EDITORIAL: La Celac está viva
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La IX Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que se celebrará el próximo 9 de abril en Tegucigalpa, Honduras, adquiere una relevancia particular en el actual escenario regional, marcado por tensiones geopolíticas, desafíos económicos y crisis sociales que afectan a varios países del continente. En momentos como estos, el fortalecimiento de mecanismos propios de concertación como la Celac resulta imprescindible para defender los intereses comunes y buscar soluciones desde una perspectiva soberana y latinoamericana.
La presencia de Cuba en esta cita no pasará inadvertida. La nación caribeña llega con un mensaje claro: unidad, integración y fortalecimiento del mecanismo. Tal como afirmó el director general de Asuntos Multilaterales y Derecho Internacional de la Cancillería, Juan Antonio Quintanilla, se trata de consolidar el papel de la Celac frente a los desafíos que enfrentan América Latina y el Caribe, entre ellos la emigración, el cambio climático, la energía y la educación. Temas todos de una urgencia incuestionable, que exigen respuestas colectivas, coherentes y solidarias.
Cuba, fiel a su vocación integradora y solidaria, defenderá también en esta cita su derecho soberano a desarrollarse en paz, a vivir sin injerencias externas y sin el bloqueo que por más de seis décadas ha intentado asfixiar a su pueblo. La denuncia de la permanencia de esta política hostil, así como la injusta inclusión del país en la lista de Estados que supuestamente patrocinan el terrorismo, será un punto clave de su intervención, como parte del reclamo legítimo de la región por respeto a la soberanía de sus naciones.
La Cumbre será también una oportunidad para evaluar los avances bajo la presidencia pro témpore de Honduras, que recibió la conducción del organismo en 2024 tras la destacada gestión de San Vicente y las Granadinas. La entrega del mando a Colombia abre una nueva etapa para la Celac, que deberá continuar consolidando sus estructuras internas, promover un diálogo inclusivo y fortalecer su peso internacional como bloque.
En este contexto, la defensa del espacio de concertación que representa la Celac será una bandera común de muchos de los asistentes. No se trata solo de discursos, sino de reafirmar una voluntad política de integración y cooperación que supere diferencias ideológicas, y que apueste por una región más justa, equitativa y soberana. La Celac ha demostrado que puede ser una voz propia frente al concierto internacional, y esta Cumbre es una ocasión propicia para reafirmar esa condición.
La cita en Tegucigalpa debe verse, entonces, como un llamado urgente a sostener y dinamizar este proyecto integrador. América Latina y el Caribe necesitan más que nunca caminar juntas, tejiendo consensos y construyendo alianzas que permitan enfrentar los retos comunes con soluciones nacidas desde y para la región. Cuba, como siempre, alzará su voz por la unidad y por el derecho de nuestros pueblos a decidir su destino sin tutelajes externos.
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