PENSANDO Y PENSANDO: Por la cultura, más allá de las consignas

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PENSANDO Y PENSANDO: Por la cultura, más allá de las consignas
Fecha de publicación: 
14 Abril 2025
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Celebración del San Juan camagüeyano. Foto: ACN

En un escenario tan complejo como el que vive hoy Cuba, la lucha contra la colonización cultural no puede postergarse ni asumirse con superficialidad. La defensa de la soberanía simbólica de la nación es tan crucial como la económica o la política, y exige articular acciones concretas, capaces de traducir en práctica una plataforma conceptual que sirva como brújula. Tener claridad teórica es indispensable, pero no basta: se impone convertir esa claridad en programas, en estrategias, en dinámicas que permeen todos los espacios donde se conforman y transmiten valores culturales.

El reciente Coloquio Nacional Orgullo de ser cubano, que concluyó este domingo en Camagüey, ha dejado importantes claves para esa necesaria articulación. Más allá de las intervenciones puntuales, este espacio funcionó como ámbito de pensamiento crítico, donde se analizaron los múltiples rostros que adopta hoy la colonización cultural. Desde los discursos mediáticos hasta los consumos simbólicos impuestos por lógicas hegemónicas, se reiteró una preocupación común: no se trata solo de reconocer los desafíos, sino de asumir la urgencia de enfrentarlos con acciones sistemáticas.

Frente a los intentos de uniformar las identidades y subordinar lo autóctono a patrones globalizantes, el Coloquio reafirmó la voluntad de defender una cultura cubana que, sin encerrarse, dialogue con el mundo desde sus raíces. Una cultura en evolución, sí, pero anclada en su memoria, en su diversidad, en su capacidad para expresar los sentimientos, los saberes y las aspiraciones de su pueblo. Esta visión implica también una actitud activa, crítica, capaz de desmontar los mecanismos que tienden a naturalizar la dependencia cultural.

Uno de los principales aportes del Coloquio ha sido precisamente la convergencia entre artistas, investigadores y gestores, en torno a la necesidad de superar el diagnóstico. La programación cultural, la formación de públicos, la enseñanza artística y el trabajo comunitario fueron señalados como ejes fundamentales para una respuesta integral. La resistencia cultural no puede limitarse a eslóganes ni a eventos esporádicos; requiere una política pública sostenida, una voluntad institucional firme y, sobre todo, el compromiso colectivo de los actores del sistema cultural.

La elección de Camagüey como sede del encuentro refuerza la coherencia de su mensaje. Esta ciudad, con su rico acervo patrimonial, literario y artístico, es un punto de referencia para pensar la nación desde sus profundidades, pero también desde sus proyecciones futuras. No fue una reunión más, sino un punto de partida para tejer nuevas redes de colaboración y sinergia entre creadores, instituciones y comunidades. El Orgullo de ser cubano debe entenderse como una propuesta ética y política, que convoque a la acción y a la creación desde lo mejor del acervo nacional.

Celebrar el Orgullo de ser cubano no es una consigna vacía: es una actitud vital, que convoca a pensar con autonomía, a sentir con pertenencia, a actuar con coherencia. Es, sobre todo, una defensa del pensamiento propio frente a los espejismos impuestos. La cultura tiene aquí un papel irrenunciable como escudo y como luz. La Uneac, la AHS y todo el sistema institucional de la cultura deben asumir el reto de movilizar el talento, la sensibilidad y la inteligencia del país, no solo para resistir, sino también para imaginar y construir una Cuba mejor.

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