Camilo Cienfuegos: 90 años junto al pueblo

Camilo Cienfuegos: 90 años junto al pueblo
Fecha de publicación: 
6 Febrero 2022
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Una multitud de flores ha coloreado, año tras año, este mar de las Antillas desde su desaparición física en 1959, pero su sonrisa perpetua continúa en tierra firme, junto a este pueblo cubano que no le olvida y le rinde especial homenaje este 6 de febrero, cuando cumpliría 90 años.

Sucede que “Hombres como Camilo Cienfuegos surgieron del pueblo y vivieron para el pueblo”, como afirmara el Comandante en Jefe Fidel Castro.

Sencillo, jaranero y siempre alegre, le escribía a su familia en 1954, a propósito de su cumpleaños 22: “Del día de mi cumpleaños les diré que tuve quien me hiciera mis regalitos, pues Rafael me regaló una corbata, la familia Téllez una camisa y unos calzoncillos y por otro lado un pasador y yugos. ‘Suerte que tiene el cubano’”.

Fuimos todos los cubanos de esta Isla quienes tuvimos la suerte de contar con una figura como la del “Señor de la Vanguardia” en nuestra historia patria.

Acumulaba tan solo 26 años y ya en torno a su figura existía un mito popular creado a partir del combate en Monte la Estrella, de donde salió ileso a pesar de la inferioridad numérica de sus tropas y del armamento, y que le valió para alcanzar los grados de comandante, según recuerda la Mayor Sonia Regla Pérez Sola, en su artículo Noventa años de su sonrisa eterna.

Su arrojo y aptitudes como estratega militar le ganaron en 1958 el ser designado por Fidel para liderar la Columna No. 2 Antonio Maceo, que resistió con éxito 48 días de asedio y persecución del ejército batistiano.

De la mano de la valentía participó desde el primer combate, en Alegría de Pío, y luego en otros como La Plata y el Uvero. Fue en Pino del Agua donde resultó herido y a propósito de aquel suceso su compañero de armas, Luis Olazábal Cepeda, a quien Camilo apodara El Dinamitero bailarín, relataba en entrevista periodística cómo Cienfuegos exigió que atendieran primero a un soldado también impactado por disparos enemigos, “o si no, lo hacia él”.

“Él no dejaba atrás a un compañero aunque el enemigo estuviera encima, lo que demuestra que quería a sus hombres, y nosotros lo adorábamos; nunca iba atrás, siempre delante, Camilo y el Che (Guevara) peleaban al frente, de pie, por eso en Pino del Agua lo hirieron (a Camilo) en los muslos. Era muy guapo, pero ecuánime.

“También era jaranero, noble, pero si tenía que hacerlo castigaba a cualquiera. Recuerdo que a un compañero lo castigó una vez y otro compañero y yo que estábamos de cocineros, le llevábamos, escondidos, comida y en una de esas Camilo nos sorprende, pero no nos dijo nada. Al otro día lo sorprendimos a él haciendo lo mismo, escondido de nosotros”, evocaba Olazábal.
 

Numerosas son las anécdotas y testimonios que dan fe del calibre humano de aquel cubano nacido en un hogar humilde de Lawton, que fuera  trabajador de una sastrería y cuyos ideales emancipadores le llevaran a hacer la travesía en el yate Granma y a ganarse la entera confianza de Fidel y del Che Guevara, quien de él sentenció: “No ha habido en esta guerra de liberación un soldado comparable a Camilo”.
 

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