DE LA HISTORIA OLÍMPICA: Perdóname, Chukarin

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DE LA HISTORIA OLÍMPICA: Perdóname, Chukarin
Fecha de publicación: 
21 Julio 2024
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Herido grave, la muerte cerca, usada su última bala en el combate contra huestes nazis, es hecho prisionero el soldado soviético Víctor Chukarin. De ahí, al campo de concentración, donde sufre el maltrato de un prisionero de los hitlerianos. Intenta escapar, fracasa, por poco lo matan. Huyen los jefes de aquella prisión, sin dejar de ultimar a no pocos de los apresados. Arriba la libertad con las tropas de la URSS: entre los salvados está Víctor Chukarin con la salud muy deteriorada.

Se recupera tanto que, al canalizar su potencia física y espiritual en lo deportivo, se convierte en un gimnasta respetable capaz de representar a su patria en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952. Allí es el campeón absoluto al acumular 115.70 puntos, otros dos galardones dorados: por equipos, en saltos al caballo y con arzones, plata en anillas y quinto en las paralelas. Cuatro años después, en Melbourne, es el mejor de su disciplina de nuevo con 114.25 y en esta ocasión acompañan a ese premio dorado el de las paralelas y el colectivo, además del bronce en manos libres y caballos con arzones y terminar quinto en barra fija.

Sin embargo, fui superficial al no ubicarlo al menos junto a su coterránea Larisa Latynina en el reinado de la cita australiana. En verdad más que monarca en él cabe ser el héroe del XVI Clásico o, quizás, pese a mantener a Zatopek como el rey de la cita escenificada en Finlandia, el Héroe de los XV Juegos es Chukarin. Por mi superficialidad le pido perdón a este inmortal ocupante de un lugar trascendente en el Olimpo.

Acompáñenme a Tokio 64. Tengo muy claro a quienes le pongo la corona sobre la testa. Entre los hombres, el nadador estadounidense Don Schollander, as de los 100 y 400 estilo libre e integrante de los relevos en esa modalidad, todos con el adiós a las marcas mundiales. Entre las damas, escojo a dos: la gimnasta checoslovaca Vera Caslavska y la nadadora australiana Dawn Fraser. Ahora les diré por qué.

La europea fue la máxima acumuladora y se impuso en salto al potro y viga de equilibrio y logro plata por el colectivo. Fraser fue la mejor del mundo en su época. En la capital nipona se convirtió en la única ganadora de los 100 estilo libre y de cualquier prueba en las albercas de manera consecutiva en el magno certamen, a pesar del dolor por la muerte de su progenitora en un accidente de tránsito meses antes de la justa. En tres oportunidades mejoró su propia plusmarca para el clásico y sus muy jóvenes rivales no pudieron con ella: las norteamericanas Stouder y Ellis, 59.5 por 59.9 y 1:00.9.

Dawn posee una refulgencia superior: la librista del planeta en su época, la primera mujer que bajó del minuto en los 100 metros. Dos de oro y una de plata en el 56 con plusmarcas mundiales en los 100 estilo libre y el relevo, segunda en los 400 de su modalidad. Roma 60: cetro en los 100 y subtítulo en el relevo. En su largo quehacer rompió 27 récords del mundo.

Atrayente, rebelde, atrevida, con su libro testimonial Yo gané una medalla olímpica chocó con el oficialismo rígido del olimpismo. Entre los últimos relevos de la antorcha en la apertura de Sydney 2000. Al lado del presidente del Comité Olímpico Internacional en la apertura. Aclamada por sus paisanos. Admirada por los amantes de las lides del músculo. Ella fue la reina de las piscinas en el olimpismo y el universo de su etapa: Dawn Fraser en la primera fila de los grandes del deporte de todos los tiempos.  

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