CRÍTICA DE CINE: Diré tu nombre

CRÍTICA DE CINE: Diré tu nombre
Fecha de publicación: 
7 Junio 2017
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El tema que expone Sean Penn en Diré tu nombre (The Last Face, su título en inglés) es en realidad de gran mérito y validez: lo mucho que se sufre en las trincheras violentas del planeta; las muestras de terrorismo desmedido propias de un país que se encuentra en guerra.

Lástima que la descripción de ese infierno, tan veraz como indeseable, termine saboteada por unos intentos —demasiado intensos— de provocar las lágrimas.

Diré tu nombre falla catastróficamente porque intenta conmover a todo precio. Eso sin contar la superioridad moral que asumen los protagonistas de la película, que con las mejores intenciones del mundo se arrogan el derecho de pensar que en sus respectivos países de origen la vida es mejor desde todo punto de vista que en donde se encuentran, en medio de litigios bélicos.

La cinta tiene un aire de superioridad moral que molesta. Trata un tema escabroso y muy cierto, pero lo hace con torpeza. Pone a Javier Bardem y a Charlize Theron a vivir una historia de amor sin química ni credibilidad. Qué desperdicio de buenos actores. Y lo peor, queda la historia de amor equiparada al sufrimiento de las víctimas de la guerra.

De verdad, qué desatino.

La peor actuación de Javier Bardem en años. Creo que también la más mala de Charlize Theron. Posiblemente aceptaron actuar en la cinta por las buenas intenciones que encierra el tema que trata, pero la deplorable dirección de Sean Penn boicotea todo el asunto.

En la cinta, Javier Bardem es un médico español que solo cree en salvar enfermos en el día a día, y no en campañas de ayuda organizadas desde Occidente. Por su parte, Charlize Theron es una doctora que opina exactamente lo contrario. Esos son los dos puntos de vista que muestra la película.

El filme está lleno de decisiones difíciles, que se presentan ante la vista de estos dos médicos que viven en campaña, rodeados de violencia. Como esa vez en que tenían seis pacientes que necesitaban transfusiones y solo sangre para salvar a uno de ellos. ¿Cómo se escoge qué paciente sobrevive de entre seis desconocidos? O como esa otra, en que a un niño se le ordena matar con un fusil a su padre... y él escoge pegarse un tiro en la sien.

El tema de la cinta, repito, es muy loable. Es la envoltura de la entrega la que fracasa, al querer arrancar las lágrimas a toda costa. Sin ese interés meloso de provocar el llanto, pudiera decirse que la película de Sean Penn —que es, además de director, un actor extraordinario— tiene la estética ralentizada de Terrence Malik, y que Diré tu nombre estuvo a un paso de ser algo parecido a El árbol de la vida (2011). Pero no. En realidad estuvo muy lejos. Afirmar otra cosa sería una mentira bárbara, que cada espectador descubriría apenas visione el inicio del filme.

El mérito de Sean Penn es que los problemas del mundo no le pasan desapercibidos. La realidad que describe en Diré tu nombre es aterradora. Pero el fatuo sentido de la intensidad que tiene el filme lo destruye. Lamentable.

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