Diciembre de déjà vu

Diciembre de déjà vu
Fecha de publicación: 
9 Diciembre 2021
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Foto: Tomada de Internet

Diciembre, un mes de encuentros familiares, celebraciones navideñas, despedidas y nuevos deseos para el futuro próximo, que vuelve a arribar con altas preocupaciones producto de la Covid-19 y las nuevas variantes que deja a su paso por las mutaciones que siguen originándose. Delta causó grandes estragos a nivel mundial, pero ahora Ómicron deviene la nueva interrogante.

Fue incluso en esta fecha, pero de 2019, cuando empezaban a navegar por la Internet titulares de un virus respiratorio, desconocido y lejano que atacaba a China. A pesar de tantas discriminaciones y acusaciones de que era el principal responsable y el inventor del SARS-CoV-2 sin pruebas reales, la verdad es que, como ese gigante asiático, pocos han logrado frenar la Covid-19.

Este nuevo coronavirus es el resultado de un ciclo de vida alterado y dañado por el propio hombre. Es consecuencia de una actitud desinteresada e irresponsable con la naturaleza y el concepto vida en todas sus connotaciones. La naturaleza en función del hombre, y no él en función de ella, protegiéndola y viviendo en resiliencia que tanto necesita el planeta de Tierra para su existencia.

La cotidianidad, el día a día, de la escuela o el trabajo a la casa, entre quehaceres hogareños y rutinas trilladas, agotadora por su carácter monótona, ha experimentado como la materia un proceso transformador. Un antes y un después nos separa sin y con Covid-19, con y sin abuelos, padres, meses sin clases presenciales y el contacto entre colegas de trabajo.

Foto: ACN

Un nasobuco a la vista muchos años atrás era cosa de extraños, ridículos, egocéntricos o hipocondriacos. En La Habana, antes salían a relucir ojos achinados, eran rostros aislados así, pero aquí, era algo contradictorio, partiendo de un panorama colorido y cielo azul, libre de contaminación ambiental. Sin embargo, hoy día, es como un distintivo de protección.

La moda del nasobuco, hechos por las abuelas de casa, otros industriales de tela y desechables, con personajes animados, lazos, y colores variados se extendió y pasamos a vernos como muñecos en serie, todos con boca y nariz tapados, dejando a la interpretación del de al lado, expresiones, sentimientos y palabras ocultas bajo pedazos de tela, y con la melodía de los ojos.

No obstante, como “moda” al fin, todo va cambiando. Cambia que a muchos no les interesa ya ponerse el tapabocas, no les interesa si se enferman y contagian a un familiar, ya no les interesa más la Covid-19 ni las nuevas variantes que son más transmisibles. No les interesa el presente porque están cansados de lo mismo, como si fuera igual que ir a dormir noche tras noche.

Pero por mal, muchos ánimos y exigencias vienen a caer en el momento menos indicado. Es como si en plena guerra, uno soldado se cansara por su agotamiento extremo, hambre, estrés psicológico, soledad y miedo, y dejara que sobre él una nueva lluvia de bombas le cayera desprevenido en plena noche, sin tener su arma en mano, sin estar a la defensa.

Manifestaciones en Francia en contra de la vacunación anticovid-19 / Foto: DW

Entre desánimos e ignorancia aguda se mece un cachumbambé tan largo como internacional en redes sociales, lo más insólito que pudiera verse en este siglo y a estas alturas de la pandemia. El analfabetismo de muchos de ignorar la enfermedad, los millones de contagiados, sus síntomas, daños, los miles de fallecidos, de deshonrar el pesar por los que ya no están y quienes los lloran.

Más que eso, también están los que niegan a Delta u Ómicron y afirman que ello no es más que una maniobra de sus gobiernos para privarlos de sus derechos humanos, de su libertad. Tampoco se quedan atrás los que se oponen a las vacunas, se niegan rotundamente a la inmunización, no creen en el valor de la ciencia, ni valoran el arduo trabajo del personal médico y científico.

Es una pandemia de egoísmo humano, que ataca verbal y físicamente a los médicos que están de turno de guardia y a los enfermeros que llevan a cabo la inmunización, un sentir entre los males que genera un desorden al punto de caer en protestas, manifestaciones masivas y violentas en contra de medidas que más que restrictivas, velan por la salud de sociedades y economías.

Y entre tanto egoísmo, la avaricia de los más desarrollados, el materialismo de los capitalistas ha pisoteado, como nunca ha dejado de ser, a los pueblos pobres, a los niños más desfavorecidos. Van por el mundo trazando su camino, no miran ni al lado, ni hacia atrás, no extienden la mano, aborrecen lo solidario, ser buenas personas, naciones de bien.

China donará mil millones de vacunas anticovid-19 para las naciones africanas / Foto: El Sol de México

En Europa pasa que en muchos países las vacunas sobran porque ya a sus pobladores no les interesa vacunarse. Pasa que sus residentes, algunos latinos emigrados, no ven el problema de la escasez de vacunas en sus pueblos natales, y pasan a formar parte de esa gran masa que no permite mejorar a los más perjudicados, incluso a los que viven en la tierra que los vio nacer.

Esta pandemia, es de esos momentos claves que saca lo mejor o peor de las personas en condiciones atípicas y difíciles. Solo que el efecto es recíproco por la naturaleza de ese gran ciclo infinito de la vida. AMLO, como se le dice abreviadamente al actual presidente de México, lo dijo hace cuestión de semanas, Ómicron es una consecuencia de la desigualdad internacional.

Como mismo la comunidad mundial dejó atrás a los pueblos africanos, los más saboteados, esclavizados y arrinconados a lo largo de la historia, más duro incluso en esta pandemia que ni los más ricos y desarrollados logran aguantar, al virus le cedieron espacio entre seres sin asistencia médica, desnutridos, sin tan siquiera una dosis anticovid-19, y por ello mutó hasta Ómicron.

Y llegó nuevamente diciembre, cuando debería ser una jornada de festejos y alegrías, el sexto rebrote en Europa es última noticia, los récords de contagios, los cierres parciales y totales en lugares donde las hospitalizaciones han subido y ya casi no queda capacidad para nuevos ingresos. Fiestas y cenas navideñas canceladas y visitas postergadas, ¿a dónde irá a parar esta historia?

Parará cuando la población concientice la necesidad de vacunarse, el hecho de que Alemania y Bélgica, por ejemplo, estén en rebrote fue porque allí llegaron vacunas, pero millones no accedieron a estas. Ese por ciento de no vacunados es hoy día el principal agente de contagio de la Covid-19, lo que propicia que los ya vacunados enfermen, aunque sea con síntomas leves.

Parará cuando las naciones respeten a África y América como pueblos dignos y en igual de condiciones como otras, y no como el patio trasero de la mansión lujosa. Parará cuando la solidaridad y humanismo predominen. Parará cuando los pueblos luchen entre todos, cuando los autores de esta novela basada en hechos reales, se apoyen entre sí.

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