Nasobucos: No “ponérsela fácil” a la variante Delta
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Foto: ACN
Con anterioridad a que la variante Delta de la Covid-19 empezara a hacer de las suyas, varias investigaciones habían constatado que el virus podía contagiarse en tan solo unos 14 o 15 minutos de contacto cercano con una persona infectada en caso de no mediar la necesaria distancia y los medios de protección indicados.
Ahora, un minuto o menos es suficiente para que pueda ocurrir el contagio con Delta –aparecida en la India en octubre de 2020-, cuyas cargas virales son hasta mil veces más que las de otras variantes conocidas.
Sin dudas, la pandemia no ha terminado, ni siquiera para las personas vacunadas, a pesar de que en un grupo de países se hayan comenzado a relajar las medidas de bioseguridad, desoyendo incluso las previsiones de expertos que ya la anuncian como variante dominante.
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En Cuba, la variante Delta circula ampliamente, al punto de que el pasado mes, el ciento por ciento de los casos graves y críticos en Matanzas eran portadores de la misma, según informó la Doctora en Ciencias María Guadalupe Guzmán Tirado, jefa del Centro de Investigación, Diagnóstico y Referencia del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí.
Esta “guerra” aún no termina y la variante Delta propone un cambio de estrategia en cuanto a la forma de usar las mascarillas.
La alerta viene al caso porque, a pesar de que la situación epidemiológica en la Isla es altamente compleja, marcada en el presente también por la circulación de esta variante Delta, no son pocas las personas que se ven llevando mal el nasobuco o mascarilla.
La cuestión no es ya que no se lleve o que se use como babero, sino que su eficacia depende del correcto ajuste al rostro, de que no permita que se filtren las pequeñísimas partículas portadoras del virus.
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Sin embargo, hay quienes andan con mascarillas apenas ajustadas, que constantemente se les resbalan, cuyas telas se ven, tan frescas como inútiles en su función de barrera frente al SARS CoV-2, que tiene un diámetro cercano a 0,1 micrones, es decir, unas 4 millonésimas de pulgada.
Claro, la mayoría de las partículas virales son expelidas de los pulmones dentro de gotitas más grandes, de unos 0,3 micrones, pero de todas formas, pasan fácilmente por cualquier espacio que les dejemos libre.
Está muy bien que protección y estética vayan de la mano, como indicaba hace unos meses el diseñador de moda francés Jean-Paul Gaultier -quien no ha perdido tiempo para sacarle su lasca de ganancia al imperativo de llevar mascarilla- pero eso no puede ser sinónimo de poner la bioseguridad en un segundo plano buscando prevalezca “lo bonito”.
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Y más de una se ha visto con el nasobuco en combinación perfecta con la ropa o el pañuelo en la cabeza, hasta con algunos tejidos y otros adornados con encajes, pero… no siempre esa sintonía con la ropa –o el mal gusto- lo está también con la extrema protección que demanda el permanecer en espacios públicos.
¿Qué decir entonces de aquellos que llevan atado un pañuelo a la cara, como bandidos de una película del oeste? Los espacios que quedan desprotegidos entre el tabique de la nariz y los pómulos son brazos abiertos al coronavirus.
Mejor precaver
Sin dudas, las altas temperaturas nos están golpeando duro y es molesto llevar nasobuco: da calor, dificulta la respiración… pero peores son las consecuencias de un contagio.
Científicos de varios países y de reconocidas instituciones coinciden en subrayar que la eficiencia de una mascarilla depende del material con que esté hecha y de su ajuste. Por ello, no son poco aquellos que incluso votan por el uso de doble mascarilla.
Según recogió The Washington Post, la estudiosa Linsey Marr, experta en transmisión de virus del Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia, atendiendo a las características de la variante Delta, comentó que "donde antes era útil una simple mascarilla de tela ahora no lo es".
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En consecuencia, se ha verificado que el uso de una mascarilla de tela de varias capas sobre una quirúrgica es una forma de aumentar sustancialmente el ajuste y la protección.
"Una mascarilla quirúrgica con una mascarilla de tela encima puede conseguir una eficacia de eliminación de partículas superior al 91%", indicó recientemente Joseph Allen, profesor asociado de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard y director del programa Healthy Buildings.
También subrayan el empleo de nasobucos del tipo N95 entre los de mayor protección, pero dada nuestra condición de país bloqueado, debemos ajustarnos a nuestras posibilidades… sin desaprovecharlas.
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La vacunación cada vez abarca a más habitantes en la Mayor de las Antillas, y seguirá siendo una prioridad, pero junto con ella, también el uso de la mascarilla, que parece llegó para quedarse, al menos en lugares donde haya concentración de personas. En la Isla, ya comenzaron a producirse y son muy similares a las que se comercializan internacionalmente. Están compuestas por tres capas: una azul, que es la exterior, una capa blanca intermedia, y un filtro que realiza la función protectora principal ante el virus.
Entonces, si sabemos que la clave está en el material y el ajuste de la mascarilla, si tenemos a mano la alternativa de ajustárnosla bien al rostro, de llevar una que no sea de tejido fino e, incluso, de usar dos juntas, ¿por qué ponérsela fácil a la variante Delta, que tan difícil nos está haciendo las cosas?
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Raul
Damarys de la Caridad Fernández Entenza
Gisela
Sa
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