La Protesta de Baraguá: un hito de resistencia
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Imagen: tomada de radiohc.cu
La Protesta de Baraguá, ocurrida el 15 de marzo de 1878 en Mangos de Baraguá, en la actual provincia de Santiago de Cuba, constituye uno de los episodios más emblemáticos de la historia revolucionaria cubana.
Liderada por el Mayor General Antonio Maceo Grajales, esta acción marcó un rechazo contundente al Pacto del Zanjón, firmado el 10 de febrero de 1878, que había puesto fin a la Guerra de los Diez Años (1868-1878) sin garantizar la independencia de Cuba ni la abolición de la esclavitud.
No fue solo un acto de desafío militar, sino un pronunciamiento político que reafirmó los ideales de la lucha cubana en un momento de aparente derrota, dejando un legado de resistencia que influiría en las batallas posteriores por la soberanía y la justicia social.
La Guerra de los Diez Años, iniciada el 10 de octubre de 1868 con el Grito de Yara, representó el primer esfuerzo masivo por liberar a Cuba del dominio colonial español. Tras casi una década de combates, el movimiento independentista estaba agotado. Las divisiones internas, la escasez de armas, provisiones y medicinas y la falta de apoyo internacional habían debilitado a los patriotas.
En 1876, la llegada del general español Arsenio Martínez Campos, con tropas reforzadas y una estrategia de pacificación, intensificó estas dificultades. Para finales de 1877, la guerra atravesaba un punto crítico, y las fuerzas cubanas, desgastadas, enfrentaban una desventaja cada vez mayor.
En ese contexto, el Pacto del Zanjón, acordado en Camagüey el 10 de febrero de 1878, ofreció una paz que incluía amnistía para los insurrectos y ciertas reformas, como una autonomía limitada, pero dejaba intactas las demandas esenciales: la independencia total y el fin de la esclavitud. Muchos patriotas consideraron este acuerdo una traición a la causa revolucionaria.
Sin embargo, en la región oriental de Cuba, las fuerzas bajo el mando de Antonio Maceo mantenían una resistencia más vigorosa. A principios de 1878, Maceo había logrado victorias significativas, lo que le dio una posición de fortaleza frente a las adversidades.
Fue así que tal situación le permitió rechazar el pacto y convocar a un encuentro con el general Arsenio Martínez Campos el 15 de marzo de 1878, en Mangos de Baraguá. Ese día, en un momento histórico, Maceo expresó su negativa a aceptar cualquier arreglo que no garantizara la independencia de Cuba y la abolición inmediata de la esclavitud.
Martínez Campos, confiando en su capacidad para negociar, intentó persuadirlo con promesas de reformas parciales. Pero Maceo, con determinación inquebrantable, lo interrumpió mientras detallaba las condiciones del pacto, dejando claro que no estaba dispuesto a ceder en los principios fundamentale. Este gesto reflejó no solo su convicción personal, sino también el respaldo de sus compañeros, quienes compartían su rechazo al acuerdo.
Tras la partida de Martínez Campos, los patriotas cubanos, liderados por Maceo, redactaron un documento que establecía un gobierno provisional en Oriente y reafirmaba sus objetivos independentistas. Aunque breve, dicho texto mostró la claridad política de los libertadores y su compromiso con una lucha sin concesiones.
La Protesta de Baraguá trascendió lo militar para convertirse en expresión de una visión revolucionaria profundamente ligada a las condiciones sociales de la época. Maceo, de origen humilde y ascendido a los más altos rangos del ejército por su valor y capacidad, encarnaba los intereses de los sectores más radicales y desfavorecidos, especialmente los esclavos liberados y las clases menos favorecidas que formaban el núcleo de las fuerzas rebeldes.
Imagen: tomada de trabajadores.cu
Su postura contrastaba con los favorables al Pacto del Zanjón, en su mayoría terratenientes dispuestos a pactar con las autoridades coloniales. La negativa de Maceo a aceptar una paz sin independencia ni justicia social buscaba un cambio estructural que liberara a los oprimidos y acabara con las desigualdades del sistema colonial.
El verdadero valor de la protesta no radicó en sus logros militares inmediatos, sino en su altísimo impacto para mantener vivo el espíritu de lucha y preservar los ideales independentistas en un momento de crisis.
La Protesta de Baraguá dejó una huella imborrable en la historia de Cuba, convirtiéndose en símbolo de resistencia y dignidad. Este acto marcó el camino para la Guerra Necesaria de 1895, liderada por José Martí, quien reconoció en la protesta un ejemplo de firmeza que inspiró a los nuevos combatientes.
En el siglo XX, tal acontecimiento siguió siendo un referente para las luchas por la soberanía y la justicia social y la Revolución triunfante en 1959, que definitivamente consolidó la independencia, fue igual heredera de la intransigencia de Maceo.
Monumento Nacional Mangos de Baraguá. Foto: tomada de radiorebelde.cu
Mangos de Baraguá, el lugar donde ocurrió la protesta, y su memoria constituyen estandartes de la identidad nacional, evocando la importancia de defender los principios revolucionarios frente a cualquier adversidad.
Porque la Protesta de Baraguá no fue solo un episodio de desafío frente al general Arsenio Martínez Campos, sino un momento definitorio que reafirmó los fundamentos de la revolución cubana, donde Antonio Maceo y sus seguidores demostraron que la lucha por la independencia y la igualdad, por la soberanía y la justicia, no admiten negociación ni compromiso.
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