La Asociación Hermanos Saíz y los púgiles holguineros, sin el protagonismo de la casualidad
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Holguín, campeón nacional de Boxeo. Foto: Roberto Morejón.
A quienes formamos parte de la Brigada Hermanos Saíz no muy lejos de la adolescencia, nos emociona y alegra sobremanera la labor y los resultados de la potente organización en que se ha convertido la vanguardia artística de la juventud cubana: la Asociación Hermanos Saíz.
Su alcance no es obra de la casualidad. Lo mejor de nosotros fue asimilado y ascendido en momentos harto difíciles, del brazo de la continuidad: los pies en el terreno, las alas cada vez más vigorosas, y la ruptura con lo obsoleto. Visión y acción basadas en la unidad y la organización correcta, que han posibilitado un trabajo democrático, colectivo, al estilo de los mosqueteros: todos para uno y uno para todos, muy relacionado con el análisis, sin descartar la emoción, los debates y lo apasionado, para ayudar a construir una patria y un mundo donde reine lo humano y el amor al prójimo.
Su quehacer parte del pueblo para volver al pueblo con la magia del arte, y sus miembros saben cuánta falta nos hace en este planeta en declive donde ningún territorio escapa de las injusticias. Y brilla el respeto por los Maestros de Juventudes, como llaman a quienes merecen esa selección, y de quienes tanto han aprendido y aprehendido.
El bregar y los resultados de estos jóvenes verdaderos cumplen con la resistencia creativa y el optimismo indispensables de los que ha hablado Díaz- Canel.
HACIA EL RING
Recientemente, en el Nacional de Boxeo realizado en Camagüey hubo otros forjadores que, al resistir, luchan y avanzan. Todos los participantes, más allá de los atletas, aportaron sus mayores esfuerzos para conseguir el éxito del torneo: lo lograron a pesar de que puede conseguir superior altura.
Al frente de la felicidad por el deber plasmado, los conquistadores del certamen: los holguineros. El triunfo corresponde no solo a los púgiles: sin el trabajo abnegado y la guía inteligente, corazón y saberes bien enlazados, de los entrenadores y funcionarios de esa provincia, la mencionada victoria, una de las más sublimes de categoría nacional en Holguín, no existiría.
Tampoco se puede situar de protagonista a la casualidad en dicho suceso. La causa reside en el batallar cotidiano, el sacrificio y el derribo de obstáculos, mucho antes de subir al cuadrilátero de la justa, que les permitió a los vencedores no quedarse solo en resistentes: crearon y de qué manera.
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