Osiel Gounod, otra estrella emergente del Ballet Nacional de Cuba
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Especial de la AIN para Cubasí
Si el XXIII Festival Internacional de Ballet de La Habana no tuviera el hálito cosmopolita de sus anteriores ediciones, parecería que estuviera diseñado para ser plataforma definitiva de lanzamiento de una emergente estrella masculina llamada a deparar muchas sorpresas.
Osiel Gounod, con solo 21 años y cuatro dentro de las filas del Ballet Nacional de Cuba, ya alcanzó la categoría de Bailarín principal y es, sin duda alguna, otra de las estrellas emergentes de la danza clásica criolla.
Con solo ser el protagonista de esa pequeña joya coreográfica que es Destrucción del danzante, bastaría para concederle todos los lauros porque junto con los increíbles saltos y giros de técnica depurada, este bailarín entrega una actuación contundente que llega a la audiencia como un surtidor de luz.
Con cuatro años de carrera profesional en la compañía que dirige Alicia Alonso, tiene en su haber la medalla de oro en el Concurso Mundial de Ballet de Beijing, en la República Popular China, y la de plata en el Concurso Internacional de Ballet de Varna, Bulgaria.
Ya en su etapa de estudiante sobresalió y durante una presentación en la Escuela Nacional de Ballet para dar la bienvenida a una delegación de alto nivel de San Vicente y las Granadinas, el primer ministro Ralph Everard Gonsalves se quitó un pulso que tenía en la muñeca y se lo obsequió a Osiel e invitó a todo el grupo a su país, admirado por el talento desplegado por aquellos muy jóvenes y adolescentes artistas.
En esta XXIII edición del Festival Internacional de La Habana tiene destacada participación, con brillante desempeño como Franz en el clásico Coppelia; el estreno de Destrucción del danzante, de la Alonso ; el pas de deux del Cisne Negro con Viengsay Valdés; Temas y variaciones, especialmente creada por George Balanchine para la prima ballerina absoluta e Igor Youkevich, y en la gala de clausura, Canto vital.
Sobre su desempeño en Coppelia confesó a la AIN que ensayaron bastante para la función en el Teatro Carlos Marx, pero la locación estaba muy fría y el escenario, no concebido para ballet, era un poco duro pero a pesar de esas adversidades lograron una muy buena presentación.
Acerca de Destrucción del danzante, inspirado en un poema homónimo de Virgilio Piñera y cuya premier fue el domingo en el Gran Teatro de La Habana, comentó que es una coreografía complicada en el sentido artístico porque debe dar la condición de un joven que sucumbe por las drogas, lo cual exige un delicado trabajo de actuación.
En pleno ensayo de Cisne negro, con Viengsay, afirma que de ella aprende mucho, mientras afinan los detalles para las dos funciones en el Teatro Mella junto al grupo de estrellas estadounidenses que trajo a La Habana el destacado bailarín José Manuel Carreño.
A pesar de la carga de todas las coreografías que debe asumir en estos días, declara sentirse muy feliz por poder ver varias figuras de talla internacional y apreciar novedosas tendencias de la danza en el mundo.
Ágil, comunicativo, casi siempre con una sonrisa a flor de labios, Osiel es un auténtico fruto de la Escuela Cubana de Ballet que ha merecido críticas como la publicada por la prestigiosa revista Dance Magazine, en la que Wendy Perron opinó que en Coppélia: “Osiel Gounod mostró sus espectaculares saltos con piernas muy fuertes y rápidas”.
En el ABC, de España, Julio bravo consigno que “…quien se robó el show de la velada fue el primer bailarín Osiel Gounod durante su solo final de la suite de Don Quijote (…). Ejecutó inhumanos y controlados saltos altos sin mostrar esfuerzo alguno. Y sus giros fueron tan veloces que perdí la cuenta en el número 27 de la serie”.
Carismático y sencillo, este joven bailarín, de seguro dará mucho de que hablar dentro del mundo del ballet en un futuro inmediato.
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