Jóvenes cubanos en tiempos de Covid

Jóvenes cubanos en tiempos de Covid
Fecha de publicación: 
12 Agosto 2021
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Imagen principal: 

Foto: tomada de Juventud Rebelde

A ninguno de los que hoy soy jóvenes en Cuba se les olvidarán estos tiempos, marcados por sucesos inéditos para este país y para el mundo.

Por eso y porque hoy se conmemora el Día Internacional de la Juventud, vale hacer un alto en el camino y, de la mano de las ciencias sociales, intentar -solo intentar y a grandes rasgos- un paneo de lo que ha implicado para los jóvenes cubanos esta pandemia, que por primera vez en la historia, hizo que las jóvenes generaciones que habitan esta Isla se vieran ante dilemas tan complejos que andan por el filo que separa la vida de la muerte.

No es tremendismo decirlo así. A estas alturas, ya son pocos los cubanos de todas las edades que no hayan estado, de una u otra forma, marcados por un peligro cercano de contagio e incluso por el fallecimiento de un ser querido, de un amigo, vecino o conocido.


Foto: tomada de ABC.es

Ello, a la vez que absolutamente todos hemos visto modificadas nuestras vidas y proyectos, en muchos casos de manera radical.

Pero, a pesar de las nubes oscuras que sin duda acompañan lo descrito, no todo ha llevado un signo negativo.

Un colectivo de investigadoras, encabezado por la doctora en ciencias  Ana Isabel Peñate Leiva,  profesora e investigadora titular de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO-Programa Cuba, de la Universidad de La Habana, dio a conocer el texto Cuba: participación social y prácticas juveniles en tiempos de COVID-19, publicado en línea en abril de este año, y del cual pueden resumirse los pro y los contra que han marcado a las juventudes cubanas en estos tiempos de pandemia, acompañados de rupturas, dolores y también de crecimientos.

Sin quedar de brazos cruzados

A pesar de la conmoción social y personal que ha implicado e implica la situación epidemiológica, como tendencia, los jóvenes cubanos no permanecieron de brazos cruzados, sino que “se han reafirmado como sujetos activos en el proceso de transformación social. En la medida que fueron conscientes de su rol en la sociedad, crearon, ejercieron y evaluaron iniciativas a favor de las personas en riesgo de contraer el virus”.

 


Foto: tomada de Juventud Rebelde

El acercamiento de las investigadoras apunta que “Las experiencias juveniles, a pesar de diferenciarse por las identidades, las formas organizativas e intereses que representan, conservaron rasgos compartidos: 

  • Su objetivo social se enfocó en contribuir al control de la enfermedad y ayudar a personas vulnerables y en riesgo de contraer la misma
  • La motivación de las juventudes fue la protección de la salud de las personas en riesgo y en aislamiento en los territorios
  • Sus actividades giraron en torno a la distribución de alimentos, medicamentos y cualquier encomienda que necesitasen las personas vulnerables.
  • Esa participación juvenil se realizó en el escenario comunitario, mostrándose nuevamente como el espacio propicio de participación para la transformación social.

Las experiencias juveniles institucionalizadas los movilizaron a la solución de problemas surgidos o acrecentados durante esta etapa de Covid-19, sobre todo en lo relacionado con la actividad científica, la producción alimentaria y el apoyo a la actividad sanitaria en el enfrentamiento a la pandemia.

 


Foto: tomada de Juventud Rebelde

Se añaden a lo anterior otras tareas de impacto social como la mensajería para personas vulnerables, la asistencia en centros de aislamiento para sospechosos o positivos, y la participación en investigaciones y proyectos relacionados con el virus.

 


Foto: tomada de Facebook

En particular, en el caso de este quehacer en bien social desde las organizaciones estudiantiles, sobresalen la UJC y la FEU.

Esta última, según refiere el texto citado, promovió, entre otras iniciativas de alta participación juvenil la movilización de estudiantes de Ciencias Médicas para participar en el pesquisaje, el apoyo en diseñar modelos de pronósticos por parte de estudiantes de las Facultades de Matemática, de la UH;  de los de Ingeniería Informática, del ISPJAE y de la UCI; mientras que los de de la Facultad de Geografía (UH) elaboraron cartografías para ilustrar la incidencia de casos en el territorio nacional. 

Por su parte, los alumnos de la Facultad de Comunicación y del Instituto Superior de Diseño (ISDI), se enfrascaron en el diseño e implementación de campañas educativas, a la vez que se insertaron en telecentros, emisoras de radio y redes sociales para contribuir a su difusión. Ello, en tanto los estudiantes de la Facultad de Psicología brindaron atención y orientación psicológica mediante grupos de WhatsApp y otros medios no presenciales.

