EN FOTOS: Con la lluvia, una nueva Giselle

La intensa lluvia de la noche de este viernes no impidió que el público llenara la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba para asistir al debut en el rol principal del ballet Giselle de la bailarina principal Chavela Riera, como parte de la temporada del clásico que presenta el Ballet Nacional de Cuba (BNC) hasta el próximo fin de semana.

Fue una función de gran convocatoria, pues la acompañaron dos bailarines de referencia internacional: como Albrecht, el ruso Semyon Chudin, primera figura del Ballet Bolshói; y como Hilarión, un viejo conocido del público cubano, el primer bailarín Joel Carreño, quien por varios años integrara el elenco del BNC.

Chavela Riera fue una Giselle de marcada contención y fina proyección escénica. Sin grandes alardes de virtuosismo técnico o raptos de histrionismo, defendió el personaje con serenidad y comprensión de las exigencias del estilo. Chudin es un intérprete de primera línea: su porte y su poderío técnico (que no tiene necesidad de enfatizar, basta verlo saltar para comprobar sus credenciales), redondean una caracterización madura y plena. Joel Carreño aprehendió el espíritu del guardabosque en una interpretación atenta a los matices.

Menos brillante ha lucido el cuerpo de baile, que se ha resentido por recientes abandonos. No todos están a la altura de las demandas de un ballet complejo, que precisa más que simple suficiencia técnica. Es comprensible, asumiendo la juventud del elenco. Hay que redoblar esfuerzos en los salones.

Por suerte, son notables algunos referentes: la Bathilde de Sadaise Arencibia es un ejercicio de clase y elegancia, y Clotilde Peón, una verdadera maestra de generaciones, asume con singular rigor y compromiso dramático el personaje de Berthe, la madre.

La temporada apenas comienza y todavía reserva debuts significativos.