Cienfuegos, esa perla refulgente al sur de Cuba

Fotos: Modesto Gutiérrez Cabo

Una mirada al centro urbano de Cienfuegos nos devuelve a la ciudad, que a pesar de los 204 años que cumple este 22 de abril, mantiene ese hálito de urbe marinera, neoclásica y con sus huellas francesas.

La roseta de la urbe marca el punto fundacional de la otrora colonia Fernandina de Jagua, justo en el lugar donde Don Luis De Clouet y un grupo de colonos de origen galo se reunieron para hacer nacer el poblado, que se convertiría 10 años después en Villa.

El boom azucarero de Cienfuegos fue sustentado por el establecimiento de numerosos ingenios, la siembra de extensiones cañeras y la introducción acelerada de mano de obra esclava y del ferrocarril, junto al crecimiento comercial y de su puerto para convertirla en ciudad en 1880.

Considerada una de las ciudades de gran eclecticismo, en esta confluyen las líneas de las edificaciones neoclásicas y los estilos Art Nouveau, y Art Déco, con puntales altos, portales amplios y columnas.

Cuando en 2005 por sus valores arquitectónicos obtuvo el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad, se planteaba en la declaratoria de la Unesco que Cienfuegos representa un ejemplo excepcional y adelantado de su implantación en el planeamiento urbano en América Latina en el siglo XIX.

Y decía, además, que ese centro urbano está considerado “el primer y excepcional ejemplo de un conjunto arquitectónico representativo de las nuevas ideas de modernidad, higiene y orden”.

Son ya más de dos siglos de existencia, marcada por otras bondades, tal es esa de haberle nacido hijos como el mundialmente conocido cantautor cubano Benny Moré o agrupaciones emblemáticas al estilo de la Orquesta Aragón.

Tiene en Paulina Álvarez a una Emperatriz del Danzonete, cuenta con el Paseo del Prado más largo de Cuba, la bahía de bolsa que resguardó a corsarios y piratas, además de una luna única, que se llamó Maroya para los aborígenes, y cienfueguera para los poetas que aún le cantan desde el litoral.