Fueron también jóvenes quienes ayudaron a envasar soluciones cloradas, a confeccionar mascarillas y otros medios de protección, donaron sangre, ayudaron a la construcción de viviendas, a la organización del transporte público, y apoyaron el comercio electrónico entre otras iniciativas para ayudar a las familias en su día a día.

En el caso de los jóvenes organizados en la Asociación Hermanos Saiz, crearon o promovieron productos culturales de forma no presencial mediante conciertos online, recitales de poesía, teatro y galerías virtuales, a la vez que igual desplegaron la reflexión crítica a partir de foros-debates online acerca del papel de la cultura en tiempos de pandemia.


Foto: Gretel Díaz Montalvo

Más allá de organizaciones puramente estudiantiles o juveniles, las nuevas generaciones de cubanos también se proyectaron en el ámbito laboral y otros espacios. Qué decir de los pertenecientes al sector de la salud, de los que dan su aporte desde centros de investigación, y también desde los servicios y la producción.

Los trabajadores sociales ofrecieron, y ofrecen, asistencia a núcleos y personas vulnerables lo mismo en el orden de la salud que en otras esferas; a su vez, los trabajadores por cuenta propia crearon nuevos productos, donaron caretas y mascarillas y se enfocaron al servicio a domicilio, entre otras novedades.

 


 Foto: tomada de radiocumanayagua.icrt.cu

Lamentablemente,  siempre quedará alguien que no se vea reflejado en estas líneas. Porque también los jóvenes maestros y profesores se mantuvieron en contacto con sus estudiantes y los familiares de estos, los conductores, lo mismo estatales que privados, dan su aporte, al punto de algunos poner sus vehículos en función de territorios muy afectados como Matanzas.

Y por otra parte, jóvenes en su condición de hijos o nietos, subordinaron todos sus intereses al cuidado del familiar necesitado, al igual que la joven mamá o el joven papá cuya misión fundamental ha sido proteger a su bebé, todos desde la responsabilidad y el amor.

Además de la participación mediante mecanismos institucionales o de organizaciones, también los jóvenes se hicieron sentir de otras maneras, espontáneas y creativas, desde sus espacios comunitarios.

Y ambas experiencias, las institucionales y las comunitarias, “contribuyeron, subrayan las estudiosas, a fusionar la realización individual con las necesidades del proyecto social cubano, pues supieron conciliar la vocación humanista de este con la ética y los valores morales de la población juvenil involucrada”.
 

En casa también

Más de 60 entrevistas a profundidad realizadas por las investigadoras, al indagar sobre los impactos del confinamiento en la vida familiar, evidenciaron que en más de la mitad de los casos esas vivencias puertas adentro fueron percibidas por los jóvenes con un signo positivo, sobre todo a partir de que derivó en una mayor interrelación entre los convivientes y también en  “redescubrimientos” de todo lo que juntos pueden hacer.

No obstante, las autoras aclaran que ello no significa que en todos los hogares la cotidianidad fuera un idilio. La otra parte de la muestra calificó esa convivencia de “regular, complicada, desafiante, difícil, estresante, abrumadora, variable, un poco averiada, y de más o menos”, entre otros calificativos. 

Está claro que reducir a cuatro paredes la alta socialización que distingue a las juventudes, siempre compartiendo en centros de estudio, trabajo, centros recreativos y otros espacios, significa una ruptura muy trascendente. 

De ahí que en no pocos casos se asuma con malestar y tensiones, signados en ocasiones por conflictos intergeneracionales, por la distribución desigual de tareas domésticas y la invasión de espacios personales. 


Foto: CubaSí

Esos problemas es posible que hayan estado presentes desde el inicio de la pandemia, y aún antes, pero han alcanzado mayor visibilidad con el paso del tiempo, señalan las autoras.

La manera de asumir los jóvenes cubanos los cambios en su cotidianidad “muestra potencialidades y fortalezas de estas poblaciones en el enfrentamiento a un fenómeno que ha dado un gran vuelco a sus vidas presentes y a sus proyecciones futuras”. 

Y esa afirmación se hace extensiva también a la esfera de la recreación, de las formas de comunicarse. Para satisfacer ambas necesidades, las nuevas tecnologías y en particular las redes sociales han ganado aún más prevalencia entre los jóvenes, sobre todo para la interacción con amigos y familia.

Así indican las estudiosas que también señalan entre las alternativas de recreación el consumo de “gran cantidad de películas, series y audiovisuales…”.

