Pintar el temblor del loto
especiales

La mujer que pintó el temblor del loto, la del verso sincero, apasionado, trazó su propio retrato en el poema titulado precisamente “Carilda”, de 1949.
Traigo el cabello rubio; de noche se me riza.
Beso la sed del agua, pinto el temblor del loto,
Guardo una cinta inútil y un abanico roto,
Encuentro ángeles sucios saliendo en las cenizas.
Cualquier música sube de pronto a mi garganta.
Soy casi una burguesa con un poco de suerte;
mirando para arriba el sol se me convierte
en una luz redonda y celestial que canta…
Uso la frente recta, color de leche pura,
y una esperanza grande y un lápiz que me dura;
y tengo un novio triste, lejano como el mar.
En esta casa hay flores, y pájaros, y huevos,
y hasta una enciclopedia y dos vestidos nuevos;
y sin embargo, a veces… ¡qué ganas de llorar!
Hablar de Carilda Oliver Labra es asomarse a su universo único, tan lleno de experiencias vitales que forjaron la riqueza de su poesía amatoria.
Hace muchos años viajé a Matanzas para conocerla personalmente y resultó una experiencia inolvidable. En la vieja casona de Tirry 81 tan cargada de recuerdos recibió a la periodista deseosa de escuchar a esta mujer, una de las figuras más notables de la literatura cubana. Tuvo una vida amorosa, cuyos capítulos bien pueden armar toda una novela. Amó sin claudicaciones, fue amada y en ese sendero, a veces, marcado por el dolor de los naufragios supo de las pasiones sin retorno e incluso de la muerte de uno de sus amados.
Siempre transgresora, durante su intensa vida recibió numerosos lauros y, entre ellos, el Premio Nacional del Certamen Hispanoamericano aclamado por el Ateneo Americano de la ciudad de Washington.
Carilda falleció en su ciudad natal el 29 de agosto de 2018, a los 96 años de edad.
De ella, destacó el notable poeta Miguel Barnet: "Sola quizás, pero de la mano de sus contemporáneos, clásica en su hacer, misteriosa en su vivir, irreductible, Carilda nos hace guiños sarcásticos detrás de las columnas eclécticas de su casa solariega de Tirry 81 y se sonríe con piedad de nosotros. !Qué más decir de esta extraordinaria mujer que de tan visible se nos vuelve invisible! ¡Qué decir de este aluvión de fuerzas contrarias! ¿Dónde hallar las claves de su misterio? ¿Dónde encontrarla realmente a ella?"
Ninguna palabra me puede acompañar porque ella es lo inasible, la ciega que se mira en sus espejos. La que escapa por el resquicio enigmático de sus propios versos. La que sin máscaras es todas las máscaras y en el retrato parece simplemente una mujer.
Añadir nuevo comentario