Moisés Rodríguez: «La televisión me acercó para siempre al gran público»

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Moisés Rodríguez: «La televisión me acercó para siempre al gran público»
Fecha de publicación: 
8 Abril 2025
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Moisés Rodríguez, Premio Nacional del Humor 2025. Foto: Tomada de Internet

«Aún no puedo creer que me haya inscrito en la reconocida lista de Premios Nacionales del Humor cubano, una relación en la que figuran nombres como Carlos Luis de la Tejera, Aurora Basnuevo, Enrique Núñez Rodríguez, Alberto Luberta, Héctor Zumbado, entre otros, muchos de ellos matanceros como yo.

«Lo cierto es que agradezco al jurado que lo haya decidido así, y sobre todo al público que durante todos estos años me ha acompañado en salas de teatro, cabarets, radio y televisión. Y de esta última, además, celebro que me haya permitido entrar en contacto con el gran público. Un público de distintas generaciones que hasta hoy ha sabido y querido compartir cada espectáculo, monólogo e instante de reflexión que, desde el humor, deviene compromiso con la sociedad».

Así inició esta conversación telefónica con el humorista, profesor, ensayista y curador de muestras plásticas, Moisés Rodríguez. Un contacto que resultó breve debido a las limitaciones de tiempo en el celular de esta servidora, que se negaba a creer en la batería agotada y el inevitable conteo de datos. Sin embargo, los minutos alcanzaron para establecer esa complicidad de la que este particular interlocutor hace gala.

Moisés tiene el poder de hacer reír, reflexionar y conmover con sus experiencias de vida como matancero de pura cepa, que, a pesar de haber tenido muchas oportunidades para vivir en la capital y desarrollar su carrera allí, no abandona por nada su Ciudad de los Puentes.

¿Moisés, usted es graduado de actuación?

«Pues claro... que no soy actor de academia. Realmente soy graduado en la facultad de Humanidades del Pedagógico Enrique José Varona, y junto con el título llevo conmigo la gratitud de haber recibido clases de la Dra. María Dolores Ortiz, Mario Rodríguez Alemán, entre otras eminencias pedagógicas. Impartí clases en Jaguey Grande de español y literatura; he recibido postgrados en Arte, en la propia Matanzas, y en Historia del Arte en la facultad de Filología de la capital; me he desempeñado como especialista de artes plásticas en la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) de mi ciudad; me dedico a la pintura, la ambientación y la decoración; pero todo sin dejar de hacer humor, no con la sapiencia de quien recibe la técnica de la academia, repito; sino de quien recibe la práctica de la vida y, sobre todo, las exigencias dramatúrgicas a lo largo del tiempo».

¿Por qué el humor en su vida?

«Sencillo, lo necesito. Fíjate, lo uso como estrategia de relaciones personales. Tengo un récord de situaciones personales muy difíciles y apretadas que disipo a través del humor. Sucede que el humor siempre tiene un grado de compromiso con la realidad. Ella es la materia prima, es el contexto en el que la gente se reconoce. Por eso lo aplaudo desde la seriedad que le impongo.

«Por otra parte, no puedo dejar de contarte esto: mis padres fueron personas muy simpáticas y, en especial, mi tío Papín. Recuerdo que me divertía muchísimo con él. Solía mandarme a comprar el pan y me decía que le pidiera al bodeguero: “el pan para Pepín”, así, junto. De esa frase se creaba una conga: “pin, pan, parapapín...”. Quiere decir que situaciones de este tipo, felizmente, quedaron recogidas en mi ADN. Luego, haber estudiado los clásicos de la literatura, conocer a Chaplin, que me fascinaba, sobre todo seguirlo a través de la televisión en la Comedia Silente, y el carácter mío que desde siempre jerarquizó la risa, cerraba con broche de oro la posibilidad de vivir este amor eterno entre el humor y yo.

«El pensamiento humorístico es un estilo de vida; hoy reconozco que su dramaturgia me ayuda a salir adelante. Además, a mí me gustan las personas. ¿Qué mejor manera de devolverles todo lo que de ellas aprendo que haciéndoles, al menos, sonreír?».

Se refería a la Comedia Silente en la televisión, ¿qué otros referentes le acompañan?

«Después de ella, y ya estando en La Seña del Humor, no sabíamos de la existencia de Les Luthiers, pero sin dudas su marca está en nosotros: José (Pepe) Pelayo, Aramís Quintero y yo, que fuimos el núcleo fundacional de aquel proyecto. Los vimos por primera vez por televisión y luego los conocimos; fue el encanto de reconocer que ellos hacían lo que nosotros, de manera espontánea, decidimos crear».

¿Has tenido presencias importantes en televisión nacional, además de las experiencias en Matanzas?

«Sí, aunque confieso que soy muy tímido. No obstante, asumí el programa televisivo Señavisión, intervine junto a Rolando (El Chino) Chiong en la telenovela Santa María del Porvenir y con los Robertos (junto a Lázaro Hernández) participamos en varios espacios de la televisión nacional. Fui invitado por Juan Carlos Travieso a la última versión de El motor de arranque. Por cierto, esta producción de RTV Comercial me resultó impresionante: el estudio era enorme y muy bien distribuido para alternar las escenas. Grabamos muy bien y nos divertimos de igual manera. Además, estuvimos unidos varias generaciones de humoristas por emisión, y eso siempre es muy importante.

«La televisión, te confieso, siempre impresiona por todo el aparataje tecnológico que acompaña el trabajo actoral; pero le agradezco que me permitió entrar en contacto con el gran público. A pesar de su complejidad, trato de sentirme en ella como en la sala de mi casa. Es difícil, porque los códigos lingüísticos a la hora de hacer humor en ella distan completamente de los de otros medios; no obstante, intento sentirme cómodo, distendido y, sobre todo, dado mi miedo escénico, me apoyo constantemente en el otro actor. Ese otro colega se convierte en mi cámara, y así llego al final de la actuación».

¿Qué hace a Moisés aceptar o no un compromiso actoral?

«Sin lugar a dudas, el texto. Le concedo mucha importancia al texto y, luego, a la seriedad de la puesta. Recuerda que, sin formación académica, nos hemos hecho a fuerza de disciplina teatral, de acogernos a la buena dramaturgia, al respeto por las horas de ensayo, porque es lo que me ofrece seguridad. De hecho, me han entregado, en ocasiones, textos para series televisivas; pero si no me convencen, no los acepto. Otras veces pueden ser salvables; en ese caso, con todo respeto, les he añadido matices, elementos complementarios, siempre respetando el tema».

Otros temas quedaron sin abordar; el tiempo, el implacable, lo impidió. No obstante, nuestro informal encuentro telefónico fue toda una clase de humildad e ingenio por parte de este artista, que agradeció a nombres como Osvaldo Doimeadiós, Kike Quiñones, Baudilio Espinosa, Miguel Moreno, Michel Pentón, Jorge Bacallao, entre otros tantos colegas de oficio, que, de una u otra manera, forman parte de su concepción estético-artística para asumir el humor como parte de su alma.

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