También “han leído libros, dedicado tiempo a los videojuegos y a juegos de mesa, con el valor añadido de una interacción mayor con otros miembros de la familia, han desarrollado habilidades manuales y culinarias, practicado ejercicios físicos para el cuidado del cuerpo y la mente, escuchado música, han ido a la playa cuando se decretó la Fase 1 en La Habana, han pasado más tiempo con las mascotas (perros, gatos), realizado videos cómicos, dibujado, han dedicado tiempo a dormir y descansar…”, entre otras posibilidades.

 


Foto: AP

En el orden de la superación personal y profesional,  también desde casa, se han dedicado a prepararse para las pruebas de ingreso a la universidad, avanzar en la tesis, cursos on-line, a estudiar idiomas, a participar en eventos virtuales.

Ello, en ocasiones alternándolo con reparaciones de la casa, labores domésticas y de cuidado (a hijos, hermanos menores, sobrinos, etc.), así como con la búsqueda de productos básicos. Apreciándose, indican las estudiosas, la reproducción de roles y estereotipos de género por ser las mujeres quienes refirieron dedicar mayor tiempo a las tareas de la casa y al cuidado de otras personas. 

De problemas y planes

Según el texto citado, adolescentes y jóvenes identifican como sus principales problemas:

  • La escasez de productos de primera necesidad (alimentos y aseo) y las colas que deben hacer para acceder a los mismos.
  • El encierro y distanciamiento físico de seres queridos, lo cual les ha provocado estados depresivos o estresantes, pues su movilidad y sociabilidad en grupos se han visto altamente restringidas
  • Con menos frecuencia mencionaron la convivencia, el miedo a enfermar y a que se contagien los familiares más vulnerables, la suspensión de servicios (transporte, consultas médicas, trámites), el estrés y el cansancio laboral, el ajuste de las rutinas cotidianas, el teletrabajo, la incertidumbre con la situación epidemiológica y la reanudación de las clases, la disminución de ingresos y la pérdida de familiares allegados, situaciones de estafa, falta de agua y corriente.
  • También hicieron referencia a desigualdades asociadas con la adquisición de productos básicos de alimento y aseo porque solo una minoría tiene acceso a las tiendas en moneda libremente convertible (que también tienen largas colas). Señalaron también desigualdades en cuanto al estado constructivo de las viviendas y sus condiciones para permanecer en ella por largo tiempo.

Cerca del 70 por ciento de los entrevistados  mencionaron como principal preocupación en esta etapa a la pandemia como tal y la posibilidad de enfermar y de contagiar a su familia. El resto hizo referencia a la situación económica, la escasez de alimentos y productos de primera necesidad, la pérdida de trabajo y de ingresos, el transporte y la culminación del curso escolar.

Entre los planes no concretados la mayoría aludió a la culminación del curso escolar, a defensas de tesis de licenciaturas y graduaciones en general, la realización de exámenes de ingreso o la conclusión de prácticas pre profesionales para el nivel de técnico medio. 

Asimismo, entre las metas por ahora aplazadas igual hicieron mención a viajes y excursiones, bodas y cumpleaños, trámites legales, asistencia a oficios religiosos, a eventos artísticos y a consultas médicas. También hubo quien señaló haber perdido opciones laborales o de superación profesional y también el n poder ahorrar dinero o hacer arreglos en la vivienda.

También oportunidad y aprendizajes

Está claro que no debe existir nadie que aplauda la llegada de la pandemia, pero, no obstante sus negativos impactos, los investigadores concluyen que los jóvenes también han percibido esta etapa como un período de oportunidades y aprendizajes que ha impacto en su jerarquía de valores.

 


Postal de Correo de Cuba (detalle)

Han visto potenciado el valor de la familia y de la amistad, a la vez que ha crecido su responsabilidad individual en cuanto a la salud.

Los jóvenes de la muestra investigada refirieron que se había transformado su percepción del tiempo y reconocieron la importancia de una adecuada planificación del mismo, lo mismo para el disfrute que para concretar planes y proyectos.

Aunque con menor frecuencia, pero también mencionaron entre los saldos positivos de esta etapa la adquisición de nuevas habilidades y conocimientos como el aprender idiomas, incursionar en la cocina, trabajar desde la casa, adquirir cultura cinematográfica y televisiva, desarrollar estrategias de ahorro y planificación de la economía y hábitos de higiene.

