SN 53: Tigres renovados, pero vivos
especiales
Este equipo siempre ha estado entre los siete primeros, con la excepción del 2007, cuando finalizó noveno.
Su reciente corona internacional en el tercer Torneo Challenger, en Canadá, fue un justo final para una generación de peloteros que, con más o menos razones y edades, optó por el retiro del deporte activo, entre ellos Mario Vega, Lisdey Díaz y Ricardo Bordón; en tanto no podrán contar para esta temporada con otros cinco peloteros por varias causas, lo cual ha obligado a su mentor Roger Machado a una renovación a «todo tren».
Sin embargo, una de las mayores virtudes de este equipo permanece intacta: su team work, algo que se le debe, en gran medida, a un director que sin mucho ruido, pero con abultadas nueces, sabe cómo sacarle el extra a sus jugadores, quienes disfrutan cada inning, cada juego, cada hit, cada carrera, como si en ellos les fuera el campeonato. Y eso es admirable.
No serán pocos los cambios que veremos en los Tigres, tanto a la defensa como a la ofensiva. Por la plaza en segunda base optan José Ramón Alfonso y Rubén Valdés, en tanto el jardinero del último equipo Cuba, categoría juvenil, Luis Robert, pudiera ocupar un espacio en las praderas tras la falta de hombres como Rusney Castillo, sancionado por indisciplina desde la pasada campaña.
Raúl González, Yorbis Borroto, Yoelvis Fiss y Yorelvis Charles —dijo que esta sería su última serie— serán puntales ofensivos para alcanzar los objetivos de clasificar a la segunda etapa, aunque desde hace varios años no ha sido este renglón el que les ha dado las mayores satisfacciones al conjunto, sino el pitcheo.
Y ahí continúan siendo poderosos, pues Vladimir García, Yander Guevara, Osmar Carrero y Dachel Duquesne son un cuarteto de ganadores en nuestros clásicos como abridores, mientras Yadir Rabí como relevista y el mundialista juvenil Ariel Díaz en cualquiera de las funciones, reforzarían el staff dirigido ahora por Gualberto Quesada, en sustitución de Manuel Álvarez.
Quizás las mayores preocupaciones de Machado estén centradas en cómo mover sus piezas con la mayor precisión posible, sin que se noten demasiado esas ausencias que decidían partidos, emocionaban con un fildeo, levantaban marcadores con un batazo oportuno y llenaban de delirio y felicidad a los fieles que repletaban el estadio José Ramón Cepero.
Todas las renovaciones siempre tienen el peligro de que la mezcla de juventud y experiencia no se fragüe con la celeridad requerida. Los Tigres avileños se someterán a ese ineludible trance en esta serie y de antemano pronosticamos que talento, dirección y decenas de ejemplos tienen para seguir vivos entre los ocho primeros de la pelota cubana.
Tras su título inolvidable del 2012, los avileños no se sentaron a esperar desde la pedantería más barata por un resultado similar; tampoco cedieron ni bajaron las banderas cuando en la anterior campaña se vieron en aprietos por lesiones, bajas inesperadas y un slump casi colectivo. ¡Son tigres de pelea! Y exigirán respeto porque están renovando, pero vivos, bien vivos.
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