El emblemático estadio Latinoamericano de esta capital se convirtió hoy en el escenario de un encuentro cargado de nostalgia, pasión y esperanza, cuando se enfrentaron dos equipos de veteranos de Cuba y Estados Unidos.

Una novena antillana representando a Industriales y otra de los vecinos del norte integrada por productores agrícolas del estado de Maine, saltaron a la grama y más allá de la victoria 9-0 de los de los anfitriones, el verdadero triunfo estuvo en el espíritu de amistad y entendimiento que marcó la jornada.

«Siempre que uno va a dirigir a Industriales, que es el equipo que representamos en este caso, es importante por la tradición, porque ya jugué con ellos y tuve la suerte de dirigirlos», le declaró a Prensa Latina el otrora estelar receptor capitalino, Pedro Medina.

«Siento mucha satisfacción con encontrarme con peloteros que jugaron conmigo y es un compromiso grande poderlos dirigir aquí. Para mí es muy divertido y estoy muy contento que me hayan dado la oportunidad», agregó.

Con el sol invernal del trópico como testigo, los jugadores, muchos de ellos leyendas vivientes del béisbol, demostraron que el amor por este deporte trasciende fronteras y tensiones políticas.

Cada lanzamiento, cada swing y cada jugada fue un recordatorio del poder del deporte para unir, incluso en contextos históricos complejos.

El béisbol, deporte nacional en ambos países, ha sido un puente cultural entre las dos naciones y pese a décadas de tensas relaciones tras el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, eventos como este demuestran que el terreno de juego puede convertirse en un espacio para el diálogo y la reconciliación.

«Hemos visto videos de varios peloteros cubanos, entre ellos Germán Mesa y Rodolfo Puente y otros que se desempeñan en Grandes Ligas, juegan con una chispa que se nota y se celebra y queremos capturar un poquito de eso», dijo Jeff Lipp, timonel de los visitantes.

«El deporte nos une, aquí todos hablamos el mismo idioma, en este campo lo que hicimos fue conversar», apuntó el también jardinero del conjunto.

En el partido se vieron destellos de las habilidades que alguna vez llevaron a estos veteranos a la cima de sus carreras y además de exhibir una técnica depurada, mostraron un profundo respeto por sus rivales.

El marcador pasó a un segundo plano cuando los dos equipos, al final del encuentro, se fundieron en abrazos, intercambiaron experiencias y posaron juntos en las fotos que inmortalizarán este día.

Este tipo de encuentros subraya la importancia del deporte como herramienta para tender puentes entre pueblos. En un mundo tan dividido, actos como este son recordatorios de que los valores de respeto, camaradería y solidaridad pueden prevalecer, incluso en los momentos más difíciles.

El partido en el Latinoamericano, más allá de un homenaje al béisbol, fue un mensaje de esperanza: mientras haya voluntad, siempre será posible encontrar espacios para el entendimiento.

Aunque pasaron años se demostró que para estos veteranos, el amor por el juego y la oportunidad de construir lazos más fuertes sin condiciones entre Cuba y Estados Unidos siguen tan vivos como siempre.