De la apatía y el clima

¿Es posible que el tiempo cambie el estado de ánimo? Mi amiga María asegura que sí. A ella solo le gustan los días soleados y aborrece los nublados, mucho más los lluviosos y oscuros. Me lo dice desde hace los 18 años que la conozco. Y yo me la imagino despertando y dejando en pausa la respiración hasta ver por la ventana cómo amanece para determinar así la cara con la que emprende el día.

Y es cierto que modifica su actitud, se siente anímicamente mal, lenta, con expresión apesadumbrada.

Exagerado siempre me ha parecido. No obstante, es una afirmación común que me sorprende porque yo encuentro belleza en el cielo azul tanto como en la lluvia que cierra el cielo como si fuera de noche; aunque tengo preferencias, me gusta el día fresco sin tanto sol y no mojarme los pies ni que me sorprenda una tormenta en la calle. Pero de ahí a sentirme mal porque no está tan lindo como quisiera o porque me frustra los planes, no, eso no.

Pero el mundo psicológico de las personas es diverso, somos distintos.

Lo que le ocurre a María no es un hecho aislado. Se trata de un trastorno afectivo estacional. Y es cierto que mi amiga tiene tendencia a la depresión, como si lo buscara, no sé. El asunto es que solo se siente divina, al menos por razón del clima, en días de verano porque en invierno suele amanecer el cielo encapotado y permanecer de ese modo largo tiempo, y por el contrario, las lluvias estivales pueden ser pasajeras, breves, de un momento a otro por el calentamiento del día.

Le sucede más a mujeres que a hombres. Los síntomas son relacionados con el desánimo, el sin deseo, el biorritmo bajo, como dijera ella misma, y que se expresa en apatía, inapetencia, incluso tristeza, agotamiento y soñolencia. Por eso, en oposición, el sol, los días de playa y espacios abiertos se asocian como antídotos para la depresión. Si el calor es intenso causa sensaciones como la ira, pero por breves periodos, y, al menos, no causa desasosiego.

¿Podemos decir, entonces, que el mal tiempo deprime? Sí. Evidentemente afecta y modifica el  comportamiento de muchos. La buena noticia es que, de acuerdo con las fuentes consultadas, no  perdura.