La ceiba del mayor parque urbano de Cuba

La ceiba del mayor parque urbano de Cuba
Fecha de publicación: 
16 Octubre 2016
0
Imagen principal: 

  Es la reina de un sitio donde ejemplares de más de 100 especies de la vegetación forman el principal pulmón verde de la oriental Camagüey, la tercera ciudad más poblada de la Isla.

   Es la ceiba del Casino Campestre, altiva, corpulenta y frondosa, que con sus ramas de unos 25 metros de diámetro ofrece la más amplia sombra de todos los árboles del lugar, en las proximidades del sector local declarado en el 2008 Patrimonio Cultural de la Humanidad.

   La sembraron el 20 de mayo de 1902 alumnos de las escuelas públicas de la localidad y, después de dos asentamientos, terminó en las cercanías de corrientes fluviales como los ríos Hatibonico y Tínima.

 

alt

  
   Fue una plantación fervorosa para celebrar la instauración de la nueva República tras la presencia española, pero traicionada por un periodo neocolonial azotado por el poderoso vecino del norte, empeñado desde el siglo XVIII en engullirse a Cuba.

   Frecuentemente aparecen, en sus gruesas raíces superficiales, ofrendas basadas en ritos religiosos traídos por mujeres y hombres arrancados de lejanas tierras en uno de los más bárbaros estigmas en la historia de la humanidad: la esclavitud de africanos en América.

   Imágenes del orisha Babalú Ayé (San Lázaro) y cazuelas de barro con diferentes objetos figuran entre los medios depositados bajo la sombra generosa de la ceiba, denominación aborigen de un género botánico oriundo de Centroamérica, y también con nombres como palo borracho, barriguda, (ambos términos en algunos países de esa región), pochote (México) y painera (Brasil).

   Fue sagrado para culturas prehispánicas como mayas y taínos, y lo es también en su condición de árbol sacro por excelencia en la religión yoruba, denominada popularmente santería.

   En las cercanías de la planta vetusta y saludable están la glorieta y la gruta artificial, concluidas, respectivamente, en 1908 y 1924.

   Asimismo, los monumentos en honor a dos inclaudicables anti-imperialistas, los camagüeyanos Salvador Cisneros Betancourt --dos veces presidente de la República de Cuba en Armas--, y Manuel Ramón Silva Zayas, coronel del Ejército Libertador y secretario del Interior de aquel justo afán republicano, forjado con el filo del machete.

   En las proximidades se encuentran, además, otras esculturas, entre ellas, las dedicadas al Libertador Desconocido, y a Gonzalo de Quesada, secretario del Partido Revolucionario Cubano, presidido por José Martí.

   Tiene el parque, en sus más de 13 mil metros cuadrados, otros hitos, adentro y en sus límites, como un área de aparatos infantiles de movimiento mecánico, zoológico, acuario, fuentes, el restaurante El Emperador, los centros culturales Casino y Caribe, puentes, el estadio Cándido González y el Palacio de los Deportes Rafael Fortún.

   Abierto en el siglo XIX, en un paraje abundante en vegetación, el lugar exhibe una imagen muy diferente a la de entonces, y hoy el urbanismo convive entrelazado con el   entorno natural.

   Otras ceibas también ornamentan diversos puntos de la urbe, entre ellos, la de la Plaza de los Trabajadores.

   Ninguna, sin embargo, tiene el sello histórico de la del centro del Casino Campestre, un “santuario” de la naturaleza adonde todo camagüeyano debe ir al menos una vez en su vida, aunque el rito no está escrito en ningún certificado de “camagüeyanidad”.

   Quizás ninguno de aquellos muchachos que la sembraron el 20 de mayo de 1902, por su corta edad y otras circunstancias, se percató del nuevo puñal amenazante a la independencia y la soberanía, pero con esa ceiba dejaron uno de los símbolos más significativos de la profusa arboleda del Casino Campestre, el mayor parque urbano de   la Isla.

 

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.