Atletismo cubano: Ese monstruo de 47 cabezas digno de análisis siempre (+ Videos)
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Yaimé Pérez se consolidó como la atleta más estable de Cuba durante el ciclo que culminó en Tokio, pues además de su bronce olímpico patentó dos coronas de la Liga del Diamante. foto. Getty.
El deporte cubano en 2021 luchó para imponerse en los Juegos Olímpicos, el principal escenario competitivo y punto culminante del cuatrienio. Solo que ese batallar estuvo marcado por el azote de un adversario adicional, como lo ha sido en prácticamente todas las esferas de la vida, la Covid-19.
Entonces, el panorama lógicamente fue distinto, tando desde el punto de vista competitivo, con un calendario abrupto o sui géneris si se quiere, como en materia de preparación, con bases de entrenamientos en formato de burbuja acá en casa, restricciones por concepto de reisgo epidemiológico; y luego un contexto similar en el exterior, pulsando al detalle cada posible escenario de confrontación de nuestros legionarios.
Con esas variables iniciales toca adentrarnos un poco en el campo y pista, un monstruo de 47 cabezas y la disciplina que mayor protagonismo adquiere bajo los cinco aros, en la cual además Cuba posee una enorme tradición y poderío; y como parte de una campaña que igualmente estuvo marcada en lo competitivo, por otros termómetros como la Liga del Diamante, el mundial juvenil, y los I Juegos Panamericanos Junior de Cali; además de una recta final de cinco controles domésticos como estrategia de la Comisión Nacional que constituyeron medidor de peso en la búsqueda de marcas clasificatorias y criterios de conformación de nómina definitiva olímpica, ante ausencia de posible inserción en otros escenarios para no pocas pruebas.
Visor Olímpico
A Tokio llegamos con una comitiva inicial de 18 atletas, la cual no pudo patentar de inicio con el rendimiento del portento del triple salto Leyanis Pérez, producto de una lesión, ni de sus compañeros de especialidad Andy Díaz, causa similar; y Jordan Díaz, quien abandonó la comitiva durante la gira europea.
Además, el propósito inicial de superar el bronce en solitario de la discóbola Denia Caballero en Río 2016 no era una quimera, ni mucho menos. Entonces, radiografiando los rendimientos propiamente de la cita descollaron el saltador de longitud Juan Miguel Echevarría (8.41), y su homólogo Maykel Massó (8.21), con un doblete inédito en esa especialidad; la discóbola Yaimé Pérez (65.72-bronce); trío aportador de preseas, y en ese sentido los de rendimientos más notorios.
Más allá del podio de premiaciones hay otros rendimientos individuales muy descollantes, como los de Roxana Gómez con su fenomenal 49.71 segundos en los 400 metros, marca que además la situó novena en el top list de la campaña en una prueba tran creuenta, liderada por la fenomenal bahamesa Shaunae miller-Uibo (48.36), y que le abrió las puertas de una final olímpica, en la cual no pudo culminar por… una molestia muscular.
O los dos saltos de 14.70 metros materializados por la triplista Liadagmis Povea, quinta en una de las finales de triple salto más cruenta que haya atestiguado, comparable con la de Beijing 2008, en la cual Yargeris Savigne también se fue sin metales. Por cierto, Lia desde mi modesto criterio, fue una de las atletas más sólidas de nuestra armada a lo largo de todo el 2021.
En la cuerda de lo notorio igualmente hay que colocar al relevo femenino del 4x400, el cual después de imponerse en el Mundial de Silesia, y patentar allí loables 3:27.90 minutos, rebajaron ese crono hasta 3:24.04, el segundo mejor de una posta larga femenina cubana de la historia; y noveno de una campaña regenteada, como es habitual, por Estados Unidos (3:16.85).
Válido añadir como destacable los 54.99 segundos de la santiaguera Zurian Echevarría en los 400 c/v; rebajando en una centésima su tope personal.
Pero si de registros se trata, no se le puede volver la espalda a los 1:56.28 de la ochocentista Rose Mary Almanza, válidos para anclar tercera del listado anual comandado por el fenómeno estadounidense de nombre Athing Mu (1:55.04). Aunque a Rose Mary, le sigue quedando el olimpismo como asignatura pendiente, pues el no clasificarse a la final en Tokio quedó como adeudo, y en discrepancia con lo exhibido por ella durante la temporada.
Como también deficitarios estuvieron los rendimientos de Denia y el saltador de altura Luis Enrique Zayas, quien luego de un 2020 en el que sobrevoló la varilla por encima de 2.33, no pasó de 2.27 en 2021, y eso no precisamente en la capital nipona, donde descoordinación en su carrera de impulso, y malestares físicos atentaron contra un mejor rendimiento.
Acá también soslayar el octavo puesto de Yarisley Silva (4.55), que si bien estuvo distante de sus mejores registros, le concedió otro año de presencia en la élite de una disciplina que cada vez patenta mayor rivalidad y calidad.
La cantera
El relevo atlético, independientemente de escollos afrontados durante su proceso preparatorio para encarar, cinco efectivos el mundial juvenil de Nairobi; y luego los I Juegos Panamericanos Junior de Cali, Colombia, ha dejado un sabor esperanzador en este año que culminó.
Eficiencia fue palabra de orden de nuestros mundialistas en la capital de Kenya, donde con botín de un título y dos bronces dejaron su impronta, además de la condición de séptimo finalista del martillista Ronald Mencía (71.60 y antes 74.98 en preliminares); y la descalificación de la ochocentiasta Melanie Cooper cuando culminaba primera de su heat semifinal y segunda entre todas las corredoras (2:09.06 minutos).
