Waldo Leyva: Razones para un premio (+ POEMAS)

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Waldo Leyva: Razones para un premio (+ POEMAS)
Fecha de publicación: 
16 Febrero 2025
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Foto: Dunia Álvarez Palacios/ Granma

La obra poética de Waldo Leyva ha sido reconocida con el Premio Nacional de Literatura en esta edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana. Se trata de un galardón que destaca su significativa contribución a las letras cubanas. Nacido en Remedios, Villa Clara, en 1943, Leyva ha desarrollado una carrera multifacética como poeta, ensayista, narrador y periodista, consolidándose como una figura central en la literatura contemporánea de Cuba.

Uno de los valores más destacados en la poesía de Leyva es su profunda conexión con la memoria. Él mismo ha afirmado: "Toda mi poesía tiene que ver con la memoria" . Esta introspección le permite explorar experiencias personales y colectivas, tejiendo relatos que reflejan la identidad y la historia cubana.

La capacidad de Leyva para evocar emociones a través de imágenes cotidianas es otro aspecto notable de su obra. Su poesía, de tono conversacional, establece un diálogo íntimo con el lector, permitiendo una conexión profunda y personal. Este estilo accesible y reflexivo ha sido clave para su reconocimiento y aprecio en diversos círculos literarios.

La versatilidad temática de Leyva abarca desde lo íntimo hasta lo social. Sus poemas no solo exploran sentimientos personales, sino que también abordan cuestiones colectivas, reflejando las complejidades de la sociedad cubana. Esta dualidad en su enfoque le permite ofrecer una visión completa y matizada de la realidad que lo rodea.

La trayectoria de Leyva ha sido reconocida con múltiples premios internacionales, como el X Premio Casa de América de Poesía Americana en 2010 por su obra El rumbo de los días y el Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora en 2012 por su antología Cuando el cristal no reproduce el rostro. Estos galardones reflejan la resonancia de su poesía más allá de las fronteras cubanas.

La reciente publicación de su antología La flecha está en el aire recopila poemas desde su juventud hasta la actualidad, demostrando la evolución y coherencia de su voz poética a lo largo de las décadas . Esta obra ofrece a los lectores una visión integral de su desarrollo artístico y de los temas recurrentes en su poesía.

Además de su labor creativa, Leyva ha desempeñado un papel activo como promotor cultural, participando en la fundación de importantes revistas literarias y culturales en Cuba . Su compromiso con la difusión de la cultura y la literatura ha sido fundamental para el enriquecimiento del panorama cultural cubano.

Los valores intrínsecos en la obra poética de Waldo Leyva, como su conexión con la memoria, la evocación de emociones, la versatilidad temática y su compromiso cultural, han sido determinantes para que se le otorgue el Premio Nacional de Literatura. Su poesía, rica en matices y profundamente humana, continúa influyendo y enriqueciendo la literatura cubana contemporánea.

Tres poemas de Waldo Leyva

Memoria del padre

Mi padre viaja.
En el herido resplandor de la tarde viene.
Sobre el lomo de la jaca jobera
que no fue suya nunca, viene.
Yo lo veo venir, pero se escapa,
se vuelve niebla.
Siento un olor intruso.
Alguien pasa
junto a mis doce años asustados.
No es mi padre,
no lleva su camisa.

A lo lejos,
empapado en el agua del arroyo,
un hombre, que puede ser mi padre,
se deshace sobre el último resplandor
del sol sobre los rieles.

Hay un hueco en mi pecho,
un vacío que quema;
no soy nadie, nadie viene.
Se astilla, con un lamento de catástrofe,
la incorruptible traviesa de caguairán
bajo mis pies.

Cierro los ojos.

Lo veo venir desde otro sitio
en horas diferentes.
Tiene puesto su sombrero de paño,
me sonríe,
su mano izquierda
me desordena el pelo,
me empuja suavemente
para que recorra el trillo de las piedras,
el que conduce a la laguna,
donde sigue muriendo
el buey dorado,
el antiguo toro que vi gemir
cuando a maceta
y sin misericordia lo castraron.

Abro los ojos para abrazar a mi padre
pero no está.
Lo busco donde la línea del tren
junta sus rieles,
pero solo hay humo, o niebla,
o silencio sin ruido.

Es tocable la sombra

Íntima es la madera
y dolorosa el agua que fluye hacia la espalda.
La tarde cae, viene desde algún sitio sin huella
sin sonido. Es tocable la sombra.
Mi piel en el espejo tiene anuncios que muerden.
Salgo a la calle con la misma pregunta
pero mi voz no asombra
ni recuerda el timbre de otros días.
Nadie tiene respuestas; los que pasan
buscan rumbos distintos
si me miran creen descubrir mapas ajenos
historias que no le pertenecen
dados marcados por otros tiempos.
Vengo de allí, les digo
sólo me he adelantado un poco.
Mírenme, repito, yo estoy en el sitio
al que ustedes deben llegar mañana
si antes no se borra su sombra en el camino.
Pero pasan de largo a través del espejo
y los veo multiplicarse, perderse sin retorno.

El dardo y la manzana

Soy un hombre detenido
en la línea sin origen ni fin de una saeta.
Sin mí, sin la referencia que soy,
nadie hubiera encontrado el viento roto,
el paisaje escindido,
la huella aguda y misteriosa de la madera.

¿Dónde está el blanco que persigue la flecha?
¿Quién tensa el arco?
¿Qué mano laboriosa modeló este venablo?
El dardo es una excusa entre el veneno y la manzana.

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