Cuba: Algunas perspectivas de cara a los Olímpicos de Tokio
especiales
Los Juegos Olímpicos de Tokio indiscutiblemente tendrán un matiz diferente. Tanto en lo deportivo, como en lo organizativo, e incluso, en la huella que dejarán en atletas, entrenadores, aficionados, patrocinadores, comité organizador…
El azote intempestivo del Coronavirus, su onda expansiva y secuelas han alterado no solo los ciclos preparatorios, competitivos y de clasificación, sino que también dictará pautas en la propia cita olímpica.
Ante tamaña turbulencia Cuba intentará mantenerse entre la veintena de naciones de vanguardia en la capital nipona, a la que aspira a asistir con una cifra cercana al centenar de deportistas, según han asegurado las máximas autoridades del Inder.
En el caso de nuestros deportistas, quienes estuvieron sometidos a casi siete meses de impasse en algunos casos y tiempo superior en otros, la fórmula para intentar volver a alcanzar sus capacidades, atemperarse muscularmente y suplir el total vacío competitivo padecido, la fórmula ha sido concentrar a las principales cartas en bases de entrenamiento en provincias, fundamentalmente de las disciplinas estratégicas.
A eso le añadimos en la actualidad la posibilidad de desarrollar topes de control, que, si bien no llenan el bache provocado por la inactividad en escenarios de otro nivel, al menos garantiza cierto nivel mínimo de fogueo.
Lógico si se tiene en cuenta que prácticamente toda la actividad del músculo a nivel global se ha visto forzosamente detenido por causa del adversario mayor de nombre Covid-19.
Recientemente el atletismo tuvo la posibilidad de salir con 16 de sus figuras a una base en Montegordo, Portugal, lo cual les asegura en alguna medida entrenar con niveles superiores, sobre todo en materia de concentración, infraestructura, enfoque.
Cuba en los últimos pulsos olímpicos
Con este entrante de escenario previo toca adentrarse en los rendimientos de la Mayor de las Antillas en las últimas ediciones bajo los cinco aros, los deportes aportadores de títulos a lo largo de la historia, y en qué posibles condiciones llegaríamos a Tierras del Sol Naciente:
Cuba ocupa el escaño 18 de todos los tiempos en el medallero olímpico, avalada por 78 títulos, 68 platas y 80 bronces. Si desglosamos los cetros alcanzados hallamos que el boxeo, bien denominado buque insignia lidera la relación con (37), casi el 50% del total materializado. Le siguen por ese orden el atletismo (11), la lucha (9), el judo (6), esgrima (5, gracias el mítico Ramón Fonst en su mayoría), béisbol y voleibol (3 cada uno), pesas (2), y tiro deportivo y taekwondo (uno per cápita).
De cara a Tokio contamos con 41 clasificados hasta este minuto, con precisamente el campo y pista (14) y los gladiadores (12), a la vanguardia.
Siguiendo esta cuerda analítica hallamos que en Londres 2012 y Río 2016 se obtuvieron el mismo total de coronas: cinco.
Tiro, judo, lucha y boxeo tuvieron el mayor protagonismo en la capital británica, con el pistolero rápido Leuris Pupo en calidad de eléctrico indiscutible.
En la ciudad Maravillosa los púgiles llevaron la voz cantante (3-0-3), en tanto la lucha hizo una segunda notoria (2-1-0). Dejando en la plata de Idalys Ortiz y el bronce de la discóbola Denia Caballero las restantes preseas.
Toca adentrarnos en algunos elementos de consideración:
1- La depresión considerable dentro de la élite de casi la totalidad de nuestros deportes colectivos. La demostración más reciente del baloncesto constata lo antes expuesto, y el hecho de que ningún deporte de conjunto haya clasificado a Tokio, lo reafirma. Claro, aún la pelota tiene el beneficio de la duda, pues no se ha cdelebrado su preolímpico, pero, a juzgar por el nivel exhibido y los desenlaces en los últimos certámenes a este lado del Atlántico, les será sumamente complicado hacerse de un pasaje.
Solo el voleibol masculino, amén de sus rendimientos inestables, posee actualmente una nómina alentadora, y crecimiento individual de sus jugadores como para pensar en retornar a la élite en un futuro.
Eso, independientemente de la variable equipos unificados, o más bien equipo único con membresía de contratados en el exterior, ya sea por autogestión o bajo el amparo del Inder.
2- Una marcada transición generacional en varios deportes, incluso de los llamados estratégicos, la cual, en algunos casos, no estará en condiciones de rendir al máximo de sus potencialidades en Tokio.
Aquí no podemos descartar el hecho de que otras figuras han alcanzado madurez en este ciclo sui géneris de cinco años. Me refiero a varios ases del atletismo, otros del judo, y púgiles y gladiadores. Listado en el cual abro un paréntesis para la dupla de canoístas de Serguey Torres-Karel Aguilar, los pistoleros rápidos Pupo y Jorge Félix Álvarez, y el gimnasta Manrique Larduet, por quien siempre me gustaría apostar dado su considerable talento y demostraciones excelsas anteriores.
3- La ausencia de modelaje competitivo y la posibilidad de calibrar a sus rivales, la cual, esperemos que en 2021 se atenúe considerablemente pudiera pasarnos factura; independientemente de la poca posibilidad que han tenido algunas disciplinas, sobre todo de tiempos y marcas y apreciación artística, de organizar lides virtuales, a manera de parches.
4- La urgencia de ir llevando nuestros sistemas de entrenamiento a la par de cómo se está moviendo el mundo en este minuto, cuestión en la que, desde mi modesta opinión, estamos un poco distanciados.
Restan muchos otros factores de incidencia en un posible resultado futuro, los cuales intentaremos ir exponiendo en otros trabajos.
Con todo y lo escabroso que ha resultado esta recta final del ciclo olímpico, no solo para nuestros representantes, sino para todo el movimiento deportivo a nivel global, considero que estamos ligeramente en mejores condiciones de superar la foja de cetros de Londres y Río. Y no solo eso, también en capacidad de colocar un mayor número de efectivos entre los ocho, seis o cupos de finalistas que posean sus respectivas pruebas.
Espero que a la vuelta de siete meses, los míos no me defrauden.
Añadir nuevo comentario