La segunda intervención de Estados Unidos en Cuba
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Aunque desde días antes ya había representantes políticos y fuerzas militares en Cuba, la segunda ocupación estadounidense de la Mayor de las Antillas comenzó oficialmente el 29 de septiembre de 1906.
El humillante acontecimiento tuvo como antecedente inmediato la Guerrita de Agosto, un enfrentamiento armado entre ex libertadores que en 1906 pugnaban por el poder de la novel república. A diferencia de la primera intervención norteamericana, esta no pasó a la historia como una iniciativa estadounidense, sino que fue solicitada por el presidente Tomás Estrada Palma: al ser incapaz de remediar la crisis interna en la que él mismo tenía gran responsabilidad, prefirió invocar la Enmienda Platt y entregar la gestión del país a autoridades extranjeras.
El 29 de septiembre de 1906 William H. Taft, quien se desempeñaba como secretario de Guerra del país norteño, asumió las funciones de gobernador en Cuba. En la Gaceta Oficial apareció, según se lee en el libro Historia de Cuba. La neocolonia. Organización y crisis desde 1899 hasta 1940, una proclama al pueblo de Cuba, en la que, en inglés y español, se anunciaba un gobierno provisional por orden del presidente norteamericano.
Enseguida fueron suspendidas las prerrogativas del Congreso. En poco tiempo quedaron disueltas las tropas insurrectas así como las milicias creadas por Estrada Palma contra el alzamiento opositor de agosto.
No obstante su evidente involucramiento en los asuntos cubanos, Estados Unidos no quería mostrar una imagen hostil ante las naciones del hemisferio. De ahí que intentara matizar el carácter de la nueva ocupación de la Mayor de las Antillas. Con ese objetivo, Taft realizó declaraciones sobre la vigencia de la Constitución, el servicio exterior, la bandera, el himno y el escudo nacionales.
Mientras el naciente imperialismo se lavaba el rostro con declaraciones tranquilizadoras de cara a la opinión pública regional, durante la primera semana de ocupación entró a Cuba una fuerza expedicionaria de 5 600 hombres, de acuerdo con el citado volumen. El ejército interventor fue distribuido por todo el país. El presidente estadounidense Theodore Roosevelt orientó “que si ocurre algún derramamiento de sangre que sea entre cubanos y cubanos, no entre americanos y cubanos”. Así, la guardia rural y el ejército nacional, bajo las órdenes de oficiales foráneos, fueron empleados por el gobierno de ocupación en la defensa de los intereses neocoloniales.
Una de las consecuencias directas de la segunda intervención norteamericana en la Mayor de las Antillas fue la autodisolución de la agrupación política liderada por Estrada Palma, el Partido Moderado, cuya cúpula había propiciado la ocupación estadounidense como desenlace de los conflictos nacionales.
El célebre historiador Julio Le Riverend señaló en su libro La república. Dependencia y Revolución que durante la etapa de ocupación estadounidense fueron satisfechas las ambiciones de los políticos deshonestos. Fue un periodo caracterizado “por la corrupción administrativa y despilfarro de los fondos públicos”.
En definitiva, el gobierno interventor, concluido el 28 de enero de 1909, no atendió los problemas fundamentales del pueblo cubano. Su legado fue la malversación, la intensificación de vicios, la corrupción político-administrativa y la consolidación del sistema de dominación neocolonial.
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