Iñárritu: 'Bardo' es una cinta 'incierta, muy incómoda y puede ser irritante'
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El realizador Alejandro González Iñárritu entiende que 'Bardo. Falsa crónica de unas cuantas verdades', su último filme, es una película 'incierta y muy incómoda' y que 'puede ser irritante para mucha gente'.
El mexicano, que hoy visita el Festival de San Sebastián para presentar su último filme en la sección Perlas, ha dicho hoy en una entrevista con Efe que sabe que los mexicanos recibirán su filme de una manera distinta al resto del mundo porque 'tiene muchas lecturas y muchos detalles de historias, mitos y chistes internos', que sólo localmente se pueden entender.
Aún así, confía en la amplia aceptación de la cinta, porque 'toca temas universales, como la paternidad, la adolescencia o la pérdida de un hijo, el miedo a la muerte, la vejez de una madre. La impunidad, la violencia, también la cumbia, y la vitalidad de México'.
'Bardo' es una especie de reconstrucción emocional de la vida del realizador revivida desde un alter ego, Silverio Gama (impresionante Daniel Giménez Cacho) en un juego desafiante para el espectador, una cinta de deslumbrante puesta en escena en la que Iñárritu se abre en canal.
Ganador de cuatro Óscar, el realizador de aclamadas películas como 'Amores perros' (2000), 'Birdman' (2014) o 'El renacido' (2015), impecable y totalmente vestido de negro (excepto sus botas, marrones), charla con Efe sobre su obra más personal.
EFE.- 'Bardo' es una película inabarcable que habla de temas que duelen a los mexicanos.
G.IÑÁRRITU.- 'La ficción muchas veces puede dañar la realidad, mucho más que la realidad misma -que, en realidad, no existe, porque es subjetiva-, pero la ficción también exige honestidad. Y en este caso, son verdades emocionales, unas tangibles, otras no tanto.
A través de miedos, de sueños, de premoniciones, experiencias o reflexiones, intento dibujar el sentimiento de desasosiego de un personaje que está lidiando con una edad que está sintiendo la migración que se viene encima -la muerte- pero con un gran sentimiento de incertidumbre, y de esto trata la película, del cuestionamiento de sus decisiones.
Es una película incierta y es muy incómoda que muchas veces puede ser irritante para mucha gente. Habla de la paternidad, de la nación, de todo lo que forma a un ser humano en su psique, en su subconsciente y como dices, una película muy grande, muy inabarcable, porque toca muchos puntos, tantos que puede ser abrumadora.
EFE.- ¿A propósito?
G.I.- No, es básicamente fiel al sentimiento del personaje, en este caso, de los sentimientos que yo he podido acumular en los últimos 25 años de mi vida después de haber emigrado de mi país. Creo que comparto este sentimiento con montones de personas que, como yo, han emigrado de sus países y saben que no hay vuelta atrás, y te encuentras en el bardo, a la mitad de las cosas, y esas decisiones tienen grandes oportunidades y cosas hermosas y privilegios o no, pero también tiene grandes costos
EFE.- También es una película muy política que los mexicanos van a leen con otros códigos.
G.I.- Naturalmente, va a pasar. Es una película muy distinta para los 'chilangos' que viven en la Ciudad de México, o los mexicanos en general, tiene muchas lecturas y muchos detalles de nuestras historias, mitos, de chistes internos, que sólo localmente se pueden entender.
Pero tengo fe porque toca temas universales, como la paternidad, la adolescencia o la pérdida de un hijo. El miedo a la muerte, la vejez de una madre. O la impunidad, la violencia, también la cumbia y la vitalidad de México, esto es un mosaico, un 'guacamole' gigante que no necesita ser de ningún país. Sólo tienes que tener la apertura para dejarte llevar por este estado mental y emocional para entender cosas que considero necesarias.
EFE.- Guacamole, otra imagen surrealista. ¿He tenido a Buñuel siempre en la cabeza? ¿Es esta su película más 'buñueliana'?
G.I.- Ojalá...Buñuel decía que el cine era un sueño dirigido y es verdad, yo no hice esta película para reafirmar convenciones sino para romperlas y para poder explorar, dentro de un lenguaje cinematográfico, como una experiencia cinematográfica, que evidentemente, siempre provoca.
Pero sí, ésta es una película profundamente política y con mucho humor. La hice desde la ligereza y desde la observación de que vamos de lo sublime a lo ridículo todo el tiempo de nuestra vida, y eso también lo da la edad.
EFE.- ¿Se encuentra mayor?
G.I.- Sí. Tengo 59 años y no es que me sienta viejo, pero si pienso que lo que me queda por delante ya no es tanto como lo que ya has recorrido y te toca poner las cosas en orden, o intentarlo (risas).
EFE.- ¿Cuál ha sido para usted la parte más dolorosa de hacer de la película?
G.I. La pérdida, la pérdida de un hijo, no hay palabras para amarrar eso, pero también el irte de un país, la distancia, los funerales y bodas omitidos, los amigos que tienen canas y no te diste cuenta. Hay una trampa, que es la nostalgia, por eso el humor es el remedio y por eso lo cuento de esa forma, porque nuestra vida va navegando en eso.
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