Un adiós al doctor Israel Borrajero Martínez, eminente patólogo cubano
especiales
Foto: tomada de ACN
Decirle adiós al eminente patólogo Israel Borrajero Martínez marca un día de luto para la ciencia y la anatomía patológica cubana.
A sus 91 años mostraba una vitalidad envidiable. Hablaba pausado y cada frase pronunciada era una clase de la especialidad que defendió durante casi siete décadas, pero siempre desde la más profunda humildad. Sus pupilos, aunque muchos sobrepasaban los 60 años de edad, continuaban llamándolo profe y sentían el orgullo de estar bajo su amparo.
Hace apenas unos días llegamos al Hospital Clínico Quirúrgico "Hermanos Ameijeiras", institución donde trabajó desde su fundación, en 1982, al frente del Centro Nacional de Referencia de Anatomía Patológica, y donde hasta hace pocas horas dirigía el Grupo Temporal de la especialidad creado ante la pandemia de la COVID-19.
Cada martes y jueves el doctor en Ciencias se reunía con sus colegas para estudiar las autopsias de los fallecidos a causa de la enfermedad, y fue en uno de esos encuentros cuando nos atendió, no sin antes advertirnos que su trabajo no debía retrasarse.
La pasión con la que asumía su labor era la misma que lo había llevado a estudiar Medicina en 1949, motivado por los deseos de entender a cabalidad el comportamiento de las enfermedades y las posibles causas de la muerte.
Su formación mayormente autodidacta en la carrera evidenció su ingenio y dedicación, lo cual después se reflejaría en las importantes responsabilidades que asumió durante toda su trayectoria y en sus muchos méritos.
Entre sus reconocimientos destacan haber sido miembro de la Academia de Ciencias, profesor de mérito de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, Héroe del Trabajo de la República y Premio al Mérito Científico por la obra de toda la vida.
Además, fue miembro Titular de la Sociedad Latinoamericana de Patología, de Honor de la Sociedad Española e Italiana de Citología, de la Asociación Centroamericana de Patología y Miembro Honorario de la Asociación Mexicana de Patología.
Pero lo que más lo distinguía era su incesante sed de aprendizaje, que lo mantuvo apegado al microscopio hasta sus últimos días, a pesar de los riesgos que suponía analizar infectados con un virus tan contagioso y letal como el SARS-CoV-2.
"Me gusta mi trabajo, puedo hacerlo, y hay necesidad de que lo haga", explicó en una entrevista.
Borrajero Martínez estuvo allí al frente de la Cátedra de Anatomía Patológica de la Facultad de Medicina al triunfar la Revolución y también para formar los departamentos de la especialidad en cada nuevo hospital y en los que carecían de esa disciplina.
Sus manos fueron las responsables de tomar y analizar más de 12 mil casos de consulta procedentes de 55 hospitales de todas las provincias del país y más de 100 del exterior, una práctica que nunca abandonó, porque como buen maestro demostraba que la mejor forma de enseñar es haciendo.
La jubilación nunca estuvo en sus planes inmediatos, aún quedaba mucho por descubrir y más con las incertidumbres que se ciñen sobre la COVID-19, que le imponía un nuevo reto.
A su partida física, el legado del doctor Borrajero Martínez trasciende en los múltiples conocimientos que brindó a la salud pública cubana y en las varias generaciones de médicos que formó y que continuarán develando misterios desde la anatomía patológica.
Añadir nuevo comentario