DE LA TELEVISIÓN: Virtudes y deudas de una entrega
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La telenovela Entrega, que acaba de concluir por Cubavisión, puso sobre el tapete conflictos meridianos de esta sociedad. Ofrecemos una última valoración…
Entrega, la telenovela cubana que acaba de concluir por Cubavisión, “honró” de alguna manera una auténtica “tradición” de la producción folletinesca de este continente: “matar y salar” en el último capítulo.
En Brasil pasa mucho. La telenovela que termina es asunto del pasado, lo que importa es la que viene; por tanto, se mantiene la tensión del público hasta casi el final, de manera que haya conflicto hasta unos minutos antes de cerrar… y se cierra con un plumazo buena parte de las tramas.
Si cierran bien, no hay problemas. Pero ese apresuramiento (unido a las veleidades de las ediciones internacionales) suele dejar “cojas” varias historias. O le niegan al espectador la posibilidad de deleitarse con la resolución feliz, después de haber sufrido junto con los personajes varios meses.
En Entrega más de una trama terminó así, insuficientemente planteada. La de Alain, por ejemplo. Se nos dijo que había sido detenido, se nos dijo que iba a ser procesado, se nos dijo que no quería ver a su hermano… Se nos dijo, pero no lo vimos.
Decir antes que hacer: uno de los grandes defectos de las telenovelas en Cuba: nos “ahorran” peripecias a golpe de mera referencia. Demasiadas implicaciones tenía la relación de los hermanos para resolverla tan rápido.
Con Violeta también se escatimaron emociones. Su historia fue muy importante, no bastaba la bucólica visión de ella sentada tras las flores; se extrañó un énfasis en su soledad, en sus carencias.
Problemática también fue la escena final, no por sus valores dramáticos, que los tuvo, sino por la realización. ¿De verdad no pudieron encontrar “tatuajes” perecederos mejor hechos? ¿De verdad un adolescente se va a emocionar, se va a sentir orgulloso de unas pegatinas que apenas pegan?
Son pequeños detalles, pequeñísimos… pero son los que redondean una puesta.
Más que digna fue la factura de Entrega, pero todavía no se salda la deuda histórica: las puestas en pantalla siempre se quedan por debajo de las demandas del libreto.
En este caso, afortunadamente, no tan por debajo.
Si fuera factible poner en una balanza virtudes y defectos de un producto audiovisual, la de Entrega al final se inclinaría hacia las virtudes.
La telenovela puso sobre el tapete conflictos meridianos de la sociedad cubana contemporánea, sin que mediaran didactismos o manifiestos lugares comunes.
Y eso que uno de los temas fundamentales, los desafíos de la enseñanza en los preuniversitarios, era terreno fértil para el panfleto.
Hay un debate sobre ciertos asuntos extraordinarios que abordó la telenovela, como el del asesino serial. Ciertamente a la telenovela, al dramatizado en sentido general, hay que pedirle verosimilitud. Pero es perfectamente válido, y hasta plausible, que se ocupe de conflictos que trascienden lo ordinario.
Los problemas entre las parejas, o entre un profesor y sus alumnos, o incluso, la corrupción de un personaje… son asuntos ordinarios, cotidianos. Un asesinato no lo es. Y en Entrega la trama policial “sazonó” y calzó la progresión total, sin llegar a instalarse como eje principal de la historia.
El cubano “de a pie” (y el que va en carro también) pudo identificarse con los personajes y la mayoría de las situaciones de la telenovela. Esa es una de las demandas habituales de nuestro público.
Pero Entrega apostó también por resortes que la consolidaron en su género.
Y todo sin dejar de promover valores. Entretener y formar. Y siempre dejando abierta la puerta a la esperanza.
Novela nueva
Y esta semana comenzó la nueva telenovela cubana, El rostro de los días, con dirección general de Noemí Cartaya. Obviamente. El guion es de Angel Luis Martínez y Sergei Svoboda. En el elenco, actores muy populares: Tamara Morales, Yasmín Gómez, Erdwin Fernández, Luisa María Jiménez, Fernando Hechavarría, Yía Camaño, Denys Ramos, Alicia Hechavarría... y la inmensa Daysi Granados. Le seguiremos la pista en esta columna. Tiempo habrá: son 83 capítulos.
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