La isla mínima

La isla mínima
Fecha de publicación: 
13 Julio 2015
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Imagen principal: 

España, comienzos de los años ´80. Dos policías, ideológicamente opuestos, son enviados desde Madrid a un remoto pueblo del sur, situado en las marismas del Guadalquivir, para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. En una comunidad anclada en el pasado, tendrán que enfrentarse no solo a un cruel asesino, sino también a sus propios fantasmas.

La isla mínima portada

La habilidad del director español Alberto Rodríguez se encarga de que en la película prime un seco naturalismo y un húmedo retrato de época, uno que se coloca a la misma altura que la intriga para hablarnos, en ese lugar de tierra y agua, donde los caminos se cruzan a veces para no ir a ningún sitio, de un tiempo que se está yendo y de otro que está llegando, y la personalidad, o el pasado, o el futuro, de esos dos policías, que son también caminos separados, pero que confluyen.

La película entera, esa obra maestra que es La isla mínima, deviene reflexión soberbia sobre el pasado franquista de España y ese aire nuevo que la muerte de Franco dio al país; así como el significado de la amistad contrapuesto a lo nauseabundas que pueden ser ciertas relaciones humanas.

Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez son los actores encargados de dar vida a esa pareja policial, y lo hacen con temperaturas muy distintas: la frialdad y desencaje de uno, y la potencia, vehemencia y complejidad ética del otro. Dentro de esta ajustada tonalidad de interpretaciones, con muy adecuados fondos actorales, sobresale sobre todo la del magnífico Gutiérrez, que encarna con fuerza y sentimiento brutos todo ese conflicto soterrado entre dos mundos separados por una línea divisoria de tiempo, que le pone integridad a lo inmoral y pureza al olvido.

La isla mínima 3

Estos dos hombres, como todos los personajes de la cinta de Alberto Rodríguez, quien además, fue junto a Rafael Cobos su guionista, yacen errantes e imperceptibles ante la inmensidad del horizonte; parecen contemplar el mundo, mas, en realidad, miran su interior. Porque lo que ven no es tanto el universo que se extiende a sus pies como simplemente el abismo del alma. Suena tremendo… y lo es.

El resto de la cinta se desliza en el frío relato de una historia que habla de cadáveres abandonados e hinchados en las orillas de los ríos, de obreros explotados, de promesas rotas, de dolor y de mentiras. Demasiadas mentiras, que se apilan sobre el llanto y la duda. Y todo ello en las tripas de ese paisaje irrespirable, insalubre, húmedo, enfermo, que deviene personaje más de la película.

La isla mínima 4

Con pulso, sin falsos moralismos, sin gastar o repetir los usuales recursos del género thriller, el director de Siete vírgenes convierte a La isla mínima en una perfecta descripción de esa gran herida que fue el franquismo en España.

La isla mínima: Película triste, crepuscular, tan magníficamente filmada por fuera como por dentro, con un pulso que no deja ni un instante de latir y cuya atmósfera es una perfecta ecuación de espacio y tiempo.

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