La locura de los años veinte

El siglo XX vivió una ruptura en la década de los veinte, llamados también los años felices. Se vivió, sobre todo en la potencia emergente de Estados Unidos, y luego se fue extendiendo. Fue una época de liberación, sobre todo femenina. Cambiaron los modos de hacer, de asumir, de ver la vida, y, por supuesto, todo esto ocurrió con la oposición de las personas mayores, aferradas a posturas pasadas.

Se vivió una revolución para la moda, las costumbres y estilos de vida. De repente las mujeres terminaron con el hermetismo en el que vivían. Fue un proceso lento sin marcha atrás que les permitió más soltura en todos los aspectos de la vida. No solo se trató de un cambio rotundo en la apariencia con un vestir más suelto y provocador, con exceso de maquillaje, brillantes; fue decirle adiós a la melena convencional, adquirieron más confianza en sí mismas, exigían participación en los procesos democráticos, así como derecho a trabajar y ser educadas.

Claro, esto no se dio de inmediato, al principio no fue más que una inquietud, pero fueron las bases, y poco a poco llegó a cada rincón del planeta.

De esta época surgió el concepto flappers, la manera de llamar a las mujeres de la época, menores de 25 años, a veces catalogadas de frívolas, rebeldes, exhibicionistas, impulsivas, pero que, en realidad, lograron transformar la vestimenta, la manera de divertirse y relacionarse con los demás, y de ese modo derribar trabas y prejuicios machistas.

Fotografía tomada de https://www.thecollector.com

Las mujeres querían destacar, hacerse notar, decir “aquí estoy yo”, salirse del rincón y el fogón, de las ropas extremadamente ceñidas al punto de dañar, y del exceso de telas y aditamentos que tapaban cuerpos y rostros. Empezaron a mostrar las piernas, a lucir más atrevidas también en sus comportamientos pues se les veía fumando y bebiendo sin tapujos en espacios públicos, solas o acompañadas de amigas y enamorados; bailaban la noche entera, conducían autos, se encargaban de sus vidas.

El hecho es que hace un siglo occidente vivió una ruptura total con la época precedente. Todo coincide con el fin de la Primera Guerra Mundial, y ya sabemos cómo un conflicto puede traumar a las masas, y si, además, es un evento de tal magnitud, es lógico que con su finalización la gente haya querido desatarse y hacer sin medida para olvidar tiempos pasados, y porque del mañana nada se sabe.

Por eso, en esos años se rompieron récords, se hicieron hazañas para demostrar que nada era imposible. Se actuó un poco a lo loco en todos los sentidos, y lo mejor es que se estimuló la capacidad de innovar. Por eso hoy disfrutamos de muchos inventos de aquella época que fue el boom de los electrodomésticos, por ejemplo.

Lógicamente, la mujer no podía quedarse atrás, se quiso emancipar, acabar con siglos de ataduras, probar que también podía hacer mucho y ser buena en cuanto se propusiera, y, que, además, no era un búcaro disponible sino un ser importante para la sociedad, una mujer nueva, cortándose el cabello, liberada del corsé y usando pantalones y vestidos cortos. ¡Toda una provocación!

Fotografía tomada de https://www.racked.com

Después de la guerra todos querían relajarse. ¡Era una locura! Salían del cascarón al mismo tiempo. Fue así que surgió la cultura de masas y del espectáculo; fue tiempo de charlestón, foxtrot, jazz, salones de bailes, fiestas, bares, también de consumismo, radio, cine, teléfono, industrialización, electricidad.

Fue una década dorada marcada por bonanza, optimismo, curiosidad, excesos, así como por la primera ola feminista de derechos civiles. No fue fácil, tuvieron que vencer la oposición y el rechazo con desenfado y alegría. Fue una época de liberación en todos los sentidos que significó el fin de la reclusión doméstica, y abrió paso a la diversión al aire libre, a veces confundido con lo inmoral, amenazando ser un atentado al pudor.