Con Sergio Corrieri: Viaje por su vida
especiales
En Memorias del subdesarrollo, clásico del cine cubano, de Tomás Gutiérrez Alea.
Mi primera entrevista con Sergio Corrieri durante la IV Sesión del Teatro de las Naciones, en 1978, en Caracas, quedó inconclusa por las muchas actividades del entonces director del grupo Escambray. La retomamos después en La Macagua, Villa Clara, sitio del colectivo teatral, que dirigió. Por su interés la reproducimos como parte del legado de quien fue una de las figuras más notables de la escena cubana.
CONVERSACIÓN ENTRE DOS
"No tuve una vocación teatral como pasa con otros actores que de niños recitan en las fiestas de curso o gesticulan frente al espejo. Inclinaciones artísticas sí las tenía. Mi abuelo era escultor, y a mí me fascinaba esculpir. Hubo una época en que pasaba horas y horas entregado a esa actividad.
En el Bachillerato nos unimos un grupo de jóvenes para estudiar, pasear o ir a fiestas. Algunos se interesaron por el teatro y, como no quería romper ese vínculo, al decidir ellos a pasar las pruebas de ingreso al Teatro Universitario, también me embullé. Recuerdo que me tocó pronunciar el discurso de Marco Antonio en la obra Julio César. Yo no tenía idea de lo que estaba diciendo, pero parece que salió bien porque aprobaron mi examen".
Del Teatro Universitario, Sergio pasó a Teatro Estudio, “la influencia más decisiva y perdurable en mi formación”. Ya en 1958, al calor de los análisis y discusiones de los artistas de ese grupo, empezó a plantearse el teatro y el arte en otra dimensión no solo como una manera de reflejar problemas íntimos, personales, sino con un alcance mayor, lo que contribuyó a unir su preocupación artística con la social.
-Una pregunta inevitable: ¿Qué ha significado en tu carrera el David de En silencio ha tenido que ser?
-No hay día ni lugar donde no aprecie la popularidad de David, el arraigo que tiene porque él es la médula de la Revolución, un símbolo.
Cuando pienso en el serial me viene a la mente el poder tan increíble que tiene la TV. Yo había trabajado solo en teatro filmado, que es muy distinto a trabajar directamente en ese medio. Mi actividad dentro de la televisión comienza en verdad con los seriales. El público a quien identifica es al personaje no obstante que detrás de él estén figuras tan importantes como el camarógrafo, los asistentes, el actor, el director... Pero es la cara del actor la que reconoce.
Te repito que para mí, la TV posee un poder de penetración extraordinario. Si vas al teatro o al cine tienes que vestirte para esa ocasión, tomar un transporte. La televisión entra en la casa como un amigo más, que se sienta frente a ti o a tu lado a conversar sin las mayores dificultades.
En el personaje de David, de la serie de TV En silencio ha tenido que ser.
Volvemos al tópico del cine: ¿Qué piensas de Memoria del subdesarrollo al cabo de tantos años?
-Precisamente, la última vez que la vi fue en la TV. Creo que mantiene su frescura.
- ¿Sergio, me gustaría saber qué tal funciona tu sentido autocrítico?
-Esto pudiera verse en tres etapas. Cuando uno termina una película, está tan imbuido de todo que no tiene sentido crítico. Luego, cuando transcurre el tiempo, se da cuenta de que algunas cosas pudieron hacerse mejor, pero a la distancia de los años ya la ve un poco como historia y no se disgusta por cómo lo hizo. A Memorias del subdesarrollo la veo de acuerdo a las condiciones de aquel momento y de mi propia capacidad entonces.
Sin embargo, con el serial no me pasa así. Tengo ahora una visión crítica e incluso inconformidad con determinadas soluciones de mi trabajo, que hasta me molestan. Tal vez cuando pasen los años ya no lo sienta así.
Claro que en la conversación no faltó el tema del Teatro Escambray, del que fue fundador y director:
-Cuando llegamos casi éramos unos desconocidos; la gente nos veía como extraños; el grupo tuvo que trabajar duro para que los de la zona lo sintieran como cosa propia. El colectivo ha expresado en su quehacer dramático gran parte de los afanes inquietudes de los hombres del Escambray en un teatro de actualidad, muy efectivo y de mucha comunicación. Desde todo punto de vista la integración ha sido múltiple.
-¿Qué ha sido más emocionante para ti, en este largo andar por la escena?
-El propio teatro del Escambray. El teatro es complejo e interviene mucha gente y cada una tiene una visión particular de las cosas, un modo distinto de ser, aunar y filtrar todas esas voluntades y no es fácil.
En Teatro Escambray.
-¿Libros preferidos?
-El que más me impresionó fue Cien años de soledad, de García Márquez, lo leí una vez que estuve enfermo en cama y luego lo releí con el mismo gusto, con el mismo deslumbramiento inicial. Me atraen también los libros de Semitono, un autor que sabe combinar con maestría la profundización de la novela policíaca con la agilidad de un guion cinematográfico. Leo, además, poesía.
-¿Autores?
–Casaus, Retamar. En mi preferencia está la poesía nicaragüense: Gioconda Belli, Leonel Rugama, quien murió con menos de 30 años y tenía un mundo de posibilidades. En Nicaragua, todos son a su modo un poco poetas pues en el habla cotidiana se expresan con metáforas e imágenes.
-Y hablando de poesía ¿te has inspirado alguna vez?
-Sí, ¿quién no ha escrito un poema antes o después?
-¿Tú los escribiste antes o después?
-Siempre que he tenido esa necesidad: aunque hay poemas que es mejor que se queden en la gaveta.
-Otra cuestión más íntima: ¿Cómo es en realidad Sergio Corrieri?
-Creo que nadie sabe realmente cómo es. Toda idea que uno se haga de sí mismo es equivocada.
Al final de aquel encuentro me resultó pertinente preguntarle: ¿Qué mensaje darías a los jóvenes?
-Que sean siempre sinceros e inconformes con todo lo mal hecho.
Nota: El actor, director teatral e intelectual cubano falleció el 29 de febrero de 2008. Ocupó importantes cargos y fue miembro del Comité Central del Partido Comunista. Recibió varios premios y distinciones, entre ellos, Premio a la mejor actuación masculina en el Festival Internacional de Moscú y Premio Nacional de Teatro de Cuba, 2006.
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Carlos de New York City
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