Tío Tom, poeta de la rumba
especiales

A este hombre muchos anhelos le latieron en el corazón; pocos se cumplieron, los más se fueron a bolina sabe Dios a dónde. Por eso aquel mediodía, cuando el sol lo inundaba todo para clavarse en la piel de la ciudad, sentí que estaba violando la tristeza de sus ojos de poeta.
Sangre de rumbero
Al pie del famoso y antiquísimo Castillo de Atarés creció el barrio con sus calles golpeadas, los grandes y bulliciosos solares a punto de desmoronarse dentro de sus puertas inmensas siempre abiertas de par en par. En las bodegas de mostradores grasosos y sus cantinas, los parroquianos se consumían en el lance de beber ron.
La memoria emotiva lo hizo recordar el tiempo de las prostitutas cubriendo con maquillaje barato su vergüenza, el de los vendedores pregonando la mercancía: “Caserita, se va el tamalero” o a Juan, el Bizco, con su vozarrón: “Cambio globos por botellas”… Y allí, muy cerca, el Mercado Único, despertando con su olor rancio la mañana, y a dónde iba cada vez que podía a tomarse un sabroso sopón chino. Cuántas veces sintió el Tío Tom el apasionado deseo de construir aquel mundo furiosamente amado de su juventud desgajada para siempre. Solo lo oí decir: “¡Alabao, si fue ayer!”
El rumbero de rostro apergaminado me hizo pensar en el poema árabe, pues tal parecía tener la edad del viento. Tío Tom conoció días de gloria, pero ahora vivía en el limbo del olvido ¿y es que acaso su música ya no se escuchaba? Nada de eso: composiciones como Consuélate como yo… siguen sonando en el mundo en la voz de nuevos intérpretes, solo que, a veces, se las han atribuido a otros.
Hoy por hoy, y esto lo han expresado destacados cultores de la rumba como Mario Dreke, Chavalonga, no hay mejor compositor de guaguancó que Tío Tom, a cuya inspiración se deben cientos de piezas como Bombón, Qué quiere la niña, Corazón que naciste conmigo, Los cubanos son rareza, Ya ves que me la jugué, Tierra brava, Bemba colorá, A la fiesta de los caramelos no pueden ir los bombones y a Juan Arrondo le gusta el pollo; como se aprecia en los títulos, la variedad de temáticas es amplia; va desde lo picaresco hasta lo patriótico, y aunque su fuerte ha sido el guaguancó, también incursiona en otros géneros como el pregón: Estiro bastidores/cunitas de niño/ y camas de mayores.
Laberinto de espejos
Se llamaba realmente Gonzalo Nicanor Asencio Hernández Kesel, sin embargo disfrutaba que le llamaran Tío Tom. Nació el 5 de abril de 1919, en el solar El Modelo, del populoso barrio de Cayo Hueso. Hijo de Nicanor y Carmelina, su niñez y juventud creció en distintos barrios: Cerro, Carraguao y Atarés, el que más amó. La primera rumba que compuso fue Yo cambio palo con cualquiera, aunque, tal vez, otras surgieron antes sin que las registrara.
Luego, todo se volvió música a su alrededor cuando los toques de cajón lo unieron a Kike y Chavalonga, para tocar sin parar porque algo había que hacer en aquel ambiente de pobreza. Era buen bailarín y quinto. Con la comparsa Los Marqueses de Atarés, se divertía con los estribillos pícaros, simpáticos, que un buen tiempo repetían los bailadores.
Entre rumberos era muy conocida la rivalidad musical del Tío Tom con Guillermón, de la cual Chavalonga me relató:
«Aquello había que verlo, Guillermón era lo mejor de Pueblo Nuevo, pero cuando sostenía un duelo con el Tío, perdía. Recuerdo que nos íbamos a distintos barrios, pero, sobre todo, a Jesús María, y allí mismo se formaba la timba suicida. Se reunía la gente más brava de la rumba: Cocaína, Aparicio, El Pícaro, Silvestre; también aparecían de otras barriadas: Callava, Jitobito, los Embale, Chano, Aspirina, Alambre. Les hacíamos coro. Guillermón decía lo suyo y el Tío le respondía; competíamos con las letras y el ritmo y siempre con números recién creados. Los bailadores se convertían en jurado. Ellos señalaban quién ganaba».
En el laberinto de su vida, Tío Tom se miró en muchos espejos: el de la alegría, el de los sueños rotos, el del dolor; ganó y perdió amigos, amó mirándose en la luna y las estrellas; además, alguna vez sintió que su vida era una rumba inacabable. Entendió el guaguancó también como denuncia. Una muestra es el que compuso cuando en el gobierno de Carlos Prío algunos marines ultrajaron el monumento a José Martí: Cubanos, dónde están los cubanos/ yo quisiera saber dónde están los cubanos. /Cómo los americanos/han venido desde afuera/a atropellar la bandera/y la estatua de un mártir cubano...
En aquella ocasión el nombrado Presidente Cordial se hizo de la vista gorda y los culpables escaparon a la justicia; sin embargo, Tío Tom por aquella rumba considerada “irrespetuosa” contra el mandatario sufrió condena en prisión.
En la cuerda de la picardía, en la del requiebro amoroso, en la sátira a la discriminación racial, en fin en múltiples motivaciones encontró el Tío inspiración para sus rumbas que son verdaderas crónicas urbanas, cargadas de sabor cubano, como es la conocida Si cocinas como caminas, donde reconoce la prestancia que distingue a la criolla.
Por Atarés, el barrio donde la rumba suena en cualquier casa y a cualquier hora, o en Guanabacoa, tierra de aguas, lo podías encontrar cualquier día, tal como era: espontáneo, alegre, aunque, a veces un soplo de tristeza le invadiera el alma. Saludaba cortés mientras de las nubes volaban extrañas mariposas y él se perdía en ese laberinto de espejos que mostraba su figura, cada vez más pequeña en la última encrucijada de quizás su última rumba: Me estoy poniendo viejo,/ qué es esto,/la muerte me llama,/qué es esto./ Me estoy poniendo viejo,/ Chambele./ Me dicen que soy el rey/ y yo no tengo corona/ qué es esto,/ Me la tienen que poner/ yo me la gané en la loma.
Tributos musicales
Tío Tom falleció en La Habana el l0 de febrero de 1991. Para homenajearlo fue grabado el disco Tributo a Gonzalo Asencio. Tío Tom 1919-1991; en la placa intervinieron reconocidos músicos como Orlando Ríos, Puntilla, Ricardo Jáuregui, Aspirina y Ernesto Gatell, Gato, entre otros. La agrupación Los Afortunados cantando El Llanero Solitario grabó del Tío Tom la placa Mucho que me divertí. Ernesto Gatell, Gato, se inspiró en el famoso rumbero y le dedicó la columbia El Tío Tom.
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