ARTE: Más que playa en verano (+obras)

Ya que todavía estamos en temporada estival, ¿a quién no le gusta la playa? Incluso, muchas personas que no saben nadar o no soportan el sol o la sensación de piel mojada y con arena, les gusta contemplar el mar. Suele ser una excelente opción para deleitar los sentidos, para relajar y encontrar momentos de paz.

Escuchar el vaivén de las aguas, oler el salitre, buscar tesoros en la orilla, ver algún cangrejo, pez o agua mala, todo aporta a que sea una experiencia única. Y, además, se trata de un espacio puro y lindo a la vez.

En el arte está muy presente. Muchos han pintado escenas en este contexto y han logrado capturar la belleza de su inmensidad, su furia arrasadora, la jornada de diversión o el instante de sosiego e introspección.

Puede ser sereno o turbulento el mar, no importa si tiene fina arena o rocas puntiagudas, o si está enmarcado por un cielo gris o brillante, tampoco interesa si se nota que el agua está helada, si se recrean violentas batallas navales, pasajes mitológicos, o un apacible día de vacaciones, siempre será una postal preciosa que obsesiona a muchos artistas.

La historia del arte así lo demuestra. Tenemos referencia desde aproximadamente el siglo XVII con panoramas costeros que son verdaderas joyas por el empleo de estilos y técnicas diversos, ya sean por sencillas o complejas obras, pero que nos transportan a un mundo sereno —o no— y nos transmiten emociones. Nos llevan a sentir ese efecto hipnótico de las olas, y nos ubican en épocas.

De acuerdo con la bibliografía, uno de los primeros testimonios es “Vista de Scheveningen Sands” (≈1630) del pintor neerlandés Hendrick van Anthonissen (1605-1656), reconocido por su predilección por el horizonte náutico; así como “Paisaje marino con envío” (1650) de su coterráneo Willem Van De Velde “El viejo” (1611-1693), con el mismo interés porque en su juventud fue navegante.
 

“Vista de Scheveningen Sands” (≈1630), Hendrick van Anthonissen, imagen tomada de https://wikioo.org.

“Paisaje marino con envío” (1650), Willem Van De Velde “El viejo”, imagen tomada de https://wikioo.org.
 

Otras representaciones artísticas de mayor porte y popularidad llegaron en el siglo XIX con el despliegue de nuevos recursos, conceptos y estéticas. El francés Claude Monet (1840-1926) es uno de los creadores más famosos en este sentido por su serie inspirada en la ribera de Trouville, o en los acantilados de Étretat, entre más parajes de mar.

“En el tabloncillo de Trouville” (1870) es tan solo uno de ellos, pero su producción es vastísima. En esta pintura se aprecia muy bien su maestría en el uso de la luz, los tonos muy acertados que nos muestra un día soleado ideal. Además, Monet capta muy bien el ambiente jovial de entonces por el paseo marítimo del litoral en esa ciudad francesa que por mucho tiempo fue su motivación para crear.
 

“En el tabloncillo de Trouville” (1870), Claude Monet, imagen tomada de https://es.wikipedia.org.

Recordemos también “Impresión, sol naciente” (1872) del mismo autor. Es célebre por considerarse el primer cuadro impresionista. De hecho, su título dio nombre al movimiento, del cual Monet es fundador. Es una pintura de gran hermosura desde lo simple. Cuenta con trazos gruesos y poco definidos, resalta la asimetría y el manejo del contraste con ese sol naranja e intenso que se refleja en el mar en medio de la penumbra.

“Impresión, sol naciente” (1872), Claude Monet, imagen tomada de https://es.wikipedia.org.

Por otra parte, también está “Miranda” (1875) del británico John William Waterhouse (1849-1917), quien nos ofrece una mirada de melancolía. Vemos a una muchacha con aires nostálgicos y la vista puesta en un mar inquieto por la tormenta que se avecina. Este pintor es conocido como uno de los grandes maestros del movimiento neoclásico prerrafaelista y simbolista.

William Waterhouse destaca por haber pintado mujeres personajes mitológicos y literarios. Esta pieza caracteriza un momento del clásico de teatro “La Tempestad” del dramaturgo inglés William Shakespeare.

“Miranda” (1875), John William Waterhouse, imagen tomada de https://es.wikipedia.org.

Con otro estilo les presentamos “Punta Saint-Gildas” (1922) del postimpresionista francés Henri Lebasque (1865-1937) considerado el pintor de la alegría y la luz, quien nos sugiere una apacible tarde junto al mar en una zona de agradable entorno.

“Punta Saint-Gildas” (1922), Henri Lebasque, imagen tomada de https://www.meisterdrucke.es.

“Paseo a orillas del mar” (1909), del español Joaquín Sorolla (1863-1923), es una pintura de estilo luminismo valenciano, que tiene el objetivo de captar el instante lumínico. La luz es importante, así como el movimiento y el medio también.

Arte Sorolla Paseo “Paseo a orillas del mar” (1909), Joaquín Sorolla, imagen tomada de https://es.wikipedia.org.

Esta es solo una selección, pero son incontables las huellas de playas y océanos en la historia del arte. Sin dudas es un tema encantador para virtuosos del pincel que en él encuentran inspiración y recrean imágenes de todos los estilos posibles, desde los más tradicionales hasta los abstractos y experimentales, dejando en evidencia el poder del mar, tan magnánimo, imponente, misterioso, seductor, de sumo esplendor.

El siglo XIX fue la época dorada para esta temática, sobre todo en el continente europeo.  Les dejamos una lista de quienes consideramos los pintores más prestigiosos, por si le interesa indagar en el mundo del arte de naturaleza:

Paul Gauguin
Sir Ernest Albert Waterlow
Alexander Mark Rossi
Victor Gabriel Gilbert
Bernard Johannes Blommers
Peder Mørk Mønsted
Daniel Ridgway Knigth
Sébastien Charles Giraud
Harald Slott-Møller