Insuflando al Daesh: Entre terroristas anda el juego

Virtualmente exterminado en sus incursiones en Siria por el Ejército de ese país y el apoyo militar ruso, el Estado Islámico o Daesh no fue abandonado por completo por su promotor, financiero y organizador Estados Unidos, tan terrorista como la entidad falsamente musulmana, integrada por mercenarios de todo tipo y que logró engañar a muchos jóvenes incautos que creyeron en sus promesas de redención árabe, mediante la instauración de un califato que cercenara a Iraq y Siria, y posiblemente a El Líbano.

Así, Daesh prosigue, porque no reanuda, sus ataques terroristas en territorio iraquí, desde donde sale subrepticiamente para asesinar a civiles sirios, con el apoyo de Israel, que nunca ha sido atacado por los terroristas.

Como Iraq se le ha estado escapando de las manos al establishment gobernante norteamericano, EE.UU. ha decidido mantener sus tropas allí, pretextando precisamente las acciones suicidas y otra forma de terror que auspicia contra el pueblo de la nación atacada y ocupada desde hace casi 18 años.

Sería una agradable sorpresa que el flamante presidente Joe Biden cambie la política hacia el Medio Oriente y retire sus tropas de los lugares que ocupa en Siria e Iraq, pero no creo que pueda intentar algo en ese sentido.

Cada presidente es un prisionero de quienes realmente gobiernan y, si acaso, puede paliar algo para resguardar mejor sus intereses.

El culpable

Recordemos que, en el caso de Iraq, independientemente de derrocar al presidente Saddam Hussein y a su partido en el poder, con el falso pretexto de que poseía e iba a utilizar el arma nuclear, EE.UU. maniobró con el fin de neocolonizarlo, y logró que sus principales activos pasaran al control de las corporaciones occidentales.

Además del ya mencionado número de víctimas fatales, el exterminio desatado en Iraq, consciente, desplazó a tres millones de iraquíes y causó el 60% de desempleo, en tanto el 50% de la población todavía no tiene acceso a agua potable, el 80% aún vive sin alcantarillado, la mitad carece de los servicios de salud, un número similar permanece sin educación y el 30% está en refugios improvisados.

A ello se agrega la difusión de la pandemia del nuevo coronavirus, aumentada con el constante flujo de mercenarios que arriban a la nación, unos 80 000, contratados por las corporaciones privadas de la guerra, en tanto centenares, quizás miles, funcionarios del Departamento de Estado están instalados en el búnker de la Zona Verde bagdadí, donde se encuentran las instalaciones de la embajada norteamericana para la coadministración del país, al tiempo que utiliza a las bandas terroristas, como el Daesh, para mantener la desunión del pueblo.

Lógico, ante un hecho terrorista se requiere la acción inmediata para evitar daños o aminorarlos. Cuando el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, Estados Unidos aprovechó el momento para emprender guerras hegemónicas en el Oriente Medio, que a la larga coadyuvó a la actual crisis financiera mundial.

En aquella ocasión, el Comandante en Jefe declaró que el fenómeno del terrorismo solo se resolvería poniendo fin al terrorismo de Estado y con una política de paz en el mundo, y subrayó que no existe poder global, tecnológico o militar que pueda garantizar impunidad contra tales hechos, difíciles de descubrir y realizados por gente suicida.