Luego vendría el termómetro de Cali, en el cual no se les exigió el 100% de sus rendimientos a nuestros representantes, esencialmente por el hecho de no haber encarado una preparación con todqas las de la ley, y haber intentado la puesta en forma en un ciclo corto de poco más de ocho semanas.
Entonces irrumpieron en tierras cafeteras, culminando segundos (9-6-3) del medallero de la disciplina a la escolta de Brasil (10-12-8) y con no pocas demodstraciones de relieve. Aquí abro un paréntesis para una reflexión, máxime cuando nuestros nueve ases caleñs tendrán la posibilidad de pugnar en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile 2023:
En los últimos años, diría que en los últimos dos ciclos olímpicos con mayor expresión, ha costado mucho la estabilidad de figuras y el salto de calidad a la élite cuando muchos de nuestros deportistas van a materializar el cambio de categoría. En edades cadetes y juvenil despuntan como verdaderas estrellas y luego padecen estancamiento, o su curva de progresión no se consolida.
En ese fenómeno, el cual no es exclusivo del campo y pista, no se le puede volver la espalda a otros elementos latentes, como el éxodo creciente de deportistas, ahora con mayor expresión desde ese grupo de edades o en franca formación; y otras cuestiones asociadas a saberes, metodología, infraestructura de desarrollo…
Mirando un poco más al detalle a la cantera hallamos que Silinda Morales (lugar 26-63.17 metros), y Melanie Matheus (60-59.34) se encuentran en posiciones bastante halagüeñas en el lanzamiento del disco, máxime cuando apenas tienen 21 y 20 abriles.
Pero sin dudas el mejor talento del deporte Rey en Cuba es la triplista Leyanis Pérez. Sus 14.53 metros le hacen comandar con holgura el top de la especialidad entre juveniles, además de merecerle el escaño 13 entre mayores.
Leyanis patentó su éxito en tierras caleñas con envidiable secuencia de 14.22-14.23-14.39-14.34 y 14.12 metros reafirmación de su considerable calidad.
También en el plano de sobresalientes las cotas del velocista Shainer Rengifo (10.29 segundos en el hectómetro y 20.58 en 200 metros); el balista Juan Carley Vázquez (17.85 con bala de adulto), y 19.84 con la de seis kilogramos; los 13.07 segundos de la vallista corta Greisys Robles; y los 60.84 metros de la jabalinista Yiselena Ballar.
A lo que se suma el 67.47 de la martillista Yaritza Martínez; los 50.91 de Yoao Illas en 400 c/v; y los 57.20 de su coequipera de modalidad Ariliannis Colás; por solo mencionar algunos de los más descollantes.
Entonces hay talento para trabajar, moldear, esculpir, acompañar su crecimiento al detalle y dotarlos de todas las herramientas posibles hasta materializar su inserción definitiva en la élite.
Interrogantes
Interrogantes, deja varias el telón del año que culmina. Porque precisamente el perfeccionamiento y evolución pasa por cuestionamientos y capacidad para corregir errores durante el camino.
Hay que indiscutiblemente preparar mejor a nuestros atletas para competiciones que superen más de un día. En los controles domésticos solo patentan una secuencia, y en ocasiones no ejecutan la totalidad de los intentos, me refiero tanto a los eventos de saltos y lanzamientos, como también a las carreras, donde solo dos no se corresponden a veces con las tres de un Mundial o Juegos Olímpicos, en caso de que no tenga el atleta en cuestión que lasrgar en los relevos también.
Entonces urge un trabajo de recuperación y puesta a punto de las capacidades físicas y musculares en aras de prevenir y evitar molestias, ya sea previas o durante una competición determinada.
Habrá también que intentar mitigar el éxodo de atletas, o patentar mayor estabilidad de figuras en determinadas pruebas, máxime si estas gozan de tradición y prestigio históricos.
Es sabido que corren otros tiempos, que las decisiones parten de la individualidad del deportista o de un suceso determinado, en ocasiones asociado a la disciplina, o los rendimientos… Pero, la búqueda de la mejor variante, o solución a un conflicto determinado siempre derivará en satisfacción tanto individual como del deporte.
Acá me gustaría que se manejara la opción de indsertar a algunas de nuestras figuras en clubes, de ser posible y bajo el amparo de la Federación, con las especificidades que la política de contratación de atletas encierra. Recordemos que estamos en presencia del Deporte Rey, ese que mayor botín de preseas en lo individual deja en cualquier evento múltiple.
Y no solo lo digo por esta cuestión, sino también por el trabajo con la cantera desee categorías tempranas, la conjugación de saberes y esa transición que pretendemos sea lo más fluida posible.
En ese sentido sería en extremo satisfactorio materializar la idea de rescatar la ESPA Nacional, y que territorios como Camagüey, Villa Clara y Las Tunas funcionen como especies de subsedes o academias subordinadas al CEAR Cardín y la preselección nacional.
Toca también capacitar a nuestros entrenadores, intentar marchar a la par de los adelantos en el mundo respecto a planificación, sistemas de entrenamiento, biomecánica y ciencia aplicada al desarrollo del deporte, fundamentalmente en áreas como la de velocidad y medio fondo.
Aquí algunas cuestiones, que pudieran tributar en favor de continuar solidificando el quehacer y prestigio del atletismo cubano.
En definitiva todos apostamos por un crecimiento de la disciplina, y preservar, entre carreras, saltos, y lanzamientos, la solidez que Cuba ha demostrado por años. Y ver si el hechizo de ausencia de t{itulos olímpicos, que padecemos desde Beijing 2008 con los cetros de Dayron Robles y Yipsi Moreno, se rompe en París 2024.
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