Guionista de LCB: “Lo serio no es lo contrario de lo entretenido”
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Eduardo Vázquez Pérez durante la investigación para la primera temporada de LCB. La otra guerra en un lugar donde se habían capturado tres jefes de bandas. “Nos llevó el general (r) Andrés Leyva, el mismo que había logrado la ubicación de los bandidos”. Foto:Cortesía del entrevistado
“La venganza de nosotros es ser diferentes a ellos”. “No se puede ser revolucionario a la mitad”.
Frases como estas han sido extraídas espontáneamente por los seguidores de la recién finalizada LCB. La otra guerra, teleserie que generó una creciente expectativa en la audiencia.
Este material -exponente de conflictos sociales e individuales en el contexto de la lucha del poder revolucionario cubano contra el bandidismo en los años 60 del siglo pasado- conquistó la atención de un público heterogéneo, no restringido a un segmento específico.
A ello contribuyó la adecuada combinación de las distintas especialidades que intervienen en un audiovisual, responsabilidad -en esta segunda temporada- de sus directores Roly Peña y Miguel Sosa*, quienes pusieron en escena un guion basado en la investigación rigurosa de la temática.
Eduardo Vázquez Pérez es, precisamente, autor de este dramatizado. Con más de 20 años de labor divulgativa de la historia nacional en la radio y la televisión, su trabajo como guionista está ligado a los programas La Isla y el Tiempo y De lo Real y Maravilloso, y a las series Dos Ríos: el enigma y Duaba, la odisea del honor. En esta ocasión, mientras prepara la tercera temporada, responde algunas interrogantes sobre LCB. La otra guerra.
¿Cómo llega a ser uno de los guionistas de la serie?
En realidad yo no llegué, soy el autor de la idea. Ninguna de mis obras ha sido solicitada por nadie, ni Dos Ríos: el enigma, ni Duaba, la odisea del honor, ni LCB. La otra guerra. Concreto una idea después de investigar y la propongo, primero a un director, y luego, juntos, al ICRT.
Así fue con LCB. La otra guerra. Se la propuse a Alberto Luberta como director y coguionista. Le interesó mucho y comenzamos a andar. Para mí LCB es uno solo dividido en dos temporadas. La matriz no se ha modificado desde que comenzó. Recuerda que la primera temporada obtuvo el Gran Premio Caracol y el premio de banda sonora del mismo concurso.
¿Siente que el resto de los componentes del audiovisual desarrollan felizmente el guion?
Sí. Estoy agradecido del trabajo de los tres directores: Alberto Luberta en la primera, y Roly Peña y Miguel Sosa en la segunda temporada.
¿Cómo suelen ser las dinámicas de equipo con el resto de los guionistas?
Lo primero es tener una estética común. En las dos temporadas escribí el argumento, pero sin dejar de intercambiar con los otros guionistas. En caso de dudas por temas de producción, de soluciones de puesta, consultamos con los directores si están de acuerdo, por ejemplo, “¿podemos usar un helicóptero?”, “¿vamos a entrar a un marabuzal?”; cosas de ese tipo.
Luego escribía las escaletas, o sea, lo que va a suceder en cada capítulo. Eso nos permite escribir a la vez, por ejemplo, uno los capítulos 3 y 4, mientras el otro escribe el 5 y el 6. En la primera temporada escribió también Yaima Sotolongo. Siempre trabajamos en total compenetración.
Con respecto a la dirección, ¿cómo fluye?
El guion es la semilla, sin él no hay obra, pero tampoco sin el director y, mucho menos, sin actores y actrices. El guion es como la partitura y el director es el director de la orquesta. En sus manos se concreta todo.
¿Obstáculos para la creatividad del guion?
Muchos. Ni LCB se salvó de eso. Primero, los que decían que no iba a interesar porque ya no había nada nuevo que decir. Demostramos que estaban desinformados.
Asesores temáticos, imprescindibles por ser testigos importantes, pero que no dominan el proceso dramatúrgico, absolutizan lo que se dice en un parlamento y no confían en el contexto ni en la acción dramática como definidora. Hay que explicar mucho, convencer y hasta discutir. Por eso hay que estudiar antes de decidirse a escribir sobre un tema.
