Kiwa, un dominicano enamorado del son (+ FOTOS)

Y quien dice el son, dice Cuba, porque, para Kiwa, la isla y sus sonidos son parte de la misma pasión. Eso sí, cuando le preguntas sobre su relación con la mayor de las Antillas, prefiere comenzar por otra razón: 

“Lo primero es que yo soy un comunista, de toda mi vida. Desde niño tengo mi propio comunismo. Yo viví muchos años en Estados Unidos y creo que soy de los pocos dominicanos que ha entregado la residencia, ese documento que todo el mundo quiere tener, que la gente se mata, se va por la frontera, se tira en un bote y yo hice así: “mire, no lo necesito, porque yo no puedo vivir en un país del que yo soy enemigo. Yo no soy enemigo del pueblo norteamericano, yo soy enemigo de los gobiernos norteamericanos, porque son los que han creado la miseria en el mundo y hoy lo tienen en caos total, todavía siguen invirtiendo en la guerra, en Gaza es un gran genocidio lo que hacen, pero en este país hemos tenido tres invasiones norteamericanas, tres en la historia nuestra, que han traído muchas desgracias.

“Yo siempre he visto hacia Cuba: Fidel Castro, el Ché Guevara, la Revolución Cubana, lo que ustedes han sido, más de 60 años aguantando fuerte. Este país tú le pones 20 días de bloqueo y nos comemos unos con otros”.

Su nombre de pila es Enrique Domínguez. Allá en dominicana, como en Cuba a los Enrique suelen llamarles Kike, pero él es original de la cabeza a los pies, así que sustituyó el “ke/que” por “what” y así salió el Kiwa con que lo conoce medio Santiago de los Caballeros o Santiago y medio. Es arquitecto de formación, pero desde pequeño se le metió la música en las venas:

“Desde muy niño, en este mismo barrio, bueno, en estos dos barrios había alrededor de 40 cabarets, bares y prostíbulos, donde se tocaba el son. Cerca de mi casa, a unas 3 ó 4 casas, en las madrugadas se escuchaba el son Ma Teodora, desde niño nos poníamos a bailarlo, tocaba instrumentos... No me dediqué a aprender porque encaminé mis estudios de otra manera, me hice bachiller y luego arquitecto, pero siempre estaba pegado al son”.

A esa infancia y una perseverancia extraordinaria, le debemos la maravilla: un Museo del Son hecho a mano y al detalle, como se hacen los sueños:

“Me he dedicado a investigar el origen del son y al final dije, bueno, voy a hacer un museo un simple museo del son, pero está aquí. Yo tengo un montón de videos y cosas que los voy a pasar, porque aquí yo voy a traer al turismo que venga a Santiago. Con mis manos lo he hecho todo, hasta las pinturas, decoración, todo, porque también soy artista plástico.” 

Excepto las instalaciones eléctricas, pues confiesa que le tiene temor, cada milímetro del lugar lleva su impronta.

“¿Qué es lo que queremos mostrar aquí? Nosotros queremos mostrar el origen del son, que viene del nengón, del changüí, de la rumba rural. A partir de 1908, con los trovadores como Sindo Garay, etc, convierten el bolero, agregándole la percusión, va evolucionando y se convierte en el trío, el cuarteto, el sexteto y septeto, pero nace con el bolerista. Aquí tenemos todo lo que tiene que ver con Cuba, no la Cuba que hace el son moderno ahora, porque yo he tenido la experiencia con cubanos que me han dicho que en Cuba ese son ya no se oye, el de Matamoros, los Compadres, el de Ignacio Piñeiro, bueno, ha continuado Pancho Amat, Eliades Ochoa, creando nuevas sonoridades”, comenta Kiwa con una mezcla de orgullo y humildad.

En medio de la conversación, si alguien decide sonar el bongó, debes saber que Kiwa no se va a resistir, tendrá que levantarse y agarrar el timbal, el güiro o las maracas, para formar parte de un conjunto improvisado al calor del ambiente. El de Kiwa, es un museo vivo y así lo proyecta su creador: “Lo que queremos es que la gente entienda que, desde 1908 existe este ritmo, que ha perdurado en el tiempo”.

Hace poco, estuvo como invitado en un evento iberoamericano de museos donde participaron representantes de Brasil, Chile, Estados Unidos y Cuba, entre otras naciones:

“Cuando presenté esta propuesta dije: el único museo del mundo dedicado al son está en Santiago y lo tenemos nosotros. Ahí estaba la cubana y le preguntamos y respondió: no hay un museo del son en Cuba. Entonces yo le dije: mire, este está a la disposición”.

Hay quien se ha atrevido, asegura, a decirle que el son es dominicano y, aunque él tiene sobrados argumentos históricos para desmontar la hipótesis, cierra con uno que es pura pasión: “a ver, dígame dos sones dominicanos ahora mismo… nunca saben responder ¿tú quieres que te diga 100 títulos de son cubano ahora mismo, rápido, sin pensarlo mucho? Entonces, es cubano”.

Kiwa es uno de los organizadores del Carnaval de Santiago de los Caballeros y está decidido a llevar nuestra música a esa fiesta popular. Nunca ha estado en Cuba: “No me gustan los aviones porque soy claustrofóbico, pero como si hubiera ido…” asegura, y después de pasar todo un día con él, nadie puede ponerlo en dudas.