Nicolás Dorr y una entrevista para no olvidar

Nicolás Dorr y una entrevista para no olvidar
Fecha de publicación: 
22 Noviembre 2023
0
Imagen principal: 

Su galería de personajes nostálgicos o apasionados, tiernos o rabiosos, lúcidos o alucinados dan la medida de la riqueza imaginativa del autor. El mundo de ayer y el de hoy, el pasado y el presente, el choque de distintas realidades concurren en la obra de Nicolás Dorr. Su variedad de tipos, temas y ambientes fluye marcada a veces por el humor y la farsa, otras por los más altos y nobles valores humanos. Las pericas, “esas ancianas  endemoniadamente eternas”, como las calificaba, lo convirtió en el dramaturgo más joven en la historia del teatro en Cuba.

Nuestro encuentro tuvo lugar en momentos de mucho regocijo para él, pues en la 47 edición de los premios que otorga la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York (ACE), obtuvo el premio de Dramaturgia, primer cubano que ha ganado ese lauro. Se debió al estreno de Confesiones en el barrio chino por el Teatro Rodante, de Puerto Rico, de larga y prestigiosa trayectoria en Manhattan.
 
Los inicios

De niño estudió en la Academia de Artes Dramáticos. Y, me cuenta que una profesora tuvo la idea de que los propios alumnos escribieran los textos. Nicolás compuso una pequeña escena en verso y también un pequeño drama. Esas fueron sus primeras experiencias teatrales.

-Para mí, el trabajo del teatro es esencial; está lleno de momentos agradables, pero también de incertidumbres. Te diré que es desgarrador y al mismo tiempo vivificante. El escritor, cuando crea, siente que está viviendo múltiples vidas: la de sus personajes.

Le pregunto sobre su labor como director:

-He experimentado con la dirección y ella me ha ayudado mucho a adentrarme cada vez más en los fascinantes misterios del teatro. Me ha sido útil para conocer el problema del ritmo, del tiempo, de la logicidad. Respeto extraordinariamente el trabajo del director porque en realidad es complejo y hasta angustiante; no es fácil poner en unión muchas voluntades diferentes, lograr una unidad. Sin embargo, confieso mi predilección por la dramaturgia.

-Han dicho algunos críticos que en varias de tus obras hay elementos del absurdo.

-Puedo afirmar que en mi teatro vive lo grotesco, la farsa. Estas opiniones de la influencia o determinados aspectos del teatro del absurdo surgieron producto de un movimiento teatral que en la década del 60 estaba en boga en el mundo entero. Entonces era fácil que algunos elementos de la farsa, del grotesco de mi teatro fueran alineados o encasillados por algunos críticos dentro de la tendencia del absurdo. Por mi parte no podía haber en ese tiempo esa influencia porque cuando escribí Las pericas tenía 14 años y la misma edad me impedía un conocimiento profundo de la filosofía del teatro del absurdo, e incluso sus principales cultivadores, como Ionesco, eran desconocidos para mí.

-¿Por qué ese regusto por lo grotesco principalmente en tus primeras obras?

-Cuando escribí Las pericas, conocí a sus personajes, a su mundo alucinado, grotesco: lo único que hice fue dejarme arrastrar por lo que me brindaron. Eran personajes muy cercanos incluso familiares algunos. Me formé en un ambiente deleitoso de la escena, pero también de la vida teatral en otro sentido porque mi familia, que es muy dramática, que vive apasionadamente los conflictos, reacciona teatralmente.

De las riberas del recuerdo aflora el universo familiar, la nostalgia hogareña y ya desde entonces los juegos infantiles puramente teatrales.

