Mutilación femenina

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Mutilación femenina
Fecha de publicación: 
5 Febrero 2025
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Un libro que impactó mi vida es Vendidas, de Zana Muhsen, un testimonio de una mujer inglesa de origen yemení que fue vendida por su padre cuando ella solo tenía 15 años. No solo porque también era adolescente cuando lo leí por primera vez, sino porque allí ella narra detalles de todo lo que vivió al ser obligada a casarse y a permanecer en un país del Oriente Medio, presa sin rejas en un lugar inhóspito, donde se encontró sin apoyo y bajo la más dura crueldad.

Desde entonces me interesa el tema de la mujer en el mundo árabe, y me enerva que aún en este siglo XXI la humanidad no haya evolucionado del todo. Fue en ese libro donde conocí sobre la ablación y sufrí con la descripción. A partir de ese momento decidí que no dejaré pasar la oportunidad de expresarme en contra.

Hace tan solo poco más de una década que el seis de febrero fue proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) como el Día Mundial de Tolerancia Cero a la Mutilación Genital Femenina, una experiencia brutal y machista que cuenta con muchísimos años de tradición y que, a pesar de las férreas campañas, cada año continúa lacerando el cuerpo de gran cantidad de niñas que crecen incompletas en su feminidad y sexualidad, debido a esta rutina arcaica sin base.

No importa que sea un tema recurrente. Que cada febrero le dediquemos tiempo y nos parezca nimio, que no llegamos. Cambiar las mentes no es asunto de un día, lleva años, siglos, y en este mundo son muchas las mujeres que necesitan apoyo. Esta es la manera que tenemos en CubaSí, denunciar desde la palabra, acompañar desde la distancia.

¿De qué se trata? ¿En qué consiste esta mutilación? Es un procedimiento que, sin importar cómo se haga, consigue extirpar parte o totalmente los genitales femeninos, sin criterio médico, sin que ofrezca utilidad alguna, todo lo contrario, deja secuelas físicas y psicológicas.

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Imagen tomada de https://colombia.unfpa.org

La ablación se considera una violación de los derechos humanos, la salud y la integridad de las mujeres. Lamentablemente ocurre muchísimo, no pocas veces bajo un argumento religioso, pero que es inexistente en las escrituras sagradas sino una libre interpretación para imponerse.

Muchas son las historias que he podido leer o ver. Ninguna es fácil de asimilar cuando entendemos que se trata de una mutilación genital, un martirio con efectos para toda la vida.

Hace menos de 15 años que la ONU respalda las acciones a favor de que se eliminen estas prácticas e impulsa programas que intentan ofrecer otra mirada al asunto en los propios lugares donde se realiza.

Sin embargo, es insuficiente porque la resistencia y la ignorancia, son tremendas. A pesar de que en muchos sitios se ha logrado prohibir, se las ingenian para continuar con esa aberrante tradición milenaria de manera clandestina y conseguir dañando. Sus principales consecuencias son infecciones, hemorragias, dolor intenso, incapacidad y otras condiciones médicas, hasta la muerte.

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Imagen tomada de https://elordenmundial.com

Es en África donde más se practica la ablación femenina, pero también en otras latitudes como en Asia, incluso en nuestro continente americano. Se estima que en todo el mundo suman millones las afectadas que en la mayoría de los casos sobreviven bajo circunstancias monstruosas que les obligan a mantenerse sumisas, a sufrir dolores y abusos constantes.

Lo más importante ni siquiera es que esta costumbre se realiza en condiciones no asépticas (aunque esta es la causa de posteriores infecciones), lo alarmante es que se trata de una forma de discriminación, de una operación inhumana, irracional, sin necesidad alguna.

Es un ritual de hace más de mil años relacionado con el honor de la mujer. De eso se trata todo. Desde niñas las someten a esa tortura por la única razón de superioridad de género. Son los hombres quienes disponen de ellas, deciden sobre sus cuerpos, sobre su salud reproductiva y sexual.

La mutilación genital femenina puede ser requisito para el matrimonio, pero constituye una evidente violación de sus derechos humanos. Y, aunque en muchos casos son mujeres quienes efectúan esta “operación”, es bajo la mirada de los masculinos y ellas ni siquiera se atreven a cuestionarse si es o no correcto. Revela atraso, incivilización, ignorancia, machismo, sentimientos como individualismo y egoísmo.

Es una costumbre con ningún beneficio. Obedece únicamente a factores culturales y sociales y denota una completa falta de equidad e igualdad entre hombres y mujeres.

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