El Barça revienta el Clásico y defiende su récord histórico
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Lewandowski abrió así el marcador.
Foto: DiarioAs
El Real Madrid perseguía un triunfo y un récord en el Clásico ante el Barcelona. Y no consiguió ni una cosa ni la otra. Un revolcón histórico fue lo que se llevó. Los de Ancelotti buscaban una victoria en el Bernabéu para dar caza al Barcelona en la Liga y de paso igualar un registro histórico en poder del conjunto azulgrana: las 43 jornadas sin perder que estuvo el Barça de Ernesto Valverde entre abril de 2017 y mayo de 2018. Una marca que los blancos se han quedado a un partido de igualar. Los madridistas acumulaban 32 partidos sin perder la edición pasada y en 10 se han quedado después de que el Barça haya asaltado el Bernabéu, acabando con la racha como invicto de los de Ancelotti en Liga, que se queda en 42 partidos.
La última vez que el Real Madrid había perdido en la Liga hasta el Clásico fue al comienzo de la temporada pasada, en la sexta jornada, cuando cayó en la visita al Metropolitano ante el Atlético. Desde entonces el conjunto de Ancelotti ha perdido en otras dos ocasiones más, pero ninguna de ellas ha sido en el campeonato liguero. La primera fue también la temporada pasada, en el mismo escenario y ante el mismo rival, siendo eliminado por el Atlético en el Metropolitano en los cuartos de final de la Copa del Rey. La segunda derrota había sido esta temporada, en la Champions ante el Lille en la segunda jornada de la máxima competición continental. Ahora ya conoce la derrota también en la Liga, y de qué manera. Una goleada que hace mucho daño.
Una racha que acaba de forma muy dolorosa
El pasado 21 de septiembre el Real Madrid había conseguido el hito de cerrar ante el Espanyol, en la sexta jornada, una 'Liga' perfecta, sumando 38 jornadas consecutivas sin conocer la derrota. Un logro que alcanzó sumando un increíble balance de 28 victorias y 10 empates en la competición doméstica. Una racha espectacular que a día de hoy se acabó de forma dolorosa. El Barça no sólo ha reventado el Clásico, también ha defendido un récord histórico. El Madrid empieza de cero tras una derrota durísima.
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Real Madrid - FC Barcelona (0-4): El fuera de juego mató al Madrid en El Clásico
Por: La Razón
Fue una cuestión de centímetros. Los que no supo medir el Real Madrid y los que midió, perfectamente, el Barcelona. Como si fuera aquel Milan de Sacchi, el equipo de Hansi Flick aburrió a la delantera blanca y al público ajustando en cada ataque del rival, moviéndose todos a una, en una sincronización perfecta que Mbappé nunca llegó a entender. Y después, en la segunda parte se llevó el partido. Porque Mendy y Lucas no se coordinaron con los centrales y lo que tenía que haber sido fuera de juego no lo fue cerca del área del Madrid. Lewandowski no falló y no hubo más competencia. El líder de LaLiga toma ahora seis puntos sobre el actual campeón y deja la sensación de que sí está hecho para retos mayores. El Real Madrid tiene que olvidar primero y remontar después. Tiene que encontrar, además, al Kylian Mbappé bueno, porque le está costando demasiado aparecer.
Había apuestas acerca de sí Hansi Flick se iba a atrever a mantener su defensa adelantada también en el Bernabéu o su equipo iba a dar un paso atrás, por precaución. Flick pensó que hacerlo sería mostrar miedo y jugó como lo está haciendo todo este año. Si había que morir, debió pensar, mejor morir de pie (que no puede haber frase más desafortunada). No murió, sino todo lo contrario. Está vivo, muy vivo, a tope, con su defensa adelantada, viviendo en el riesgo y en el límite. Viviendo bien, por cierto.
No fue un mal Real Madrid en la primera parte, mejor que el rival con la idea clara, a veces precipitada y siempre mal ejecutada de buscar la espalda de una defensa suicida, pero efectiva. El equipo de Carlo Ancelotti buscó una y otra vez los balones a las espaldas y una y otra vez (hasta ocho en la primera mitad) cayó en fuera de juego. Tardaban en pitarse así que la afición madridista vivió con emoción jugadas peligrosas que no eran de verdad y buen gol de Mbappé, que era de mentira. No atinó el delantero francés con el movimiento coordinado con los pasadores y su partido fue un espejismo: remató, pero no; marcó, pero tampoco. Hubo hasta mal humor en la grada con lo que tardaba el linier en señalar los fueras de juego. Era eso de poner el caramelo en la boca para luego quitarlo.
La jugada más peligrosa de verdad fue la de Vinicius, cuando el Real Madrid se tomó, en esa jugada, un par de pases más para elaborar. Vini ganó la carrera a Koundé (pocas fueron las que le ganó) y si el equipo local no marcó fue porque no levantó la cabeza y quiso acabarla él. El Barcelona estuvo contenido durante la primera mitad, más preocupado en hacer bien el trabajo de adelantar la defensa que en atacar. Sólo una llegada de Yamal inquietó un poco a Lunin, pero nada más.
Era un partido muy rápido, sin pausa, de lado a lado. El Barcelona no tenía prisa y el Madrid toda la del mundo. Le faltó pararse y pensar, pero tampoco tenía a nadie que lo hiciera en el medio, uno de los grandes caballos de batalla del equipo. Se vio en los saques de esquina. El primero lo sacó Valverde, del resto se encargó Lucas Vázquez, sin fortuna.
Fue una primera parte igualada, quizá inclinada un poquito para el Real Madrid, pero daba la sensación que todo dependía de que la cuerda se rompiese por un lado.
Flick sacó a De Jong en la segunda parte para quitar a Fermín, pero la clave del Barcelona, además del fuera de juego, estuvo en Casadó, el verdadero descubrimiento de esta temporada. Manejó los tiempos del partido, nunca se le vio nervioso y cuando tuvo que hacerlo avanzó con decisión. El centro del campo blanco tardó en salir; Mendy, que tan bien había tapado a Yamal, estaba en su banda a sus cosas y Lucas Vázquez se movió un centímetro tarde. El caso es que los centrales avanzaron, los laterales no y Lewandowski no dejó escapar la primera que tuvo.
El tanto en contra fue demasiado para un Madrid desesperado por los fueras de juego. Eran una barrera invisible, una frustración que no se quitaba de encima. Se le escapó el ánimo y antes de pudiera recogerlo y vestirse con él Lewandowski, de un magnífico cabezazo, había marcado el segundo.
El Barcelona salía a la contra con una facilidad que asustaba. Hasta el delantero polaco se debió asustar porque pudo marcar dos goles más fáciles y los falló. El Madrid estaba ya fuera del partido, con alguna ocasión, pero con el miedo en el cuerpo al giro de Dani Olmo, que ya estaba en el campo. Lamine Yamal enseñó su camiseta para celebrar el tercer gol tras un partido sin mucho peso y Raphinha celebró su gran temporada con el cuarto en la fiesta azulgrana en el Bernabéu.
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