Finalmente, enfrentar a los receptores, los públicos, que son nuestro objeto de existencia. Había que vencer el prejuicio sobre obras con esos temas. Muchos pensaron que se iba a presentar un panfleto. La primera temporada comenzó a levantar en la medida que la iban descubriendo y dejó listo el terreno para la recepción de esta segunda.
Hemos encontrado criterios favorables a LCB como una forma de acercamiento al proceso histórico que aborda, superando la mera función de material de entretenimiento.
No selecciono los temas con intención educativa. Pienso primero que deben entretener por ser interesantes o que ofrezcan un ángulo poco conocido de un tema. Analizo si pueden emocionar. Construyo historias de seres humanos inspirados en historias reales. Siempre me ha guiado la idea de que lo serio no es lo contrario de lo entretenido, sino de lo aburrido.
Creo que la Historia interesa a todos y que es simiente de todos los argumentos posibles. Creo, sobre todo, en la Historia de Cuba.
Me parece que ha quedado demostrado que sí interesan. LCB es un tema histórico, además, eminentemente político de la historia de la Revolución y resultó unos de los programas más vistos de la Televisión Cubana, con un alto por ciento de audiencia entre la juventud.
LCB aborda una etapa histórica poco tratada en los niveles educativos generales y los medios de comunicación. ¿Qué retos supone llevar a la palestra pública las múltiples contradicciones de aquellos años iniciales de la Revolución sin dejar de ser rigurosos con la verdad histórica?
Aspiramos -hablo a nombre de los equipos de realización de ambas temporadas- a que a quienes les corresponda borren esas lagunas del conocimiento.
Además del relato histórico, esta serie ha demostrado rigor con aspectos socioculturales de los 60. Hay un énfasis en el léxico de los campesinos; se expone la psicología del revolucionario, incluso la del anticomunista; se muestran dinámicas de grupos sociales, métodos y objetos de las incipientes organizaciones formadas a partir del triunfo de la Revolución... ¿Es la intención particular de alguien en el equipo o una proyección mancomunada? ¿Qué variables se conjugan para que se haya logrado?
Los personajes de una obra pertenecen a un estrato social, a una época, a un país, a una región. Si no se atiende eso, no tienes el personaje. El idiolecto (la manera de hablar de cada personaje) es algo que se descuida a menudo en los guiones. Si vas a Duaba, la odisea del honor, verás que los personajes utilizan palabras y expresiones de fines del siglo XIX cubano y terminologías del mambí.
Algunos personajes, por ejemplo, los interpretados por Fernando Hechevarría, Osvaldo Doimeadiós, Carlos Gonzalvo, entre otros, han hallado entre la opinión popular gran aceptación en cuanto a cómo los desarrollan estos actores. ¿Los imaginaría en otros actores? ¿En algún punto pensó que no habría el acoplamiento perseguido?
Después de que ellos los encarnaron no los imagino en ningún otro actor. Estos personajes están desde la primera temporada y crecieron en la relación guion-director-actor. En la segunda temporada fue más fácil escribirlos porque escribíamos para ellos; igual que hacíamos para El Nene, Yeyo, Cloro, El Elegante; ya ellos eran los personajes.
En otros materiales periodísticos se ha dado cuenta de la relación ficción-realidad en la serie. Se han puesto ejemplos de personajes que representan hombres y mujeres que existieron pero a los que se les varió nombres o zonas de operación. Se ha explicado sobre hechos, operaciones militares, crímenes de los bandidos..., realmente ocurridos pero llevados a la serie con adaptación de algunas circunstancias. ¿Qué hizo a los guionistas inclinarse por la selección de uno u otro elemento histórico? ¿Qué determinó que las adaptaciones llegaran al nivel que vemos y no a uno mayor o menor?
Nunca la intención fue hacer la historia del bandidismo. Nos interesaba mostrar qué fue el bandidismo, mostrarlo desde la perspectiva de personas anónimas que lucharon o lo sufrieron. El estilo adoptado siempre fue en función de la construcción dramatúrgica. No me canso de aprender de los clásicos. Hace cuatro siglos Shakespeare dio su opinión sobre las obras artísticas de temas históricos.
¿Le reprocha algo a la serie?
No le pidas al padre que señale las debilidades de su hijo. Eso se lo dejo a los televidentes.
*Este texto se suma a homenajear la memoria del importante realizador cubano, de cuya obra también son resultado, entre otras producciones, La Atenea está en San Miguel y Memorias de un abuelo.
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