Imparables los Leñadores en su bosque
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Foto: Reynaldo López Peña / Periódico 26
Un escollo infranqueable ha resultado el estadio Julio Antonio Mella para casi todos los equipos visitantes en la actual temporada. En su cuartel general, los Leñadores se han mostrado prácticamente imbatibles, y lo acaba de sufrir Matanzas.
Los Cocodrilos llegaron allí esperanzados en al menos ganar un juego para forzar el veleidoso séptimo enfrentamiento, pero nada de eso, Las Tunas impuso nuevamente su ley y les ganó por tercera ocasión consecutiva en ese terreno, a pesar del empuje de los yumurinos y de las inclemencias del tiempo.
Detenido más de una vez por lluvia (afortunadamente durante poco tiempo en cada caso), el choque mostró nuevamente el filo de las hachas orientales.
Hasta un toque de bola de Danel Castro fue eficaz, y ya eso era una clara señal de que los astros estaban alineados para asistir a los del balcón del oriente cubano, que arrancaron debajo.
Doblete de Yosvany Alarcón con bases llenas marcó la igualada, un batazo que a mí como entrenador no me dan. Con ese hombre al bate mi jardinero tiene que estar bien atrás y puede pasar cualquier cosa, menos que lo monten.
La ofensiva de los Cocodrilos (bastante disminuida con corredores en bases), se hizo sentir con par de cuadrangulares, en ambos casos con bases limpias, pero el alto mando tunero nuevamente movió a la perfección su bullpen, primero con Kenier Ferraz y luego con Alberto Pablo Civil, para detener en seco cualquier reacción de los saurios.
Otro “error” que no va a los libros fue fatal para los de la Atenas de Cuba, cuando en el cuarto episodio Yurisbel Gracial tiró innecesariamente al plato (el batazo era profundo y el corredor en tercera rápido) y permitió el avance de otro, que a la postre anotó la ventaja, que finalmente se convirtió en la de la victoria, porque a pesar de haber comenzado con carreraje, en el pleito no hubo más anotaciones después de ese cuarto rollo.
Matanzas tuvo una buena opción en el octavo, pero en vez de batear, Eduardo Blanco quiso embasarse con toque de bola y congeló la posibilidad.
Tampoco funcionó el sacrificio en el noveno cuando abrieron embasando a su primer hombre, en este caso con peor resultado, porque fue doble play para dejar el choque a punto de mate.
En cualquier caso, los derrotados, que saldrán del podio por primera vez en los últimos cuatro años, dieron guerra todo el tiempo.
El poco aporte de sus hombres de fuerza fue fundamental, combinado con la excelsa actuación de los relevistas tuneros.
A la defensa ambos planteles tuvieron deficiencias puntuales, pero sobre todo los occidentales, porque los orientales luego del cambio en segunda base en el juego 3 jugaron casi a la perfección.
Las Tunas esperará tranquilo por su contrario en pos de recuperar la corona, con el aliciente de que le bastaría con ganar todos sus encuentros en casa para volver a levantar el trofeo.
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