremos dejar que pase la fecha sin recordar la historia de este gran hombre y lo que significó para el mundo el sacrificio de su encierro.
Mencionar a Mandela es hablar de justicia, de la lucha contra el apartheid y la impunidad, por la igualdad y la paz de Sudáfrica. Su causa sirvió de incentivo para abrir los ojos, que muchas personas lograran quitarse el velo de la discriminación heredada y arrastrada durante siglos, y comenzaran a labrar destinos de libertad con todo el sentido de la palabra.
En un contexto muy complejo, en los años 60, los ideales de Mandela destacaron y fueron incómodos para la clase acomodada y blanca que tenía dividida a su nación con leyes absurdas que solo les ofrecía privilegios a ellos mismos, mientras el resto —que, por cierto, era mayoría— sufría aislamiento en todos los sentidos, con énfasis en lo económico, político y social.
Las demandas de Mandela tenían un fundamento humano y lógico: resarcir los derechos más elementales de las personas, garantizar que todas tuvieran las mismas oportunidades. Fue juzgado, condenado a cadena perpetua, y parte de su sanción la cumplió en confinamiento solitario, que es una de las condiciones más difíciles de soportar.
No obstante de su encierro y desolación, tras rejas continuó su responsabilidad con los oprimidos y lideró la cruzada por las libertades con su mismo ímpetu, intacto, abogando por una Sudáfrica inclusiva sin ataduras ni raza dominante, enfrascado en evitar una guerra civil entre sus coterráneos.
Madiba no solo cambió la historia de Sudáfrica, se convirtió en el primer presidente negro elegido democráticamente en su país, y en referente mundial para proezas similares. Un aspecto a destacar es que emprendió tal contienda de cohesión enfocado en que no hubiera violencia ni derramamiento de sangre, sino que fuera de manera pacífica, fruto del raciocinio. Por eso en 1993 recibió el premio Nobel de la Paz, hecho que reconoció su incansable labor para abolir las políticas del apartheid.
Supuestamente Mandela consiguió terminar con casi tres siglos y medio de dominación blanca y racista, así lo creímos por mucho tiempo, sin embargo, el racismo no se fue del todo, y prueba de ello la tenemos a cada rato y en todas partes, no solo con expresiones mundanas sino en hechos concretos que deberían darnos vergüenza de nuestra propia especie porque tales comportamientos solo pueden significar atraso, intolerancia, egoísmo y mala intención.
Más que nunca hoy necesitamos su ejemplo. Seguir su estrategia de búsqueda de estabilidad social y de ofensiva apacible sería muy conveniente para contrarrestar tanto discurso de odio que nos circunda. Por eso, desde el año 2019 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el Decenio por la Paz Nelson Mandela con el objetivo de que el mundo se motive a trabajar de conjunto para lograr la paz y la seguridad internacional.
Es cierto que el racismo aún existe, lo sentimos en las calles de La Habana, se ve en las películas de Hollywood y en las noticias que nos llegan por doquier, pero recordemos que hace décadas la discriminación y la segregación eran lastres sociales mucho más arraigados y fuertes que en la actualidad, y en ese contexto, Mandela, aun siendo negro, logró promover la reconciliación nacional de Sudáfrica, un pueblo que padecía de una fuerte base colonialista. Entonces, ¿Cómo ahora nos cuesta impulsar acciones de este tipo y llevar paz en lugar de conflictos?
Fotografía tomada de https://www.cultura.gob.ar
Más que meritorio por liderar una gesta de tal magnitud, fue casi una epopeya que su determinación traspasara fronteras, se universalizara y sirviera de guía para tantas otras que se libraban todavía en pleno siglo XX y que negaba a negros, mestizos y otras estirpes, sus derechos.
En la actualidad Mandela es símbolo de emancipación, dignidad, y nobleza, recordado como preso de conciencia dedicado por entero a construir una sociedad equitativa, un hombre respetuoso, consecuente, patriota y revolucionario. ¡Que su legado no deje de iluminarnos en este mundo minado de desigualdad!
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Zarza
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