Desconectar antes de dormir

Qué difícil puede ser a veces conciliar el sueño, ¿cierto? Más de una vez nos sucede que llega la hora de dormir, nos acostamos, y en ese momento no conseguimos relajarnos ni contando ovejas de un rebaño infinito.

No importa si estamos muy agotados, pero en esos momentos los pensamientos se aceleran y se tornan recurrentes, quizás haciendo el balance del día, planeando el siguiente, o intentando resolver en un rato los problemas acumulados. ¿Por qué las preocupaciones no nos dejan quietos, al menos cuando queremos descansar? ¿Qué podemos hacer para lograr ese sueño reparador?

He leído un poco sobre el tema, y debemos saber que el dormir también se educa. Todos tenemos conflictos, pero conviene crear el ambiente más ideal posible porque el reposo es fundamental, incluso, para encontrar soluciones.

Tener un sueño de calidad puede ser inducido. Son muchos los consejos, por ejemplo, que la habitación de dormir no sea la misma de ver televisión, trabajar o jugar. Que sea el templo de la tranquilidad, el espacio en calma al que acudiremos ya listos para el reposo, con el plan de desconectar.

Tampoco es bueno llevarnos a la cama el teléfono móvil u otros aparatos similares porque eso nos activaría. Si acaso un libro, ligero, no profundo ni tormentoso, porque es importante bajar en intensidad antes de decidir dormir. Recomiendan las rutinas, despertar y cesar las labores a horas determinadas, hacer ejercicios durante el día, o poner en tono muy bajo una selección musical relajante porque a veces el silencio total puede ser incómodo.

Me parece que lo más difícil es detener la rumiación, la generación de pensamientos desordenados que aparecen. Algunos psicólogos sugieren ejercicios de relajación para tratar de poner la mente en blanco, desviar el pensar hacia situaciones agradables, forzarnos a visualizar imágenes “bonitas”.

Todos tenemos estrés o ansiedad. Consultar con la almohada los resultados del día no estaría mal si fuera solo un instante, lo complejo es querer solucionar inconvenientes y aferrarse a situaciones que no podemos cerrar justo a esa hora. Mucho menos ayuda, en estado insomne, obsesionarse con la idea de dormirse ya. Es verdad que desespera estar ahí despierto, pero pensarlo constantemente nos lleva a un círculo vicioso de actividad mental y no de relax.

Ya usted sabe, sí es posible reducir la activación cognitiva nocturna con un poco de disciplina. Y la clave es esa, meditar, distraernos con pensamientos de placer, da igual si es imaginando un campo de flores, una comunidad de gaticos bebés, o cantando una canción en la mente.

No obstante, si intenta entrenarse por su cuenta, y persiste en que no consigue dormirse tan rápido, profundo o constante como desea, porque los pensamientos intrusos no se apartan, debería acudir a consulta de expertos porque quizás necesite un poco de ayuda para desatar esos nudos mentales que le aturden con insistencia.