Influencers para el consumo: los llamados youtubers

Influencers para el consumo: los llamados youtubers
Fecha de publicación: 
7 Diciembre 2020
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Foto: Tomada de la Web.

Hace poco se les hacían honores a estas figuras de las redes sociales, y en especial, a los de la más grande en el mercado digital: YouTube, como para seguir con el juego de las reproducciones, pero no de inocentes y espontáneos contenidos multimedia, sino de los que son producto de los ciclos de la filosofía del consumo, en función del dinero, que tanto atenta contra el equilibrio y estado saludable de cada uno de nosotros y nuestra madre naturaleza.

La moda de ser youtuber traspasa fronteras y no tropieza con límites. Aunque tengas poca edad, carezcas de formación académica, o hables desde el español hasta el chino mandarín. Con cámara en mano, así sea la de tu celular, acceso a una conexión de internet, y generando algo creativo, puedes ser parte de esa nueva generación de “famosos y grandes estrellas”.

En Cuba, el fenómeno no queda ausente. Por el contrario, disímiles jóvenes, entre ellos, modelos, actores, estudiantes y otro ya graduados de la universidad, construyen videos a base del recuento de rutinas de la vida cotidiana, tutoriales de belleza y maquillaje, visitas por lugares de interés turístico y cuanto pueda ser motivo de imaginación de la mente humana.

Nuestro propósito en esta información para nada se centra en fomentar críticas tanto positivas como negativas a los influencers cubanos. No es su objetivo, como sí lo es hacer un llamado y paréntesis entre los lectores, y como también usuarios, los mismos youtubers, a utilizar YouTube igual de creativo, pero evitando banalidades y tácticas que estimulan al consumo. 

Como consumidora de contenido de YouTube, conocedora y seguidora de algunos canales de influencers cubanos, mexicanos, peruanos, españoles y norteamericanos, confieso no es sencillo rozar con canales que se salgan de videojuegos, humor, maquillaje, peinados, arreglos de uñas, fitness y outfits, lo que se refiere a la apariencia de ropa con prendas y accesorios.

Las marcas y otras empresas han echado raíces y bien profundas en este no tan nuevo mundo de la comunicación para así emprender las más curiosas y modernas estrategias de marketing que apuntan desde varios puntos hacia un solo sujeto: el influencer. Que como es de entender, la repercusión en las redes, es directamente proporcional con las ganancias económicas. 

La Nike, Maybelline, Mac, Zara o Benetton encontraron la brecha, o mejor, el camino hacia sus audiencias y clientes fieles a través de estos personajes de YouTube que son capaces de conectar a ambas partes. El influencer, como operador de las masas, se encarga de explicar a la audiencia cómo valora el producto y el por qué lo compraría desde cierta sinceridad. 

El negocio es tan redondo para algunos, que, dicho sea de paso, no son pocos, la jornada laboral para y con YouTube agota para muchos todas esas horas diarias. Y no es fácil, pues esos líderes de opinión se baten por segundos de reproducción y ante el más arriesgado de los desafíos para ganar más seguidores, porque como en las olimpiadas, la competencia es ardua. 

Hay quienes se preguntarían si los videoclips quedarían aplastados tras toda esta estampida que no da oportunidad ni visibilidad a un chiflido musical. Sin embargo, convergen. Aunque unos van más arriba y otros van más abajo. Como también depende del usuario que discrimina en ideas y opta por conocimientos y contenidos más oportunos y educativos a aprovechar.

Creo, si los vínculos humanos que se tejen dentro de esa comunidad virtual por cada uno de los internautas y que a su vez generan tanta credibilidad, se tornarían hacia otro propósito en ese gran océano de información, cobrarían fuerzas otras voces, como ya existen, algunas que lideran mensajes hacia campañas sociales y medioambientales, y no solo para las de consumo.

Con toda esa gracia y creatividad YouTube, como una bien pensada estrategia y herramienta capitalista, pareciera atentar contra nosotros mismos, como el propio sistema económico, por nuestra condición de figura mortal, pues se las dan de proporcionar esa “felicidad” material en nuestras vidas, tan figurada y desproporcionada como siempre ha podido demostrar. 

Fuera como desboronar nuestras vidas con nuestras propias manos, divisando la vida marchita entre tantos desechos y entes contaminantes. Entonces, estaríamos hablando de ¿YouTube el consumista contra nosotros, o nosotros mismos contra la humanidad?

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