¿Musk quitándose la sal de encima?
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Musk, tan criticado por hacer espacio en su red social a diversas manifestaciones de la ciberguerra, ahora se queja de ser su víctima, en particular de un ciberataque.
Así sucedió este lunes último, cuando la red social X –antes Twitter-, que comprara el magnate por 4.000 millones de dólares a finales de 2022, dejó a decenas de miles de personas sin acceso a la misma.
En las primeras horas empezaron los reportes de usuarios de Asia, Europa y Norteamérica alertando que no podían acceder a la red, y más tarde, el propio Musk confirmó desde su plataforma que "Hubo (y todavía hay) un ciberataque masivo contra X”.
"Nos atacan todos los días, pero esto ha sido organizado con muchos recursos. Está involucrado un gran grupo coordinado o un país. Estamos rastreando", añadió.
A vuelo de pájaro hasta podría causar lástima este quejumbroso Musk que lamenta ser víctima de un gran ataque. Pero basta conocer solo un poco de sus conductas y procederes desde que ha emergido como mano derecha de Donald Trump, para convencerse de que su papel de víctima podría ser solo una estratagema.
Foto: Brian Snyder / REUTERS
Quién quita que este astuto empresario y también político, quien en realidad sí ha sido víctima, pero de muy justas críticas, lo que ande buscando con este episodio sea desviar la atención de sus intromisiones, desplantes y disposiciones como jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), que tantas protestas han generado y que a muchos han perjudicado, incluso dentro de la propia cúpula gobernante.
Es así que podría especularse, solo aventurar suposiciones, sobre la posibilidad de que este sea un truco de este multimillonario, empoderado también en el ámbito mediático, para “quitarse la sal de encima”, como diría cualquier cubano.
Foto: AP
Porque eso de echarle la culpa del ciberataque a Ucrania, como ya hizo, casi resulta risible. En esa geografía en guerra no parecen existir hoy las condiciones logísticas para ejecutar un daño como el informado, de tan altos quilates.
Además, sea ficticio o real lo sucedido con X, de todas formas resulta una paradoja que Musk ande quejándose de ser víctima de un ciberataque, de la ciberguerra, cuando esa misma plataforma ha sido multiplicadora de mensajes de odio, de embestidas a la soberanía de otros países, de medias verdades y mentiras, usualmente primero difundidas en Facebook/Meta.
Starship, de SpaceX, explota en el cielo de Florida. Foto: AFP
El reciente estallido en pleno vuelo -por segunda vez- del cohete Starship, de SpaceX, igual le mereció al magnate muchas críticas, que se añaden a las de los trabajadores de X -despedidos más del 80%-, a las derivadas de sus intentos por controlar a los empleados federales, a las de los migrantes que se sienten azocados, perseguidos; los atentados a Tesla, y también a las críticas por suscribir a pie juntillas las pretensiones trumpistas en cuanto al Canal de Panamá, por renombrar el Golfo de México..., y un largo etcétera que abarca prácticamente todos los decretos presidenciales dictados por la Casa Blanca desde el nuevo mandato.
Conste que un ciberataque, de la magnitud de que sea y contra quien sea, será siempre éticamente incorrecto, un hecho punible, para nada a imitar y mucho menos aplaudir; pero la democracia en EE.UU. anda maltrecha, precisamente por tantas disposiciones, anticonstitucionales muchas de ellas, y por alguna parte ha de liberarse la presión acumulada.
"Nadie eligió a Musk" se lee durante protestas en Washington contra el departamento de Elon Musk. Foto: Kena Betancur VIEWpress
Si a ello se agrega el despido de muchos moderadores de X, en aras de una supuesta libertad de expresión esgrimida por Musk, que ha sido igual libertad para el odio, y hasta lo del Starship, entonces la mesa quedaba servida para que también las condenas apuntaran a su figura, volviéndose la criatura de su propiedad, X, también en contra suya.
Quizás algunos críticos de los más furibundos urdieron el ataque, o quizás Musk se ha sentido tan condenado que él mismo llevó a cabo la estratagema del ciberataque –no más que un autosabotaje- para librarse, al menos momentáneamente, de tanta presión y desviar a otro sitio las miradas buscando colocar en segundo plano sus desaguisados.
Foto: SOPA Images / Sipa USA
Pero los lastimados, que son muchos y de muchos bandos, históricamente han demostrado tener buena memoria. Eso no lo debería olvidar Musk, ni nadie.
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