DE LA HISTORIA DEPORTIVA: El vallista Dillard, de la tristeza a una hazaña no igualada
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El atleta estadounidense Harrison Dillard fue fustigado por la tristeza al no clasificar en la especialidad donde era el monarca: los 110 con vallas, en las eliminatorias de su país para la magna cita de 1948. Londres no lo vería correr... ¡Cuidadito...! La historia fue distinta. Obtuvo un puesto para la batalla en los cien metros planos. Ya verán.
En los XIV Juegos Olímpicos frente a difíciles rivales, apretó el acelerador físico y mental y se desquitó de la no presencia en su verdadera pasión: con 10.3 dejó atrás en la final a sus más enconados contrarios: su coterráneo Barney Ewell y el panameño Lloyd Labeach, ambos con10.4. Agregó otro galardón máximo: por 40.6 en el relevo corto junto a Ewell, Lorenzo Wright y Mel Patton. Ah, el doble as sufría aún por aquella ausencia.
Cuatro años esperó para el desquite; no lo espero ligado solo a los sueños. La ensoñación la convirtió en un entrenamiento más potente, riguroso, científico. Ninguno pudo arrebatarle el primer puesto en la distancia corta masculina de obstáculos en las pruebas clasificatorias de su país.
Contendió en Helsinki 1952. ¡Y de qué manera: oro con 13.7, rota la marca del clásico! En el relevo, otra cosecha dorada, acompañando a Dean Smith, Lindy Remigino y Andy Sharfield al conseguir 40.1. Era la cuarta corona en el certamen supremo para Harrison Dillard. Hasta hoy, es el único vencedor en la prueba reina y los 110 obstaculizados en el torneo rescatado por Pierre de Coubertin. Murió el 27 de noviembre de 2019.
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