Villa Mella, un barrio de Santo Domingo que parece Cuba (+FOTOS)
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Desde el nombre, Villa Mella podría ser un barrio cubano, aunque realmente está en Santo Domingo Norte, República Dominicana. Y es que entre esos vínculos históricos que nos conectan tanto como el mar, está el tatarabuelo dominicano de nuestro cubanísimo Julio Antonio Mella. Incluso, hay quienes dicen que hay mucha responsabilidad de Quisqueya en nuestra tradición de rebeldes insumisos: primero Hatuey, luego Máximo Gómez y por último aquel joven bellamente comunista que también llevaba sangre de Santo Domingo en las venas.
Luego, el puerco asado, que en ningún sitio nos supo tanto a Cuba como allí, pero sobre todo, la gente. Esa gente que grita, que se abraza, que baila como si nadie los estuviera viendo o para que todos los vean… Esa gente que no se resiste al sonido del tambor ni guarda las emociones bajo siete llaves… Esa gente sencilla y vibrante como las de Los Hoyos, en Santiago de Cuba, San Isidro, en La Habana o mis barrios queridos de La Marina y Simpson, en Matanzas (la lista, estoy segura, tendría que ser más larga).
Pero claro, la primera imagen que a una le viene a la mente es la que más siente y conoce, así que se los dije en la primera oportunidad: me parece que estoy en casa, en La Marina, rodeada de los amigos con los que crecí, allí donde la rumba es la vida misma, uno de los conciertos de Muñequitos o Rumba Timba en los que mi niña pequeña me arrastraba hasta la primera fila, de modo que ni intenté resistirme al ritmo del Grupo de atabares La Santísima Cruz, que no es lo mismo, pero es igual.
Y si todo no fuera suficiente, las improvisaciones de aquellos artistas portadores de una auténtica tradición, hablaban sobre Cuba como se habla del hermano mayor, le daban vivas a mi patria como si fuera propia, soltaban nuestro “hasta la victoria siempre” con tal convicción, que con los ojos húmedos y la piel erizada una no podía menos que jurar lealtad a esa confianza. Siempre lo dicen en las noticias, pero nunca es igual que constatarlo allí: seguimos teniendo la responsabilidad de la esperanza, a pesar de todo.
A pesar del bloqueo, que ellos condenaron a viva voz, y a pesar de las carencias sobre las que también nos preguntaron, a pesar de los apagones que resultaron ser una experiencia compartida, porque, me explicó un señor entre baile y baile: “aquí nos quitan el servicio entre 10 y 12 horas diarias, dizque para hacer reparaciones, pero parece que nunca acaban”, todos quieren venir a Cuba, comenzando por Celestino, el chofer que nos llevó hasta allí junto a parte de la agrupación Arnaldo Rodríguez y Talismán, un negro lindo a quien habrá que cumplirle el sueño para que pueda decir como Santa Cabral: “Toda la vida quería ir, pero este año fue el día total. Estuvimos invitados en la Fiesta del Caribe, allá en Santiago Cuba, para mí, es la segunda casa mía, porque allí la gente tiene una armonía, un amor, igual que nosotros los dominicanos. Duré allí una semana y fue un pestañear. Tengo una madre allí, en la dirección Sanguily entre la 1ra y la 2da, número 60”.
Lo ideal sería traernos también a la esposa de Celestino, a sus hijas, a los nietos que agrupa por edades para salir a pescar, porque allí se ama como en Cuba, con las mismas dosis de intensidad y preocupación, si te les pierdes mucho rato trabajando te preguntan: ¿te olvidaste de que tienes familia? Tal cual ¿cierto? Pero regresemos a Villa Mella y su arte, que merece cuartillas y cuartillas.
Según me explicó Santa, hay 13 grupos portadores como ellos en todo el país y son todos familia, descendientes de Pío Brasoban, el jefe mayor de los congos del espíritu santo. Las músicas y danzas que cultivan, responden a dos variantes fundamentales: la Cofradía, relacionada con el catolicismo y la Velación, donde invocan y rinden homenaje a los difuntos.
Mientras la escuchaba, no lograba resistirme al intento de enlazar estas expresiones folclóricas con las nuestras, buscar puntos de contacto, esa es una tarea que me queda pendiente, pero intuyo que no va a ser tan difícil, pues este par de islas del Caribe tenemos orígenes comunes, fuimos colonizados por la misma Metrópoli, sangre y sudor africanos fertilizaron nuestras tierras y esa mezcla nos dejó pueblos igualmente luchadores, alegres y hospitalarios.
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