De cometas y humanidades: el Halley y su pariente verde
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Concentrados en las urgencias cotidianas y bien terrenales, probablemente hayan sido pocos los cubanos que intentaran localizar al Cometa Verde en su paso por los cielos de la Tierra.
Desde algunas geografías, todavía será posible este mes seguir el rastro al Cometa Verde, lo cual no podrá repetirse hasta dentro de 50 mil años. Foto: Pixabay
Sin embargo, el acontecimiento, que todavía centra la atención de muchos a nivel planetario y ha llegado a ser tendencia en redes sociales, remite a otro suceso de cierto parecido que sí ocupó grandes titulares en la prensa cubana de la época y, sobre todo, sembró la alarma y también el pánico en los habitantes de esta Isla: el paso del cometa Halley en 1910.
A pesar de las confiables advertencias que hiciera el sacerdote jesuita, de origen español, Mariano Gutiérrez-Lanza, primero en avistar al Halley desde Cuba, el pánico colmaba a la ciudadanía porque fueron más fuertes los rumores y también las publicaciones en periódicos y revistas, anunciando que la cola del cometa barrería con la Tierra o que sus mortíferos gases provocarían la muerte de todo lo vivo.
El Halley en 1910. Foto: tomada de co.pinterest.com
Desde el antiguo convento de Belén, situado entonces en La Habana Vieja, el padre Gutiérrez-Lanza había explicado que aun cuando análisis espectrales detectaran al mortífero gas cianógeno en la cola del cometa, su presencia sería tan mínima en comparación con el volumen atmosférico de la Tierra que resultaría inocuo.
No obstante, a medida que se acercaba el día 18 de mayo, cuando se esperaba que la cola del Halley coincidiera con la órbita de la Tierra, mayor era la angustia entre los cubanos y también en otras partes del planeta.
Tanto es así que llegaron a identificar la fecha con el fin del mundo, algunos pillos empresarios –competitivos les llamarían hoy-acumularon millones vendiendo bombonas de oxígeno así como unas curiosas pastillas “anti-cometa” y aquel miércoles 18, al caer la noche, fueron incontables aquellos que en las más diferentes geografías se abrazaron esperando el fin.
Estos astutos boticarios de New York anunciaban Píldoras anti-cometa para escapar del poder de los cielos. Foto: tomada de conclusion.com.ar
Unos rezaban y otros buscaban refugio mientras se disparaba una inédita ola de suicidios , paradójicamente coincidente con otra ola de desbocada euforia de fiesta y diversión por aquello de “a gozar que el mundo se va a acabar”.
Imagen tomada de conclusion.com.ar
La querida y difunta abuela de esta redactora le contaba, en unas ya lejanas noches de infancia, que en las vísperas del supuestamente fatídico suceso, no pocos, ella incluida, suspendieron un clavo con un cordel sobre una palangana con agua. La señal del acabose sería que la punta del clavo tocara el agua.
Felizmente, la abuela quedó a la espera, con la vista fija en el artilugio, hasta que amaneció sin que nada sucediera. Y así tenía que ser porque la cola del Halley nunca se aproximó a más de 400 mil kilómetros de este planeta.
Como el Halley orbita alrededor del Sol cada 75 años en promedio y se hace visible desde la Tierra en periodos de entre 74 a 79 años, la última vez que se le volvió a ver por los cielos de este mundo fue en 1986, y ya no hubo clavos suspendidos sobre palanganas ni pánicos en masa.
En vez de pastillas anti-cometa, hubo quienes vendieron chicles para la ocasión con cromitos del cometa Halley y también se emitieron sellos.
Foto: tomada de selomania.com.br
Aquel 1910, el diario estadounidense Seattle Post Intelligencer puso fin al suceso del Halley que conmovió al mundo con este titular : “El cometa Halley va y viene, y esta vieja Tierra no es mejor ni peor y, por tanto, no mucho más sabia”. Ojalá para el 2062, cuando se espera la próxima visita de ese cometa, pueda decirse otra cosa de la sabiduría terrícola. ¿Qué esperar entonces para dentro de 50 mil años, cuando regrese su pariente el Cometa Verde?
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