HOMENAJE: Elio Menéndez me acompaña
especiales

Elio Menéndez, te estoy observando en una de tantas jornadas de albañilería. El sol te abraza y, si sigue así de fuerte, te abrasará mientras, junto al center field Quijano, preparas la mezcla para levantar la pared que les va a proporcionar algunos pesos para mitigar la miseria de sus hogares.
El sudor no desvanece tus recuerdos de aquella bodega enclavada en tu patria chica, San Miguel del Padrón, donde junto a tu amigo Salamanca, soñabas ser narrador deportivos y, entre el despacho de café, arroz, la contra de sal y azúcar o la cerveza y las líneas de ron barato, ambos imitaban a los profesionales al narrar juegos inventados para contento de los clientes, separados por el mostrador. Tampoco olvidas la mar, trabajabas de marino en los viajes hacia Estados Unidos, ni el apoyo de un emigrante venezolano que te tiró un cabo en esa tierra al ver la debilidad de tu bolsillo.
Estremecimiento de mezclas y ladrillos, entonces Antonio Guiteras penetra otra vez con paso firme en tu alma, junto a Martí y Mella a quienes tantas veneras: sabes que por la vía electoral no hay salida verdadera para los de abajo y su violencia necesaria tendrá que vencer para poder eliminar la fealdad de esta república El dogma--pacto con los menos malos en el caso de Cuba fue ligarse con un asesino. Ppesó después en la caída en combate de Tony. Ah, Martí, Mella y Guiteras están con Fidel en las montañas. Ahora sí podemos salvar a la patria. Sin ser político ni un teórico acerca de los problemas de la sociedad, la existencia y la visión proletarias te ayudaron a comprender y apoyar de alguna manera a los libertadores.
Me gusta este filme-remembranzas de tu vida que comenzó lejos de una cura dorada el primero de marzo de 1930. La crianza familiar resultó forja bendita, el apego apasionado a la lectura te fortaleció. La prosa de Eladio Secades fue luz para guiarte a la profesión `periodística, aunque parecía imposible llegar a ella en tu juventud. Asumiste lo valioso de Eladio y, adolorido. despreciaste sus errores. Absorber lo que vale ha sido tu universidad; aulas negadas por las desgarraduras de la pobreza.
La victoria del pueblo te permitió defender la verdad con el fusil miliciano y el de los escritos. Cantar al deporte nuevo que avanzaba no te bastaba: fundador del Inder, dirigente sindical allí, la lucha contra el anticomunismo, contra el sectarismo, al lado de tu Comandante, el de todos los seres humanos patriotas de esta nación, Organizas brigadas de macheteros: contigo al frente. hacia la zafra. Crece tu prosa, puedes sonreír y reír: entregas lo que sientes y conoces desde las páginas del LPV, el Mundo, Granma, en programas de radio…
Milagro de la etapa, aquel bodeguero, marinero, constructor, aquel busca vida sin caer jamás en ilegalidades, ha llegado a publicar libros. Me dirías Oye, qué milagro ni un diablo; estoy claro, sin la Revolución, ni hablar. El batallar no acaba: los girovagantes prefieren a los sinflictivos. Como poseías opinión propia y la usaste con vista a construir con mayor solidez la sociedad y eso no le gusta a todos, en especial a los oportunistas, Te acusaron en no pocas ocasiones de conflictivo por plantear la presencia de manchas y la urgencia de limpiarlas. pero esas suciedades tienen autores que no ven o no quieren ver.
Ya estás en Juventud Rebelde, refugio y trinchera, como jefe de la página que refleja e interpreta las lides del músculo. Labor excelente. No quedaste ileso de las injusticias; la peor: nunca fuiste enviado a cubrir unos Juegos Olímpicos a pesar de ser el mejor periodista deportivo cubano de esa etapa, y uno de los más brillantes de todos los tiempos Y ha ido cada uno a dichas justas.…Jamás te preocupaste por esas fallas.
El reconocimiento supremo te la ha ofrecido el pueblo con su cariño y respeto. En él vives. Eso está por encima de los galardones recibidos: Premio Nacional de Periodismo por la Obra de la Vida, primer cubano merecedor del Premio por la Obra de la Vida que otorga la Asociación Internacional de la Prensa Deportiva en América, entre ellos. Con tu presencia vigorizas la calidad de esos premios, los haces más creíbles.
Vives también en tu hija Marina: bien moldeada por ti llegó a ser directora de Juventud Rebelde y es especialista en los problemas internacionales. Virtuosa como tú, capaz de sacrificar ese cargo, otras misiones y alegrías para cuidarte hasta los últimos momentos a ti y a tu segunda esposa. Ahora mantiene dedicación semejante en la atención a su progenitora. En ella vibra tu alto humanismo y tu profesionalidad.
Me ha sido muy difícil escribir estas líneas. La nostalgia, la tristeza me rodearon. Aunque me sentí feliz al hacerlo porque te mantengo a mi lado como siempre y estoy orgulloso de haberme hermanado con un camarada maravilloso. Le pido prestada una frase en relación con estos asuntos a Jesús González Bayolo, un hermano mutuo: no tengo que recordarte porque nunca te he olvidado.
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