DE LA MÚSICA: Lo llamaron Míster Babalú
especiales
Por su gustada interpretación de la pieza Babalú, de la compositora Margarita Lecuona, el cantante Miguelito Valdés fue conocido por ese apelativo. El intérprete tuvo momentos de gloria en las distintas etapas de su carrera y, en especial, por la década del 40 cuando llegó a Nueva York para imponer su novedoso estilo marcado por géneros cubanos como la conga, su carta de presentación. En varios filmes se aprecia su carismática figura tocando la tumbadora y cantando ese sabroso ritmo que le dio enorme popularidad en la Ciudad de los Rascacielos.
Aunque nacido el seis de septiembre de 1912 en el barrio de Belén vivió su adolescencia en el de Cayo Hueso, donde su familia se trasladó. Allí entre rezos a los orishas y llamadas de tambores que nunca se apagaban se aficionó a la música.
Para ayudar a su familia se convirtió en mecánico automotriz y luego subió al ring para boxear en peleas de peso welter, sin embargo, la música influyó más: ya desde la escuela primaria sus maestros y condiscípulos se deleitaban con las canciones de moda que a la hora del recreo entonaba con acento bien timbrado.
Se inició con un conjunto juvenil en el que lo mismo tocaba el tres que las maracas o cantaba. Como vocalista lo reclamaron agrupaciones como los Jóvenes del Cayo, las típicas de Ismael Díaz, Habana y Gris. En 1933 estuvo con el sexteto Occidente de María Teresa Vera.
El joven cantante hizo actuaciones muy aplaudidas en Panamá con la orquesta de Lucho Azcárraga. En su rica trayectoria está su paso por el conjunto de los Hermanos Castro con el que cantó hasta 1936. Grabó con la Havana Riverside. Mas fue con la orquesta Casino de la Playa, fundada por varios amigos, donde alcanzó mayores éxitos. Su trabajo vocal, en especial en las inspiraciones de los montunos lo hizo todo un innovador. Brilló también en el drum.
Por 1940, viajó a New Jersey para presentarse en el club Riviera junto a su amigo el pianista Anselmo Sacasas, pero no pudieron actuar debido a una prohibición del Sindicato de Músicos Norteamericanos. Con su sed de triunfos, Miguelito no desistió y se instala en New York, donde existía una pujante comunidad de músicos cubanos.
Debuta con la famosa orquesta de Xaviert Cugat en el hotel Waldorf Astoria. En 1941 hace presentaciones con Machito y sus Afro-Cubans hasta que el cantante crea su propia orquesta junto a su hermano Oliveiro. A Cuba regresa en 1952 para actuar en los micrófonos de la RHC Cadena Azul de Amado Trinidad.
En 1943 visitó México y actuó en el teatro Esperanza Iris junto a Agustín Lara, Tata Nacho, Los Calaveras, María Victoria y Tin Tan.
En ese país participó en varios filmes, en los que se lució por sus interpretaciones del cancionero cubano. Durante su estancia en 1963 grabó con el mariachi Tenochitlán el disco México yo te canto.
Chano, el gran amigo
La hermandad entre Miguelito Valdés y Chano Pozo se consolidó con el tiempo y fue a través del cantante que el tamborero pudo grabar su primera rumba Blen blen blen con la estelar Casino de la Playa. La gustada pieza la llevó de nuevo al disco en su etapa neoyorkina Xavier Cugat.
Miguelito además nutrió su repertorio con otros números de Chano como Muna Sangafumba, Guaguina Yerabo y Anna Boroco Tinde, que se convirtieron pronto en éxitos. Fue el cantante quien embulló a Chano a viajar a New York, pues estaba seguro que el autor de Manteca encontraría allí nuevos horizontes para su carrera artística.
Muy dolorosa resultó para el conocido Mr. Babalú la absurda muerte de aquel amigo con quien, desde muy joven, había confraternizado tanto en noches de incansable bohemia o haciendo la mejor música.
Luego del doloroso suceso, Miguelito grabó un sentido tributo al inolvidable Chano.
Versatilidad
Miguelito Valdés se destacó como compositor y entre sus piezas figuran nostálgicos boleros como Dolor cobarde, Tristezas, Loco de amor, Letargo y el más conocido Ya no alumbra mi estrella. Creó los temas para comparsas como La Jardinera y el de Las componedoras.
Se inspiró en la música afro para obras como Oh, mi tambó, El Cabildo Negro, Sangre son colorá, La rumba Roncona, Celina, Rumba, rumbero, Algo nuevo, Qué pena me da, Se acabó la fiesta, Qué tal te va, Esa mulata, entre otras muchas.
Su última visita a Cuba se produjo en 1960 acompañado de la cantante Lucy Favery. Luego retornó a Nueva York y de ahí a Colombia donde cuando actuaba en el Hotel Tequendama, en Bogotá, falleció el l9 de noviembre de 1978.
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