Más que dormir
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Imagen tomada de https://www.lavozdegalicia.es
Cuando estamos muy cansados es común querer dormir enseguida que se pueda, pero muchas veces un maratón de cama es insuficiente y por eso quizás nos despertemos sin habernos recuperado. Si esto es así nos sentimos embotados, aunque no desempeñemos una tarea de demasiada carga mental. Lo peor es que podemos estar exhaustos durante días.
Claro que la mayoría del tiempo el cansancio es solo respuesta de nuestro organismo diciéndonos su necesidad de sueño, y se resuelve durmiendo. Pero para esas otras ocasiones, es este texto.
El agotamiento acumulado puede ser una señal de estrés y sobradas preocupaciones personales y laborales, incluso signo de que necesitamos hacer ejercicios porque llevamos una vida muy sedentaria, y hasta de no hacer nada el cuerpo se cansa.
Es lo que dicen los expertos, y tiene sentido porque puede sucedernos, incluso cuando tenemos un ritmo de sueño lógico con las condiciones y la cantidad de horas adecuadas para renovarnos. Esto quiere decir que debemos ver también el cansancio como sinónimo de falta de energía y fatiga. Y aunque la cotidianidad nos absorbe y casi estemos acostumbrados a arrastrar el cansancio y obligarnos a seguir andando como si fuera lo que debe ser porque somos adultos con mucha responsabilidad, no está bien, y no deberíamos normalizarlo.
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Dormir no es lo único que nos descansa. Para evitar ese cansancio extremo conviene también hacer pausas a cada rato en el asunto que nos tenga ocupados, reducir la carga sensorial, buscar despejarnos tanto de las labores del hogar como de la oficina, cambiar de ambiente, pasar rato con amigos, sentir que construimos relaciones positivas con los demás, que buscamos emociones y fomentamos nuestra creatividad. Todo ello favorecerá que nuestras mentes salgan de ese círculo vicioso de extenuación.
La saturación mental —según estudiosos del tema— podemos relacionarla con la falta de homeostasis, la pérdida de equilibrios. Por eso en tales casos puede que estemos hiperalertas y no consigamos conciliar el sueño como esperamos, aún sintiendo un cansancio tremendo.
En resumen. ¿Qué podemos hacer? Despejar, procurarnos un espacio para cambiar de faena, dedicarnos momentos de relax personal que pueden aliviar la ansiedad, la tensión muscular, la depresión, y otros estados asociados; observar si necesitamos gestionar mejor nuestras emociones, satisfacciones y propósitos en la vida.
A veces no es necesario mucho tiempo y es cuestión de organizarnos. Las preocupaciones no se irán, pero podremos asumirlas con una mente en condiciones.
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