¿Qué quieren los peruanos?
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Fotografía tomada de https://elpais.com/
Hace diez días Perú no deja de ser noticia. Desde que el expresidente Pedro Castillo intentó disolver el Congreso y este arremetió vacándolo, ese país no encuentra acomodo, y vive un suceso tras otro. Pareciera que la sociedad se ha vuelto irreverente, pero nada más lejos, en realidad no se ponen de acuerdo y cada quien “tira” para su lado en contra de la anarquía.
Complacer a todos es imposible, sin embargo, los peruanos necesitan una propuesta que los aglutine, que calme un poco las tensiones. Las personas en Perú quieren sentir que su gobierno los representa y no que están allí para figurar y enriquecerse, sino, para el pueblo. Pero ellos saben, llevan demasiado tiempo lacerados por la corrupción, y ahora mismo desconfían: todo movimiento les parece una jugada macabra, y por eso exigen cambios de inmediato de la única forma que saben serán escuchados.
A pesar del Estado de Emergencia a nivel nacional, desde hace poco más de una semana, la agenda está marcada por protestas sociales subidas de tono, con represión policial a manifestantes que exigen la liberación de Castillo, la denuncia de la presidenta designada, Dina Boluarte, y elecciones anticipadas, entre otras demandas.
Todo esto sucede mientras incrementa la cifra de muertos y heridos, el Congreso rechazó la reforma constitucional para adelantar las elecciones generales, dimiten funcionarios, y organizaciones no gubernamentales como la Asociación Pro Derechos Humanos (APRODEH) intentan denunciar a Boluarte por homicidio calificado ante los asesinatos registrados en distintas regiones de la nación andina.
Esta semana también supimos sobre la orden de 18 meses de prisión preventiva para Castillo mientras avanza un proceso judicial en su contra por presunta rebelión. Cuenta con el respaldo de sus seguidores e instituciones que se mantienen en las calles para exigir justicia.
La víspera la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad le mostró su apoyo y consideró que su destitución es una acción hecha por “la dictadura parlamentaria peruana”. Asimismo, la Misión en Perú de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) denunció la violencia y llamó a implementar estándares de las Naciones Unidas sobre la protesta pacífica.
Expertos en política internacional coinciden en que la situación en Perú era previsible. Desde el inicio Castillo recibió el rechazo del Congreso con creciente tendencia a la derecha y con un evidente vestigio fujimorista. Quizás repudiaban su formación humilde, su postura política carente de solidez. Sin embargo, la mayoría de los peruanos votaron por él hace menos de año y medio porque entendieron que su fórmula se acercaba a sus intereses, creyeron que podía ser la alternativa para tanto desgobierno histórico.
La realidad es que Castillo actuó con tibieza, sin asesoría ni respaldo. Era de esperar que con tanto tropiezo antecedente lograran el propósito de barrerlo del camino. También era sabido que el pueblo saldría a reclamar su voto, pues no entiende ni acepta su destitución por supuesta incapacidad moral.
Solo hay que conocer un poco de historia para reconocer que Castillo fue presa fácil de una jugarreta elaborada. Así es el modus operandi de la élite en Perú ante una figura progresista. Utiliza la humillación, pisotea, separa, intenta borrar del mapa con inhabilitación política, alega terrorismo y corrupción. Nunca le importa lo que elija el pueblo.
No lo puedo asegurar, pero no pueden ser tantas las coincidencias con los guiones imperiales, reproducidos en cada una de las regiones en conflicto tanto en América Latina como en otras partes del mundo.
Por eso la protesta popular es la única vía para hacer valer sus criterios, exigen un nuevo Congreso, y un gobierno que se parezca a su pueblo, constituido con gente común que los represente con el único objetivo de avanzar y construir el país próspero y de paz que desean.
¿Qué quieren los peruanos? Es difícil asegurarlo porque, como es lógico, cada uno aspira a un proyecto de vida independiente. No obstante, sí sabemos lo que muchos no quieren: un gobierno vago, oportunista, violento, no elegido.
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