Cuba: ¡Llévala, pa’ los vecinos chismosos!

Eran pocos los que no sonreían al escucharle pregonar: “¡Vayaa, tu jabita negra. Llévala, pa’ los vecinos chismosos!”

No solo les hacía gracia, sino muchos le compraban sus jabitas oscuras. Sin duda, muy buen marketing.

Es sabido que el cubano se divide en cabeza, tronco, extremidades y jabita. Pero ahora, con la novedad, habría que preciar: jabita negra.

No le faltan razones a ese vendedor de jabitas para promover así su mercancía, porque a quién no le ha pasado que anda llevando tomates en su “cubalse”, como sobre todo le dicen en el oriente cubano, y alguien le pregunta: Ay, ¿dónde compró esos tomates tan lindos?

No solo se fijó en que llevabas tomates, sino en que estaban buenos.

Y así pasa con casi todo de lo que se transporta en las famosas jabitas, cuya transparencia delata el contenido y, de paso, puede dar pie a más de un comentario:

-“¿Viste el pernil que se compró Fulanito? Y eso que anda llorando miseria.”

-Mira a Mengana, mira lo que lleva ahí. Así cualquiera habla en las reuniones como ella.

-Me partió el alma ver a Esperancejita, llevaba en la jabita dos muslitos de pollo; dos, que yo los vi clarito. ¿Tú sabes lo que son dos muslitos?

-¿Adivina lo que compró el otro día Ciclanita?: una cafetera eléctrica, se le salía de la jaba. ¡Y llorándome el otro día tres cucharadas de azúcar, qué descar’á es!

Sin dudas, también las jabitas hablan de quiénes y cómo somos en estos tiempos de carencias. Por eso aquel vendedor tenía tanto éxito pregonando no cualquier jabita, sino negras “pa’ los vecinos chismosos”.