-El gusto por lo exagerado, por todo lo imaginativo, me viene además de mi pueblo, Santa Fe, refugio costero, lleno de anécdotas que bordean el surrealismo. Hay como una especie de mitología santafecina muy especial. En casi todo mi teatro, los personajes más caricaturizados son los que representan las fuerzas malignas, las fuerzas reaccionarias. En Las pericas sucede así. Sin embargo, el personaje de Rosita no está en esa concepción, sino dentro de una línea real y positiva. No quiero abandonar mis raíces porque esto sería traicionarme como creador, y yo tengo maneras de ver la realidad con un sentido del humor que me acompaña naturalmente. Yo asumo esa forma, no la desdeño.

-En El agitado pleito entre un actor y un ángel, Premio UNEAC, 1972, hay otros planteamientos.

-Es cierto. En esa obra me planteo la necesidad de abordar en mi producción seres con otros valores humanos, con un mejor ejercicio de la virtud. Era una necesidad también porque ligado a esos personajes que no merecen la burda del autor, sino una visión más respetuosa está el reflejo de una nueva realidad.

-¿Te atreverías a hacer una reflexión en voz alta sobre tu teatro?

-Creo que ese análisis corresponde más bien a los críticos. Ahora pienso que es casi, ante cada propuesta de la realidad, asumir la actitud que esa, misma propuesta le sugiere a uno. De El palacio de los cartones a Una casa colonial hay diferentes proposiciones.

-En tu obra tanto la que evoca el mundo mágico, fantasioso como la que pertenece al realismo, abundan los personajes femeninos. ¿Por qué esa predilección?

- A mí me sucede un poco como Antonioni, quien ve en la mujer una fuerza y una entereza ante los problemas de la vida que le entusiasmaba más que en el hombre. Pero, además, creo que es un problema general de la dramaturgia cubana. La prevalencia de los personajes femeninos está asimismo en Ibsen, Shakespeare, García Lorca. Podríamos analizar también que el que escribe la obra es un hombre y como tal le atrae más la mujer. Particularmente, yo deseo tener protagonistas masculinos no solo por el personaje en sí, sino porque en Cuba  hay grandes actores que merecen obras para ellos. En mi pieza Un viaje entretenido... el protagonista es un hombre.  

-Nicolás, estrenaste Mediodía candente. Nicolás Dorr, ¿qué significa este monólogo en el contexto de tu obra?

-Un caso excepcional. Había trabajado ya en el monólogo “Yo tengo un  brillante”, interpretado primero por Margot de Armas y luego por Aurora Basnuevo. Mediodía candente es un monólogo de corte realista, En poco tiempo el personaje debía desarrollar toda su problemática y llegar a una transformación radical de su personalidad. Con ese monólogo era la primera vez que yo trabajaba la actualidad, y si en El agitado pleito entre un autor y un ángel me planteaba abordarla, la tremenda inmediatez del monólogo me hacía asumir la súper actualidad.        
No podíamos dejar de hablar de Rosita Fornés, quien mucho representa para Dorr. Ella brilló en Confesión en el barrio chino.

-Para mí, es la más extraordinaria actriz de la escena nacional. Trabajar con ella o escribir para ella es un privilegio al que he tenido acceso en varias ocasiones, gracias a su gentileza.

Más del dramaturgo

Considerado uno de los autores más significativos de América Latina, el Premio Nacional de Teatro, 2014, Nicolás Dorr escribió más de 20 obras teatrales entre las que se encuentran El palacio de los cartones, La esquina de los concejales, Clave de sol, Maravillosa inercia, La chacota, El agitado pleito entre un autor y un ángel (Premio UNEAC, 1972), Vivir en Santa Fe, comedia con música original del compositor Juan Formell, Confrontación, Un viaje entretenido, Nenúfares en el techo del mundo, Una casa colonial, El hombre más codiciado del mundo, La profana familia, Juegos sucios, Los excéntricos de la noche… Sus piezas han sido representadas en numerosos países. Ofreció conferencias en Estados Unidos, España, Francia, Italia, Polonia, Hungría, Nicaragua Panameña, Colombia, Venezuela…
Autor de la novela El legado del caos, falleció el 18 de diciembre de 2018 en La Habana. Tenía 71 años.

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.