Otros logros que señalaron en esta etapa asociados a valores:

  • Crecerse ante la adversidad
  • Ser más solidarios, disciplinados, responsables, humanos y empáticos
  • Tener paciencia y autorregular las emociones
  • Cumplir con las medidas orientadas por las autoridades de salud
  • Enfrentar los problemas desde otra perspectiva
  • Valorar la libertad y la unidad para vencer esta terrible enfermedad
  • Autovalorarse como profesional
  • Admitir que se es vulnerable y se está expuesto a riesgos
  • La confianza en Dios
  • Subrayar lo insignificante de las cosas materiales y disfrutar de las experiencias de la vida. Porque “antes de la pandemia éramos felices y no lo sabíamos”, como refirió una entrevistada.

Entre las mejores experiencias, señalaron el haber compartido con familiares y amigos (de modo presencial o virtual), logros laborales incluyendo el teletrabajo y el haber permanecido sanos.

Hubo quienes refirieron entre estos mejores saldos el haber formado parte de las pesquisas sanitarias o el voluntariado en un centro de aislamiento, “sacar el lado más humano que tenemos”, como lo resumió alguno.

Y sí, sin pretender minimizar los sentimientos de pérdida, de incertidumbre y todos los otros de signo negativos que sabemos pueden sumársele, los jóvenes cubanos encontraron que esta horrible pandemia trajo a su subjetividad también impactos positivos: desde reforzar valores de solidaridad y una orientación en bien social, familiar e individual hasta cuestionar su concepción del mundo.

No es posible que una aproximación académica, aunque abarcadora y sumamente útil como la empleada de fuente para estas líneas, pueda incluir todos los sentimientos y experiencias que han acompañado a quienes así decidieron conducirse aportando, creando, entregando… 

Por eso, para complementar lo que dice la Ciencia y porque nada hay como escuchar el testimonio de quien habla mirándote a los ojos y desde el corazón,  el Presidente cubano sostuvo este 5 de agosto un intercambio en la Universidad de La Habana con un centenar de jóvenes de diversos sectores y de diferentes territorios del país.


Foto: tomada de Juventud Rebelde

Según reportó el sitio de la Presidencia, los jóvenes hablaron por poco más de tres horas de cambiar modos y maneras de hacer; de experiencias útiles que podrían generalizarse; de errores que pueden y deben corregirse en el afán de construir una sociedad mejor; de proyectos de vida; de la necesidad de superación y su vínculo con la solución de problemas reales; de cuánto nos ha cambiado la pandemia; de sumar voluntades; de ir a los barrios y ser parte de las transformaciones que en ellos se viven... de los muchos desafíos que tienen hoy por delante.

Díaz-Canel, en un momento de aquel encuentro desde las honestidades, les aseguró: “Para mí está claro que hay una cantidad de retos en la sociedad, en la vida hoy, en lo que queremos hacer, donde la razón la tienen los jóvenes, y donde la perspectiva la tienen los jóvenes. Los que tienen la fuerza, la energía y la capacidad son los jóvenes —sin negar a nadie, porque aquí todo el mundo tiene que participar y a todas las generaciones le tenemos que dar espacios—, y ese futuro está en los jóvenes”.

 

A nuestros jóvenes hay que escucharlos como las más importantes personas que son. #ACubaPonleCorazón pic.twitter.com/dOddfZmdZy

— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) August 5, 2021

 

Ese convencimiento ha estado también en cada uno de los cubanos y cubanas que desde su condición de joven optó por sumarse de manera activa, de las más disímiles maneras, desde el altruismo y la solidaridad, desde la valentía y el silencioso heroísmo, a este enfrentamiento a la Covid-19.  Cada una de sus experiencias es también una novela por escribir, una película por rodar, una pintura, un poema que será. 

 


Foto: tomada del CESJ

Pero esas interpretaciones desde el arte y la literatura llegarán después, sobre todo cuando las sombras pasen y se convierta en historia esta pandemia, que a los jóvenes cubanos “les exigió –como apuntan las investigadoras- buscar otras formas de ser, pensar, relacionarse y proyectarse el futuro”.

 

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Nota: Para este trabajo sirvió de fuente el texto Cuba: participación social y prácticas juveniles en tiempos de COVID-19, que adelanta resultados de la investigación: Trayectorias y prácticas juveniles en tiempos de la pandemia de la COVID-19, específicamente  en lo que corresponde al caso cubano. Sus autoras son Dra. Ana Isabel Peñate Leiva, MSc Giselle Armas Pedraza; Dra. Marta Rosa Muñoz Campos, MSc Danay Díaz Pérez, y la Dra. Sofía Porro Mendoza.

 

 

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